ARESEl sueño de un imperio se me desmorona frente a los ojos, en cuanto Boris me da la mala noticia de que mi hijo ha regresado a los Estados Unidos para recuperar a la extranjera, solo hace que la sangre me hierva como lava a punto de estallar, la rabia me consume, es que no puede estar cometiendo más errores, estamos quedando como una familia inepta. Ni siquiera se ha hecho cargo de sus obligaciones como Capo, como el líder, debido a que está tan entretenido con sus hijos y con la mujer que está haciendo cenizas el imperio que, con mucho esfuerzo, sudor y sangre, he construido para que nuestra familia siga siendo una de las que está en la cabeza de todo, no le importa, y eso es lo que más me molesta. —Deberías confiar en que va a hacer las cosas bien. La voz de Boris no mejora las cosas, solo las empeora. —¿Tú crees? —pregunto con la ironía rozando mi paladar. —Es tu hijo. —Al parecer lo ha olvidado, todo esto es culpa de aquella mujer, no entiendo qué es lo que le ve, no tie
BRENTTNo puedo evitar sentirme molesto con lo que han hecho a mis espaldas, en especial mi padre, porque pese a que busque más culpables, no los hay, todo esto es obra de Ares White, quien seguro de que no investigaría y de que me creería toda esa farsa de que Lynette me había abandonado, confabuló todo, tal vez si no existieran nuestros hijos, lo creería, pero el asunto es que llevo observando a mi mujer, muy de cerca. Ella piensa que no lo sé, que no me doy cuenta de lo que pasa por su cabeza, pero lo hago. Como en estos momentos, en los que no dejo de mirarla mientras duerme, hace una hora que llegamos a Italia, y ahora, cayendo en el cansancio, se ha quedado en estado crítico, mientras avanzamos hacia nuestra nueva propiedad, una en la que estará a seguridad con gente que me juró lealtad hace años, hombres que recibieron a mis hijos, mejor que mi familia y mi propia organización. Me permito haberme quedado un par de segundos antes de tener la mala decisión de despertarla, puest
BRENTTQuienes se creían que eran los miembros de la orden como para tener el valor de enfrentarme, y no solo eso, sino, querer manejar los hilos de mi vida, tal vez con mi padre se lo hicieron, pero sin duda, no iba a ser mi caso, ambos habíamos escogido caminos distintos, caminos que nunca más íbamos a poder hacer que se crucen. Y ahora, me encontraba ahí, en medio de una de las salas de conferencia que solían tener los treinta miembros de la orden, personas tanto importantes como influyentes del país, había desde políticos, abogados e incluso agentes especiales de la policía, personas que teníamos infiltradas bajo el manto de la justicia, y que nos ayudaban cuando era necesario, esa era una de las tantas razones por las cuales siempre librábamos su justicia. Para cuando las puertas se abrieron y me dieron el paso, el silencio que se sostuvo en todo el interior de la sala, la cual estaba sumida por una tenue luz que apenas dejaba ver las sombras bailarinas de cada uno de los cuerp
BRENTTCuando Boris me detuvo al final de la puerta en la entrada principal, y argumentó que teníamos un sitio que visitar antes de que dieran las dos de la madrugada, jamás imaginé que era en la jaula, un sitio donde se encuentran los traidores de la organización, soportando las más duras pruebas. —¿Esto es tu idea de una buena anoche? —le pregunto con incredulidad. Todo mientras mi mente no dejaba de trabajar en dos cosas, en lo que había pasado en la asamblea, y dos, en lo que iba a hacer, con esto que comenzaba a despertar Lynette en mí.—No, pero hace unos días, mientras te asegurabas de regresar a salvo a tu esposa, uno de los turcos infiltrados en el sistema de operaciones, entró a la sala, logramos capturarlo antes de que escapara o diera aviso a sus compañeros, los cuales si lograron marcharse, suerte de principiantes, supongo —me explica mientras entramos. La jaula, como le llamamos, es un lugar que hace años inauguró mi padre, un edificio de doce pisos, en los cuales, ca
LYNETTEEl haber querido hacer la limpieza en una de las habitaciones principales por el hecho de quererme mudar ahí, fue una mala idea desde el principio, lo supe cuando comencé a darme cuenta de que todo lo que había alrededor, se trataban de cosas personales de Ariella, la ex esposa de Brentt. Pero la curiosidad me llegó a límites que incluso yo no conocía y comencé a husmear de un lado para otro, hasta que encontré la caja que me llamó la atención. En cuanto la abrí, apareció frente a mis ojos, una foto de Ariella, sin lugar a dudas era una mujer hermosa, por donde sea que uno la viera, debió haber robado muchos corazones dentro de la organización, antes de casarse con Brentt, el problema es que en la foto no estaba sola, sino, con un hombre igual de apuesto aunque no tanto como Brentt. Ambos se veían más que felices, el tipo tenía ojos avellana, de esos que te roban el aliento, su cabello oscuro ligeramente alborotado, delgado, tez clara, parecía uno de esos modelos que ves en
LYNETTESubo a mi habitación, me tumbo sobre la cama y me hago un ovillo, lo mejor que sé hacer en estos momentos, sin lugar a dudas, dejo que las lágrimas se derramen, tengo a mis hijos, sí, pero me siento encerrada en bucle de mentiras y engaños del que no estoy segura de que vaya a poder salir, mi móvil comienza a sonar, es el número de Zair, no lo hace en el mejor momento y se me ha olvidado bloquearlo. Es tanta la insistencia que termino por contestarle, aún le odio por lo que hizo con Mael, cosa que nunca le voy a perdonar, poner en riesgo a mi bebé, no es algo que se pueda hacer tan fácil sin consecuencias. A más de que mi madre no ha hecho un intento por comunicarse conmigo. Cosa que duele más. —¿Qué quieres? Yo misma me sorprendo con el tono de voz que empleo, no es el que suelo usar, y comienzo a creer que mi otra personalidad, la verdadera, quiere salir a la luz. —Saber si estás bien —su voz es ronca. —Te odio —susurro. —Lo sé, me lo merezco, solo quería que estuviera
LYNETTEEl ácido estomacal se me sube a la garganta, en cuanto las palabras del padre de Ariella brotan con venenosa intención de su boca, sé que lo hizo para que me mantuviera en este estado, solo son un par de segundos, aunque nadie se haya dado cuenta de mi estado, es más, ni el mismo Brentt, pero estoy segura de que sí, el hombre que me mira como amenaza y que está frente a nosotros. Ladeando una tierna sonrisa, pero que es más bien una muestra de guerra. Brentt me había colocado el collar de diamantes de Ariella, la mujer que ama, lo estaba asimilando, sin embargo, me parecía algo cruel.—Me temo que no es cierto —arguye Brentt a mi lado, haciendo que salga de mi atmosfera lastimera. Le miro con asombro, él solo rodea mi cintura con su brazo. —Este es el collar que si bien le gustó en su momento a tu hija, nunca lo tuvo, porque yo decidí regalárselo a la única mujer que fuera importante para mí, en ese momento pensé que era ella, luego sucedió su muerte y quedó en el pasado, e
LYNETTEEstoy como en un sueño del que no estoy segura de querer despertar, en especial porque me siento mucho mejor estando aquí, es tan blanco, tan… irreal, es como saltar sobre enormes nubes de algodón de azúcar, pero hay algo que me detiene a seguir, y es una sensación que me quema el pecho, o parecida a estar recibiendo mil piquetes de agujas en él, me remuevo inquieta dentro de la bruma blanca que se transforma a gris, poco a poco, el aliento se me va, todo me da vueltas. —¡Si ella muere, todos lo hacen! Esa voz… me resulta tan familiar y al mismo tiempo es tan aterradora, quisiera decir que me agrada, pero es como si una parte en mi interior, quisiera escapar de ella. —¡Sálvale la vida!Ese hombre se escucha desesperado, como si le doliera algo, no entiendo. —Juro que si mueres… Algo en mi interior se despierta, es como un torbellino que hace que mi piso se tambalee, que todo gire y gire, entonces caigo en cuenta de que se trata de la voz de Brentt, abro los ojos y lo prim