En la mañana siguiente me desperté con una gran sonrisa en mí rostro que se borró al instante que note que estaba sola en mi cama, al voltearme no sentí a Steven, me senté en la cama y tomé mi reloj pulsera, apenas eran las seis de la mañana, salí de la cama fui a mi clóset, me puse un camisón y mi bata a juego, fui al baño hice mis necesidades, lave mis dientes y me recogí mi cabello en un moño mal hecho, al salir de mi habitación sentí ruido en la cocina, sonreí para mí al saber que Steven me estuviera preparando mi desayuno, camine en silencio y efectivamente tenía a mí hombre de espaldas picando fruta en la mesada de la cocina, mientras él preparaba unas tostadas y café, me acerqué sin hacer el menor ruido y lo abrace por la espalda aspirando su aroma, puse mis manos en su abdomen, a lo que él me tomó dándome la vuelta subiéndome a la mesada haciéndome largar un pequeño grito.
—¡Buenos días! —con mis manos tomé su rostro dejando un pequeño beso sobre sus l
Annalise A la mañana siguiente le dimos la sorpresa a Azul de nuestra relación, ella estaba más que feliz, y saber que saldríamos juntos a las sierras la emocionó aún más, llevamos poco más de tres horas de viaje en auto, ya faltaba poco para llegar al complejo de cabañas. —De tanto preguntar se cansó —me di la vuelta y me encontré con Azul dormida en su sillita, ella venía atrás con todos los recaudos necesarios que requiere viajar con niños en auto. —Hace mucho que no hacemos estos viajes —su semblante cambió al hablar de aquello como si recordar el pasado lo lastimara. —¡Bueno!… a partir de ahora van a haber muchos viajes juntos, soy feliz contigo y quiero siempre estar para ambos —él toma mi mano y la lleva sus labios dejando un largo beso. —Eres un ángel, dios te puso en mí camino y soy agradecido por ello —aprieta más fuerte mi mano mientras que de mis ojos cae una lágrima de felicidad, son
Annalise —¿Vienes conmigo? —niega con sus dedos. —¡Paso! Ustedes dos van a hacer que me de diabetes tanto cariño que se dan frente a los pobres —me río ante lo que dijo, pero la felicidad duró poco ya que lo que vi al salir del edificio me dejó muda. Caminé hacia Steven y la señorita que colgaba de su brazo muy feliz, tras cada paso que daba sentía que me carcomían los celos, él ni siquiera notaba mi presencia, aferré mí mano a mí bolso apretándolo, como si así mi furia interior se calmara. —¿Steven? —le hable y trate de contener lo mejor posible la cordura. —¡Cariño! Ven te presento a Natali —ella se voltea mirándome con una sonrisa en su rostro —¡Mí hermana! Y ella es Annie mí bella novia. —Un placer Annalise Thompson —extiendo mi mano saludándola y noto una sonrisa falsa como si lo hiciera obligada al saludarme. —Por fin puedo conocer a la mujer que tiene embobado a mí her
Natali —Será fácil sacarla de la vida de mi hermano —enciendo un churro mientras saboreo el sabor del éxito. —No se te vaya a ir la mano como con Sofía, yo sé que ella sabía lo de tú vinculación con el cartel del sur, pero no debiste matarla —exhalo el humo de mí churro, y me acomodo tomando del rostro a Monserrat. —Esto es diferente mí Monse, esa perra solo estorba en la vida de mi hermano, necesito cumplirle a Silvia o la muerta seré yo, además no te preocupes por la finada todos creen que ese tal Benson la mato, tuviste suerte que no te demando —me molestaba la cobardía de ella no entendía que si Steven y esa arrastrada siguen Silvia se las cobrará conmigo. —Está bien te voy a ayudar, sabes de mí odio hacia ella pero ahora tiene más dinero que antes, yo ayude a "Natasha" pero resultó ser de la federal, aunque Annalise es muy ingenua y al estar rodeada de tanta gente no será tarea fácil hacerle al
Annalise Llegué a casa de Steven y jamás en mí vida creí presenciar esta escena, salí de allí aturdida, las lágrimas caían como cascadas por mis mejillas, se me hizo un nudo en la garganta no podía pensar con claridad, porque Steven me estaba haciendo esto, porque ahora porque él. —¿Señorita está bien? —subo al auto y largué mi llanto, tanto era mi desahogo que preocupé a Brandon. —Por favor llévame a casa —el solo me miraba y me extiende un pañuelo —Gracias Brandon no sucede nada, por favor nada de esto a nadie —él asiente a mí pedido y enciende el auto poniéndolo en marcha, miraba a través de las ventana las luces de la ciudad, mi llanto no cesaba estaba muy llorona no podía calmarme, estaba muy sensible e irritada al mismo tiempo, lleve las manos a las carpetas que hoy recibí y recordé que también llevaba la escritura de mi casa decidí recluirme allí, no quería volver a casa no ahora. —¡Llévame a esta
Steven —Marie me consigues una aspirina, luego me traes los casos de hoy —ingresé a mí oficina, dejé mi portafolios sobre la mesa, prendí mi laptop y empecé a trabajar, me había despertado con mucho dolor de cabeza por haber tomado ayer. —Permiso Doctor Ferrara, aquí tiene la aspirina —Marie me extiende la pastilla y un vaso de agua. —¡Muchas gracias! Sabes si Annalise ya llegó. —No señor no la vi, para hoy tiene reunión por videoconferencia con el caso Bianchi y en media hora junta con los abogados del bufete. —Muy bien, ¿Sabes de qué se trata la reunión? —ella mira su tablet y me responde. —No señor cuando llegue ya estaba en agenda la reunión, fue convocada por el doctor Federico Cárdenas. —Puedes retirarte, y avísame cuando Annalise llegué —mí secretaria se fue y empecé a trabajar en uno de los casos que tenía en investigación cuando la puerta de mi oficina suena.
AnnaliseMe pase toda la semana pensando en Steven, se que el sabe que me pasa algo, no le llame ni mande mensaje, cada vez que él lo hacía me negaba a atenderlo, quería poner mi mente en blanco y buscar respuestas por mí misma, había ido a visitar a Scott en la revista con la excusa de que perdí mi celular y así poder saber de Natali o Celeste, pero ninguna pisaba la revista desde hacía una semana, al estar con Scott y para que no me descubriera le salí con la excusa de que hoy sábado me acompañe a pintar mi departamento, se negaba hacerlo pero luego fácilmente lo convencí.—Cariño porque mejor no pagas a alguien para que te dejen tu depa bien lindo y nos vamos por ahí a almorzar.—¡Ya te dije que no! Además, que tenga dinero no quiere decir que lo usaré para cada cosa que necesite —blanquea los ojos y niega.—No sé cómo Steven te aguanta —le pegó en su brazo. —Mejor cállate y conduce —íbamos en su auto para mí departamento, antes de llegar retiramos las pinturas que usaríamos.—¿Esa
Steven Hacía tres días que estábamos en este congreso, tres días que no sabía nada de Annalise, ni un mensaje o una llamada me recibió, solo sabía por boca de Bianca que su celular se había roto y que con el cambio de departamento ella no tenía tiempo de comprarse uno nuevo. Conozco a Annie sé que algo le está pasando, cada hora del día que pasa sin estar con ella es una tortura, por suerte es el último día y en unas horas estaré de regreso, lo primero que estoy pensando hacer es buscarla, necesito verla, besarla sentirla. —¡Steven...! —un leve golpe en mi brazo me saca de mis pensamientos. —¿qué sucede? Me perdí algo —miraba a mí alrededor y todos estaban listos para irse. —¡Así parece! Porque tú celular no ha parado de sonar —me percate del sonido cuando Fede me lo dijo. —Lo siento enseguida vengo —me levanté de mí lugar y lo que me dijo Agustín de monitoreo me dejó en duda, quería verme y
Annalise Tres días después —¿Cómo te sientes? —me pregunta Steven al entrar en casa luego de llegar del trabajo, aún no vivíamos juntos, pero él trataba de estar aquí conmigo cuidándome y al mismo tiempo con su pequeña. —Ahora que te veo mucho mejor —le sonreí y él se acercó a darme un beso. —Veo que el helado estaba rico —había una cuántas cajas de helado en la mesada de la cocina. —Debo confesar mi inocencia abogado —hice un puchero y el me tomo entre sus brazos. —Me parece que... ¡No le creo! Dejó mucha evidencia —sonreí junto con él y luego nos envolvimos en un apasionado beso. —Perdóneme, pero... Perderá el juicio —me encogí de brazos y fui hacia la mesada tomé las cajas y las puse en la b****a. —Deja yo preparo la cena —tomó lo que tenía en las manos, me tomó de los hombros y me hizo sentar en un banquito del desayunador. —¿Que