Luciana
Hay algo de todo esto que no me gusta. No estoy segura si es el hecho de que hay un hombre atado y golpeado en nuestro gimnasio, o el hecho de que mi hermano se vio tentado a venir. Ruben no es de los que hacen aspaviento en vano.
Santi.Me echo un poco de agua en la cara para espantar el cansancio porque ha sido un día largo. No puedo decir que no me he divertido, y aunque ciertamente no ha sido el cumpleaños más convencional, sí ha sido uno de los mejores.
GrilloSanti pasa a mi lado y las dos camionetas negras dan la vuelta en el semáforo, pasando tras él. Hago un giro estratégico y me sitúo tras ellos. Santiago sabe lo que tiene que hacer y yo también. Lo veo acelerar hacia una intersección y cuando el semáforo se pone en verde, entiendo que ya está en comunicación con quien ne
LucianaNo soy capaz de decir a qué velocidad pasan los días o las semanas después de esa noche. Saber que no somos indefensos, que podemos hacer algo al respecto, que Santi tiene la entereza para enfrentar una situación de este tipo, me tranquiliza; sin embargo, hago
GrilloTres meses. Jamás pensé que el tiempo pudiera volar de esta forma. Tres meses han pasado desde la primera vez que tuve a mi hija en mis brazos y la mayoría de las veces todo lo que puedo sentir es un remordimiento enorme porque no tuve esto con Santi. Santi.No es que estuviera precisamente buscando una excusa para salirme de la clase de la señorita Delmer, aunque su triste dominio de los trinomios bien valía la pena… pero cuando el celular vibra en mi bolsillo, el corazón me sube a la garganta y salg32. ¡SANTIAGO!
Luciana.Doy un salto cuando uno de los sensores comienza a sonar y tanto Grillo como yo nos acercamos a las pantallas con donde aparecen las imágenes de las cámaras. Después de destruir media casa, y de soportar los gritos de ira rabiosa de mi padre, por fin a alguien se le ocurrió llegar al sótano y acaban de descubrir la puerta del cuarto de pánico.
Santi.—¿Mamá? ¡Mamá! Veo que da un salto al otro lado de la pantalla y de sale de los brazos de mi padre para acercarse corriendo.
XGrilloSolecito se prende de mi cuello y llora, no sé si de alivio o de tensión, en el mismo momento en que Mateo nos avisa que tienen a nuestra hija. No es que no me preocupe lo que pueda pasar con nosotros, pero si tengo que pelear por nuestras vidas, y estoy seguro de que tendré que hacerlo, me tranquiliza que ninguno de mis hijos tenga que presenciarlo. Último capítulo