BRENTTNunca pensé que dejar ir a Lynette, iba a ser de nuevo algo duro, las cosas han cambiado, y ella también, me ha enfrentado, amenazado, y puede que antes me gustaba la Lynette sumisa y callada de antes, pero esta nueva versión de ella, joder, me la pone tan dura que estuve a punto de romperle el culo cuando noté que tenía sobre su piel, una marca de Zair. No pensé bien las cosas, el hecho de que ella siga siendo la culpable del accidente de Ariella, no cambia las cosas, solo el que la desee más que nunca. Veo cómo el auto que la va a llevar de regreso a su mundo, llega, y la observo a ella abrazando con fuerza casi sobrehumana a nuestros hijos. Llenándolos de amor, como si pensara que jamás los va a volver a ver. Un error en su plan. —¡Mami, no te vayas, no te vayas! —Malek no la suelta. Y me resulta casi gracioso al punto en el que mis hijos son unos manipuladores natos, sí, la extrañan, jamás dejé de hablarles de ella, su madre, no los puse en su contra, ¿por qué lo haría?
LYNETTEHORAS ANTESNo importa que ahora esté a unos minutos de llegar al cuartel general, no, mi corazón sigue latiendo con fuerza, me duele le pecho no solo por las marcas que me hizo Brentt, sino, porque me volví a despedir de mis pequeños, —Estamos a cinco minutos —me dice el hombre que va al volante, sin atreverse a mirarme a los ojos y algo me dice que se debe a que Brentt le advirtió sobre no verme. Lo tuve tan cerca de mí que la piel se me erizó lo suficiente como para que él se diera cuenta al instante, solo esperaba que no lo haya hecho, porque eso solo era una prueba de mi debilidad por él, cosa que usaría sin duda para usar en mi contra, así de traicionero era él. —Gracias —me limito a responder. Las manos no las dejo de apretar, estoy tan nerviosa, me costó mucho haber convencido a Zair de que no viniera aquí para salvarme, a él no le pareció, aún sigo enojada con él por querer usar a Rina en contra de su propio padre, si ella se enterara de esto cuando fuera grande,
LYNETTEMi madre se le abalanza encima y no puedo detenerlo a tiempo, Brentt recibe todo como si nada, no importa que mi madre esté pegando en su pecho con los puños cerrados, ella solo hace lo que puede, el problema es que él no se mueve, tampoco hace algo para defenderse o protegerse de los ataques de ella. —Mamá —trato de detenerla pero es imposible. Es como si hubiera sido poseída por una bestia cuyo objetivo es aniquilar al padre de mis hijos. —¡Vete, largo, maldito asesino! —dice ella con cansancio en su voz, pero con la mirada tan firme que me extraña esta manera de actuar de ella. —Lo siento, señora, pero no pienso irme sin antes hablar con Lynette —esta vez me mira a mí, esperando una respuesta. Lo conozco, sé que si le digo que no, va a seguir intentando que hablemos, y algo me dice que la segunda vez no llamará a mi puerta para pedirlo de la mejor manera, lo mejor será no escapar de él, si lo hago, eso le dará pie de intentar descubrir a mi hija. Por lo que tragando du
BRENTTMentiras, eso es lo que leo en el rostro de Lynette todo el tiempo, tuve que recurrir a toda la poca paciencia que me queda para no darle por el culo para que me dijera la verdad, una que viene rondando en mi cabeza desde que vi la fecha de nacimiento de su hija, no soy un crío, y si hago las cuentas, no parece que sea hija de Zair, a menos de que ellos dos hubieran follado en una de las tantas ocasiones en las que él se coló en mi fortaleza para verla, es que pensar siquiera en esa posibilidad, hace que quiera desangrar al cabrón por atreverse a tocar lo que es mío. No importa que un papel diga lo contrario, tampoco importa lo que haya pasado antes, o el cómo actúe en consecuencia, ella jamás ha dejado de ser mía, y es hora de que lo recuerde, así sea por las malas. Cuando salgo de su casa, me quedo a una distancia considerable en la que puedo pasar desapercibido, una distancia que solo hace que quiera matar. Después de unos cinco minutos, el tiempo que a ella le toma creer
LYNETTEObservo a mi hija corriendo hacia mí cuando termino de prepararle algo de comer, me llena de besos que le doy de vuelta, ella es mi ancla en este momento, y aunque desee que mis hijos también estén conmigo, reprimo el llanto que golpea fuerte con la intención de aflorar, Rina no me puede ver derrumbada, llorando por algo que no va a comprender en estos momentos. Miro la hora en mi reloj, no dejo de pensar en lo que me dijeron, Zair fue secuestrado por Brentt, solo espero que no cuente nada de lo que se puede arrepentir, ya me ha traicionado con el asunto de mi hija, Brentt tiene los medios para hacer hablar a cualquiera, pero nunca a mí, simplemente no lo voy a dejar. —Oye mami —me llama mi hija. —Dime, cariño. —La abuela ya no va a venir aquí, ¿verdad? —me pregunta dejando de lado su emparedado. —No, cariño, sé que la quieres y que… —Qué bueno, mami, porque no me gusta la abuela, nunca me gustó. Lo que dice mi hija llama mi atención, sin duda. Por lo que me siento dela
LYNETTEMi corazón palpita con rabia cuando menciona el nombre de mi hija, cada vez me siento más encerrada, acorralada, siento que no podré sostener por más tiempo las mentiras que he dicho, todos los secretos que le he ocultado, él odia a Zair, y por ende, todo lo que viene de él, tiemblo ante la idea de que mate a Rina, no puede hacerlo, es su hija, pero tampoco puedo decírselo. —Rina Finn, sabes, me pregunto por qué no tiene el apellido Kaegan de Zair —susurra. Zair lo alcanza a escuchar y ve el miedo en mis ojos. —Hoy en día es normal que lleven el apellido de la madre —dice Zair tratando de que Brentt se enfoque en otra cosa. —Puede ser, sí —Brentt se aleja y bajo mi falda—. Pero vamos, estás tan obsesionado con Lynette, que el que tengas una hija con ella y que no lleve tu apellido, te haría sentir como un poco hombre, ¿me equivoco? Zair se queda callado, le ha dado en donde más le duele, yo me acerco a ellos, pero Brentt me impide acercarme a Zair, colocando su brazo dela
BRENTTMi polla sigue dura mientras enfrento a Lynette, quien tiene los ojos llorosos, los labios hinchados, su pecho sube y baja y si no termino lo que empecé ahora, esto va a acabar muy mal para los dos. —Largo —le digo a la mujer. Ella, sin mirarnos, recoge las cosas y sale rápidamente, enseguida chasqueo los dedos y mis hombres entran enseguida. —Llévenselo a una de las celdas en las mazmorras —demando.—¡No, no te voy a permitir que le hagas más daño! —grita como perro dolido. —¿Daño? ¿Acaso estás ciego? ¿Tengo que volver a follarla delante de ti para que veas a quién le pertenece? —tenso el cuerpo. Odio la idea de que vea su cara de sexo, pero era necesario, para que entendiera de una vez por todas, que ella me pertenece solo a mí, que nadie más ha ocupado su lugar, mis hombres lo liberan, intenta defenderse para llegar a nosotros, Lynette tiene la mirada gacha, no se atreve a verme a los ojos. Lo comprendo a la perfección. —¡Lynette! Miro el anillo que es el lazo de las
NARRADOR OMNISCIENTELos pasos de Ulyses Young eran firmes cuando aterrizó, sabía que el tiempo corría a prisa y sin poderlo evitar, miró hacia la luna, recordando que eso hacía cada que Ariella pasaba tiempo con él, después de follarla y de planear toda una vida a su lado, luego las nubes entumecieron su vista y recordó la razón por la que estaba ahí. —Por fin llegas. Una voz gruesa a sus espaldas y solo bastó para que sus hombres se pusieran en alerta y comenzaran a apuntar en dirección de la oscuridad, de ella, emergió la sombra que pronto se convirtió en un hombre alto, delgado pero fornido, un hombre bien entramado por su organización. —Boris —siseó Ulyses.—Tanto tiempo sin vernos —Boris sonrió—. Una noche demasiado fría, ¿no te parece? —Huele a muerte, eso es lo que me parece —Ulyses no pierde el tiempo en darle a conocer sus problemas. —¿Tienes lo que me interesa saber? Boris se quedó callado un par de segundos, sopesando lo que estaba a punto de hacer, no podía creer qu