LYNETTELas palabras escritas en la carta que me ha dejado el padre de mis hijos, me parecen la cosa más cruel, en especial cuando no he hecho nada más que ayudarlo, todo esto comenzó con su juego, no quería despertar quién era yo en el pasado, no quería regresar a ese oscuro túnel en el que me encontraba navegando en aguas solitarias, ya tenía un error tremendo que me aplastaba la espalda, uno, que sin duda seguía haciendo mis días grises cada que lo recordaba, y ahora esto.Admito que desde u principio había admitido que mi hijo se lo quedaría ese señor que había pagado una fortuna por mi vientre, pero cuando él decidió hacerme parte del juego, debió suponer que las piezas en su tablero habían cambiado. Y ahora esto. No parece real, todo parecía estar sacado de una película de terror, en especial porque en un momento me encontraba en Italia, y en un segundo de vuelta al país en el que nací. Zair me habla, sin embargo, sus palabras no resuenan en mi cabeza, más bien son como un enor
LYNETTEDos semanas, eso es el tiempo que me ha tomado tratar de entender las razones absurdas que tiene Zair conmigo, es decir, no me canso de decirle que no somos amigos, nada, solo fuimos pareja una vez, no funcionó, ¿por qué me hace esto a mí? Sin embargo, mi madre se ha encargado de hacerlo sentir como todo lo contrario, lo hace ver como si fuera el macho alfa de nuestra pequeña comunidad de dos personas, ella y yo. Cosa que al parecer el disfruta, ya que eleva su ego y se toma atribuciones que nos son suyas, como el hecho de que quiera pasar tiempo a solas conmigo, aunque yo no quiera hablar de ningún tema en específico y mucho menos necesitar de su compañía, él lo siente, lo sabe y no hace nada por alejarse de mí, es peor que un perro cuidando un sabueso. El único lugar en el que me encuentro a solas y que nadie me molesta, es en la ducha, los veinte minutos que tengo de libertad son algo que atesoro con recelo, me tratan como a una niña, aunque ya no lo soy, aunque esté casa
LYNETTEUn sueño saboreando la realidad, eso es lo que pienso en el momento en el que me encuentro frente a frente con el padre de mis hijos, y aunque todavía una parte de mi no lo acepte, el hombre que ahora es mi marido, mi madre se asusta porque no entiende nada, un pequeño detalle que había olvidado y que no me tomé la molestia de preparar cuando le llamé, pero eso ahora no importa. Zair tiene la intención de sacar su arma, pero uno de los hombres de Brentt, se lo impide cuando le apunta a la cabeza con su arma. Él me mira con furia, estoy segura de que su cabeza comienza a trabajar con fuerza, pensando en que en realidad, fui yo, más astuta de lo que llegó a creer, puede que incluso ya sepa que todo lo de la huida fue planeado y que en realidad me comuniqué con Brentt. —¿Qué significa esto? —pregunta mi madre atemorizada, pero sin apartar la mirada de mi marido.Nadie le responde. —¿Acaso es usted el jefe de mi hija? —ella se pone de pie—. Si es por el dinero, buscaremos la ma
ARESEl sueño de un imperio se me desmorona frente a los ojos, en cuanto Boris me da la mala noticia de que mi hijo ha regresado a los Estados Unidos para recuperar a la extranjera, solo hace que la sangre me hierva como lava a punto de estallar, la rabia me consume, es que no puede estar cometiendo más errores, estamos quedando como una familia inepta. Ni siquiera se ha hecho cargo de sus obligaciones como Capo, como el líder, debido a que está tan entretenido con sus hijos y con la mujer que está haciendo cenizas el imperio que, con mucho esfuerzo, sudor y sangre, he construido para que nuestra familia siga siendo una de las que está en la cabeza de todo, no le importa, y eso es lo que más me molesta. —Deberías confiar en que va a hacer las cosas bien. La voz de Boris no mejora las cosas, solo las empeora. —¿Tú crees? —pregunto con la ironía rozando mi paladar. —Es tu hijo. —Al parecer lo ha olvidado, todo esto es culpa de aquella mujer, no entiendo qué es lo que le ve, no tie
BRENTTNo puedo evitar sentirme molesto con lo que han hecho a mis espaldas, en especial mi padre, porque pese a que busque más culpables, no los hay, todo esto es obra de Ares White, quien seguro de que no investigaría y de que me creería toda esa farsa de que Lynette me había abandonado, confabuló todo, tal vez si no existieran nuestros hijos, lo creería, pero el asunto es que llevo observando a mi mujer, muy de cerca. Ella piensa que no lo sé, que no me doy cuenta de lo que pasa por su cabeza, pero lo hago. Como en estos momentos, en los que no dejo de mirarla mientras duerme, hace una hora que llegamos a Italia, y ahora, cayendo en el cansancio, se ha quedado en estado crítico, mientras avanzamos hacia nuestra nueva propiedad, una en la que estará a seguridad con gente que me juró lealtad hace años, hombres que recibieron a mis hijos, mejor que mi familia y mi propia organización. Me permito haberme quedado un par de segundos antes de tener la mala decisión de despertarla, puest
BRENTTQuienes se creían que eran los miembros de la orden como para tener el valor de enfrentarme, y no solo eso, sino, querer manejar los hilos de mi vida, tal vez con mi padre se lo hicieron, pero sin duda, no iba a ser mi caso, ambos habíamos escogido caminos distintos, caminos que nunca más íbamos a poder hacer que se crucen. Y ahora, me encontraba ahí, en medio de una de las salas de conferencia que solían tener los treinta miembros de la orden, personas tanto importantes como influyentes del país, había desde políticos, abogados e incluso agentes especiales de la policía, personas que teníamos infiltradas bajo el manto de la justicia, y que nos ayudaban cuando era necesario, esa era una de las tantas razones por las cuales siempre librábamos su justicia. Para cuando las puertas se abrieron y me dieron el paso, el silencio que se sostuvo en todo el interior de la sala, la cual estaba sumida por una tenue luz que apenas dejaba ver las sombras bailarinas de cada uno de los cuerp
BRENTTCuando Boris me detuvo al final de la puerta en la entrada principal, y argumentó que teníamos un sitio que visitar antes de que dieran las dos de la madrugada, jamás imaginé que era en la jaula, un sitio donde se encuentran los traidores de la organización, soportando las más duras pruebas. —¿Esto es tu idea de una buena anoche? —le pregunto con incredulidad. Todo mientras mi mente no dejaba de trabajar en dos cosas, en lo que había pasado en la asamblea, y dos, en lo que iba a hacer, con esto que comenzaba a despertar Lynette en mí.—No, pero hace unos días, mientras te asegurabas de regresar a salvo a tu esposa, uno de los turcos infiltrados en el sistema de operaciones, entró a la sala, logramos capturarlo antes de que escapara o diera aviso a sus compañeros, los cuales si lograron marcharse, suerte de principiantes, supongo —me explica mientras entramos. La jaula, como le llamamos, es un lugar que hace años inauguró mi padre, un edificio de doce pisos, en los cuales, ca
LYNETTEEl haber querido hacer la limpieza en una de las habitaciones principales por el hecho de quererme mudar ahí, fue una mala idea desde el principio, lo supe cuando comencé a darme cuenta de que todo lo que había alrededor, se trataban de cosas personales de Ariella, la ex esposa de Brentt. Pero la curiosidad me llegó a límites que incluso yo no conocía y comencé a husmear de un lado para otro, hasta que encontré la caja que me llamó la atención. En cuanto la abrí, apareció frente a mis ojos, una foto de Ariella, sin lugar a dudas era una mujer hermosa, por donde sea que uno la viera, debió haber robado muchos corazones dentro de la organización, antes de casarse con Brentt, el problema es que en la foto no estaba sola, sino, con un hombre igual de apuesto aunque no tanto como Brentt. Ambos se veían más que felices, el tipo tenía ojos avellana, de esos que te roban el aliento, su cabello oscuro ligeramente alborotado, delgado, tez clara, parecía uno de esos modelos que ves en