LYNETTEHay veces en las que me pregunto qué he hecho mal en la vida, qué es lo que hice para merecer esto, es decir, no es que culpa al destino, al universo o a cualquier otra fuerza, hay otras veces en las que le echo toda la culpa a Brentt, argumentando o tratando de convencerme de que él es quien me arruinó, pero recuerdo los tres hijos maravillosos que me ha dado y cambio de parecer casi enseguida, es difícil odiar al hombre que me los dio y que al mismo tiempo me los quitó. Cuando despierto, estoy sentada en un auto en movimiento, va a gran velocidad, medio aturdida por la droga con la que le durmieron, intento moverme para localizar el punto de quiebre dentro de aquella situación, es en vano, ya que estoy amarrada de manos y tengo una bolsa de tela negra cubriendo mi rostro todo el tiempo, por lo que no veo nada. Remojo mis labios mientras mi mente se encarga de mandarme todas las respuestas necesarias. Pienso en un sin fin de posibilidades en las que podría escapar, y en tod
LYNETTEMe rompo por dentro cuando mis hijos se aferran a mí de un modo como si fuera su único salvavidas, me siento tan confundida, pero no lo demuestro, no cuando Brentt nos está observando con detenimiento. —Mami —dice Mael—. Por fin has vuelto, papá nos dijo que habías estado de viaje todo este tiempo. —¡Sí! —lo secunda su hermano, Malek—. ¡Dijo que cuando regresaras ahora si te ibas a quedar con nosotros toda la vida! —Hemos recibido cada año los regalos que nos has enviado y te extrañamos, mami. El corazón me duele, nunca había podido ir a Italia, y el que Brentt los haya traído hasta aquí, es solo un indicio de que está jugando sucio, en especial por los regalos, ya que como no podía hacer mucho, lo que hacía era enviarles regalos pero con el nombre y dirección de otra persona, puesto que no quería que me encontraran, siempre pensé que nunca se los daría y que todos mis regalos habían sido tirados a la basura, pero en aquel momento no me importaba, siempre y cuando mi mente
BRENTTNunca pensé que dejar ir a Lynette, iba a ser de nuevo algo duro, las cosas han cambiado, y ella también, me ha enfrentado, amenazado, y puede que antes me gustaba la Lynette sumisa y callada de antes, pero esta nueva versión de ella, joder, me la pone tan dura que estuve a punto de romperle el culo cuando noté que tenía sobre su piel, una marca de Zair. No pensé bien las cosas, el hecho de que ella siga siendo la culpable del accidente de Ariella, no cambia las cosas, solo el que la desee más que nunca. Veo cómo el auto que la va a llevar de regreso a su mundo, llega, y la observo a ella abrazando con fuerza casi sobrehumana a nuestros hijos. Llenándolos de amor, como si pensara que jamás los va a volver a ver. Un error en su plan. —¡Mami, no te vayas, no te vayas! —Malek no la suelta. Y me resulta casi gracioso al punto en el que mis hijos son unos manipuladores natos, sí, la extrañan, jamás dejé de hablarles de ella, su madre, no los puse en su contra, ¿por qué lo haría?
LYNETTEHORAS ANTESNo importa que ahora esté a unos minutos de llegar al cuartel general, no, mi corazón sigue latiendo con fuerza, me duele le pecho no solo por las marcas que me hizo Brentt, sino, porque me volví a despedir de mis pequeños, —Estamos a cinco minutos —me dice el hombre que va al volante, sin atreverse a mirarme a los ojos y algo me dice que se debe a que Brentt le advirtió sobre no verme. Lo tuve tan cerca de mí que la piel se me erizó lo suficiente como para que él se diera cuenta al instante, solo esperaba que no lo haya hecho, porque eso solo era una prueba de mi debilidad por él, cosa que usaría sin duda para usar en mi contra, así de traicionero era él. —Gracias —me limito a responder. Las manos no las dejo de apretar, estoy tan nerviosa, me costó mucho haber convencido a Zair de que no viniera aquí para salvarme, a él no le pareció, aún sigo enojada con él por querer usar a Rina en contra de su propio padre, si ella se enterara de esto cuando fuera grande,
LYNETTEMi madre se le abalanza encima y no puedo detenerlo a tiempo, Brentt recibe todo como si nada, no importa que mi madre esté pegando en su pecho con los puños cerrados, ella solo hace lo que puede, el problema es que él no se mueve, tampoco hace algo para defenderse o protegerse de los ataques de ella. —Mamá —trato de detenerla pero es imposible. Es como si hubiera sido poseída por una bestia cuyo objetivo es aniquilar al padre de mis hijos. —¡Vete, largo, maldito asesino! —dice ella con cansancio en su voz, pero con la mirada tan firme que me extraña esta manera de actuar de ella. —Lo siento, señora, pero no pienso irme sin antes hablar con Lynette —esta vez me mira a mí, esperando una respuesta. Lo conozco, sé que si le digo que no, va a seguir intentando que hablemos, y algo me dice que la segunda vez no llamará a mi puerta para pedirlo de la mejor manera, lo mejor será no escapar de él, si lo hago, eso le dará pie de intentar descubrir a mi hija. Por lo que tragando du
BRENTTMentiras, eso es lo que leo en el rostro de Lynette todo el tiempo, tuve que recurrir a toda la poca paciencia que me queda para no darle por el culo para que me dijera la verdad, una que viene rondando en mi cabeza desde que vi la fecha de nacimiento de su hija, no soy un crío, y si hago las cuentas, no parece que sea hija de Zair, a menos de que ellos dos hubieran follado en una de las tantas ocasiones en las que él se coló en mi fortaleza para verla, es que pensar siquiera en esa posibilidad, hace que quiera desangrar al cabrón por atreverse a tocar lo que es mío. No importa que un papel diga lo contrario, tampoco importa lo que haya pasado antes, o el cómo actúe en consecuencia, ella jamás ha dejado de ser mía, y es hora de que lo recuerde, así sea por las malas. Cuando salgo de su casa, me quedo a una distancia considerable en la que puedo pasar desapercibido, una distancia que solo hace que quiera matar. Después de unos cinco minutos, el tiempo que a ella le toma creer
LYNETTEObservo a mi hija corriendo hacia mí cuando termino de prepararle algo de comer, me llena de besos que le doy de vuelta, ella es mi ancla en este momento, y aunque desee que mis hijos también estén conmigo, reprimo el llanto que golpea fuerte con la intención de aflorar, Rina no me puede ver derrumbada, llorando por algo que no va a comprender en estos momentos. Miro la hora en mi reloj, no dejo de pensar en lo que me dijeron, Zair fue secuestrado por Brentt, solo espero que no cuente nada de lo que se puede arrepentir, ya me ha traicionado con el asunto de mi hija, Brentt tiene los medios para hacer hablar a cualquiera, pero nunca a mí, simplemente no lo voy a dejar. —Oye mami —me llama mi hija. —Dime, cariño. —La abuela ya no va a venir aquí, ¿verdad? —me pregunta dejando de lado su emparedado. —No, cariño, sé que la quieres y que… —Qué bueno, mami, porque no me gusta la abuela, nunca me gustó. Lo que dice mi hija llama mi atención, sin duda. Por lo que me siento dela
LYNETTEMi corazón palpita con rabia cuando menciona el nombre de mi hija, cada vez me siento más encerrada, acorralada, siento que no podré sostener por más tiempo las mentiras que he dicho, todos los secretos que le he ocultado, él odia a Zair, y por ende, todo lo que viene de él, tiemblo ante la idea de que mate a Rina, no puede hacerlo, es su hija, pero tampoco puedo decírselo. —Rina Finn, sabes, me pregunto por qué no tiene el apellido Kaegan de Zair —susurra. Zair lo alcanza a escuchar y ve el miedo en mis ojos. —Hoy en día es normal que lleven el apellido de la madre —dice Zair tratando de que Brentt se enfoque en otra cosa. —Puede ser, sí —Brentt se aleja y bajo mi falda—. Pero vamos, estás tan obsesionado con Lynette, que el que tengas una hija con ella y que no lleve tu apellido, te haría sentir como un poco hombre, ¿me equivoco? Zair se queda callado, le ha dado en donde más le duele, yo me acerco a ellos, pero Brentt me impide acercarme a Zair, colocando su brazo dela