BRENTTCuando Boris me detuvo al final de la puerta en la entrada principal, y argumentó que teníamos un sitio que visitar antes de que dieran las dos de la madrugada, jamás imaginé que era en la jaula, un sitio donde se encuentran los traidores de la organización, soportando las más duras pruebas. —¿Esto es tu idea de una buena anoche? —le pregunto con incredulidad. Todo mientras mi mente no dejaba de trabajar en dos cosas, en lo que había pasado en la asamblea, y dos, en lo que iba a hacer, con esto que comenzaba a despertar Lynette en mí.—No, pero hace unos días, mientras te asegurabas de regresar a salvo a tu esposa, uno de los turcos infiltrados en el sistema de operaciones, entró a la sala, logramos capturarlo antes de que escapara o diera aviso a sus compañeros, los cuales si lograron marcharse, suerte de principiantes, supongo —me explica mientras entramos. La jaula, como le llamamos, es un lugar que hace años inauguró mi padre, un edificio de doce pisos, en los cuales, ca
LYNETTEEl haber querido hacer la limpieza en una de las habitaciones principales por el hecho de quererme mudar ahí, fue una mala idea desde el principio, lo supe cuando comencé a darme cuenta de que todo lo que había alrededor, se trataban de cosas personales de Ariella, la ex esposa de Brentt. Pero la curiosidad me llegó a límites que incluso yo no conocía y comencé a husmear de un lado para otro, hasta que encontré la caja que me llamó la atención. En cuanto la abrí, apareció frente a mis ojos, una foto de Ariella, sin lugar a dudas era una mujer hermosa, por donde sea que uno la viera, debió haber robado muchos corazones dentro de la organización, antes de casarse con Brentt, el problema es que en la foto no estaba sola, sino, con un hombre igual de apuesto aunque no tanto como Brentt. Ambos se veían más que felices, el tipo tenía ojos avellana, de esos que te roban el aliento, su cabello oscuro ligeramente alborotado, delgado, tez clara, parecía uno de esos modelos que ves en
LYNETTESubo a mi habitación, me tumbo sobre la cama y me hago un ovillo, lo mejor que sé hacer en estos momentos, sin lugar a dudas, dejo que las lágrimas se derramen, tengo a mis hijos, sí, pero me siento encerrada en bucle de mentiras y engaños del que no estoy segura de que vaya a poder salir, mi móvil comienza a sonar, es el número de Zair, no lo hace en el mejor momento y se me ha olvidado bloquearlo. Es tanta la insistencia que termino por contestarle, aún le odio por lo que hizo con Mael, cosa que nunca le voy a perdonar, poner en riesgo a mi bebé, no es algo que se pueda hacer tan fácil sin consecuencias. A más de que mi madre no ha hecho un intento por comunicarse conmigo. Cosa que duele más. —¿Qué quieres? Yo misma me sorprendo con el tono de voz que empleo, no es el que suelo usar, y comienzo a creer que mi otra personalidad, la verdadera, quiere salir a la luz. —Saber si estás bien —su voz es ronca. —Te odio —susurro. —Lo sé, me lo merezco, solo quería que estuviera
LYNETTEEl ácido estomacal se me sube a la garganta, en cuanto las palabras del padre de Ariella brotan con venenosa intención de su boca, sé que lo hizo para que me mantuviera en este estado, solo son un par de segundos, aunque nadie se haya dado cuenta de mi estado, es más, ni el mismo Brentt, pero estoy segura de que sí, el hombre que me mira como amenaza y que está frente a nosotros. Ladeando una tierna sonrisa, pero que es más bien una muestra de guerra. Brentt me había colocado el collar de diamantes de Ariella, la mujer que ama, lo estaba asimilando, sin embargo, me parecía algo cruel.—Me temo que no es cierto —arguye Brentt a mi lado, haciendo que salga de mi atmosfera lastimera. Le miro con asombro, él solo rodea mi cintura con su brazo. —Este es el collar que si bien le gustó en su momento a tu hija, nunca lo tuvo, porque yo decidí regalárselo a la única mujer que fuera importante para mí, en ese momento pensé que era ella, luego sucedió su muerte y quedó en el pasado, e
LYNETTEEstoy como en un sueño del que no estoy segura de querer despertar, en especial porque me siento mucho mejor estando aquí, es tan blanco, tan… irreal, es como saltar sobre enormes nubes de algodón de azúcar, pero hay algo que me detiene a seguir, y es una sensación que me quema el pecho, o parecida a estar recibiendo mil piquetes de agujas en él, me remuevo inquieta dentro de la bruma blanca que se transforma a gris, poco a poco, el aliento se me va, todo me da vueltas. —¡Si ella muere, todos lo hacen! Esa voz… me resulta tan familiar y al mismo tiempo es tan aterradora, quisiera decir que me agrada, pero es como si una parte en mi interior, quisiera escapar de ella. —¡Sálvale la vida!Ese hombre se escucha desesperado, como si le doliera algo, no entiendo. —Juro que si mueres… Algo en mi interior se despierta, es como un torbellino que hace que mi piso se tambalee, que todo gire y gire, entonces caigo en cuenta de que se trata de la voz de Brentt, abro los ojos y lo prim
LYNETTENo entiendo qué es lo que quiere decir con elegir, lo dejo pasar porque se ha ido, tampoco hago un cuestionamiento constante debido a que hoy está más raro que oras veces, y eso se debe al aniversario luctuoso de Ariella, a quien considero un fantasma importante del pasado de Brentt. Me muerdo el labio inferior tratando de encontrar una solución a este dilema, no la hay. Luego de una ducha de agua caliente, un cambio de ropa, me siento mucho mejor, sigo conmocionada por la aclaración de qué fui envenenada, casi me pierdo, casi me alejo de lo que realmente me importa, y son mis hijos. Quisiera decir que todo estará bien, pero esto solo ha demostrado que no importa lo lejos que nos encontremos, alguien siempre va a intentar matarme, quitarme de su camino. Camino de un lado a otro, sintiendo la necesidad de siquiera caminar por el jardín, justo cuando me dispongo a salir, solo un momento, llaman a la puerta y enseguida entra uno de los hombres de Brentt, su mirada es más amable
LYNETTEEl miedo me paraliza, siento las ganas de gritar, pero me lo impide la persona que me arrastra hacia un costado donde nos cubren un par de arbustos, a lo lejos, mientras forcejeo sin poderle ver el rostro a mi captor, diviso a Brentt alejarse a toda prisa de la capilla. Se va, no voltea, no mira atrás y se da cuenta de que me llevan, estoy horrorizada, hasta que reconozco este olor a loción. —Tranquila, no hagas un alboroto. La voz de Zair hace que me moleste, cuando me suelta me giro para enfrentarlo. —No hagas eso, casi me das un susto —le reclamo. —Esa no era precisamente la idea —refuta—. Necesitaba hablar contigo, me enteré de tu accidente y vine enseguida. No sé por qué, pero miro por encima de su hombro y volteo a todos lados, como esperando que en cualquier momento salga algún agente del FBI, pero no sucede nada, lo cual, le causa gracia a Zair. —Vine solo, Lynette, si eso es lo que te preocupa. —No me preocupa eso, tampoco tu seguridad, solo la de mis hijos —de
LYNETTEEn cuanto las palabras se deslizan de los labios de Brentt, temo que se dé cuenta de que Zair estuvo aquí, no por lo que le pueda pasar, puesto que él solo se ha expuesto y ese no es mi asunto aunque sus intenciones hayan sido buenas, simplemente no voy a dejar que me afecten. Pero sus ojos asesinos hacen que mi valentía se esfume tan pronto como llega, sin que pueda hacer nada al respecto. —No sé de lo que hablas —trato de mantener la calma. —Lo sabes bien. —No —me suelto de su agarre y me permito tomar distancia entre los dos, sin levantar sospechas—. Escucha, sé que este día es importante para ti, es el aniversario luctuoso de la mujer de tu vida, no imagino lo que debes estar sintiendo, pero el ver cosas que no, acusarme de que estuve con otro, cuando sabes bien que tus hombres te son leales y que no hay nadie que quiera algo conmigo del modo en el que crees, me ofende. Su rostro es inexplicable, me mira a detalle como si quisiera encontrar la mentira detrás de cada un