Luciana
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —estoy a punto de echarme a reír, porque vamos a enterrar la barba de Grillo y pareciera que es un miembro más de la familia.
—Sí, bueno… no…
—¿Puedo hacerlo yo? —pregunta Santiago con emoción y Alonso me mira haciendo un puchero—. Vamos papá, tú mismo lo dijiste, tienes que camuflarte ahora, tienes que ser un fantasma. Y con la barba y los tatuajes no pasas precisamente desa
GrilloPareciera algo común y corriente. Un simple mendigo de los que andan por la ciudad a cualquier hora, abandonado de Dios y de los hombres, extendiendo la mano para recibir una mísera limosna de la primera alma que se apiade de él. Se ve natural, ya lo digo, si no fuera porque este mendigo en particular extiende la mano y la veo extrañamente limpia.Nadie se fijaría en eso. Pero la seguridad de Santiago hace que yo tenga ojos hasta en la nuca. Mi hijo pasa a dos metros de él, hablando con sus amigos antes de entrar al colegio, y de repente mete la mano en uno de sus bolsillos y saca un celular. Sonríe cuando ve la pantalla y me imagino que se t
LucianaHay algo de todo esto que no me gusta. No estoy segura si es el hecho de que hay un hombre atado y golpeado en nuestro gimnasio, o el hecho de que mi hermano se vio tentado a venir. Ruben no es de los que hacen aspaviento en vano.
Santi.Me echo un poco de agua en la cara para espantar el cansancio porque ha sido un día largo. No puedo decir que no me he divertido, y aunque ciertamente no ha sido el cumpleaños más convencional, sí ha sido uno de los mejores.
GrilloSanti pasa a mi lado y las dos camionetas negras dan la vuelta en el semáforo, pasando tras él. Hago un giro estratégico y me sitúo tras ellos. Santiago sabe lo que tiene que hacer y yo también. Lo veo acelerar hacia una intersección y cuando el semáforo se pone en verde, entiendo que ya está en comunicación con quien ne
LucianaNo soy capaz de decir a qué velocidad pasan los días o las semanas después de esa noche. Saber que no somos indefensos, que podemos hacer algo al respecto, que Santi tiene la entereza para enfrentar una situación de este tipo, me tranquiliza; sin embargo, hago
GrilloTres meses. Jamás pensé que el tiempo pudiera volar de esta forma. Tres meses han pasado desde la primera vez que tuve a mi hija en mis brazos y la mayoría de las veces todo lo que puedo sentir es un remordimiento enorme porque no tuve esto con Santi. Santi.No es que estuviera precisamente buscando una excusa para salirme de la clase de la señorita Delmer, aunque su triste dominio de los trinomios bien valía la pena… pero cuando el celular vibra en mi bolsillo, el corazón me sube a la garganta y salg32. ¡SANTIAGO!
Luciana.Doy un salto cuando uno de los sensores comienza a sonar y tanto Grillo como yo nos acercamos a las pantallas con donde aparecen las imágenes de las cámaras. Después de destruir media casa, y de soportar los gritos de ira rabiosa de mi padre, por fin a alguien se le ocurrió llegar al sótano y acaban de descubrir la puerta del cuarto de pánico.
Último capítulo