LYNETTE—¡Lynette! Sigo caminando por los pasillos, con la carpeta en la mano, la misma que contiene toda la información que necesito sobre Elsa White. Zair me alcanza y me detengo con el ceño fruncido, porque ya sé qué es lo que me va a decir. No entiendo cómo es que sigue insistiendo en algo que tarde o temprano va a ocurrir, y eso es un hecho, así es como tiene que ser. Esta es una misión en la que no puedo dejar que los sentimientos me arrebaten la profesionalidad que he desarrollado, eso sí que no. —¿Qué es lo que me dirás? —inquiero con la poca paciencia que me queda, le quiero, sin embargo, estos últimos días se ha convertido en un dolor en el trasero muy insistente. —Quiero que estemos bien. —Sabes que no podemos. —¿Por qué no? Además, eso no es por lo que me detuve, te guste o no, soy tu superior, no creo que estés capacitada con lo mejor para enfrentar a Elsa, es la mujer del Capo, su esposa —espeta con firmeza y pareciera que disfruta de restregarme en la cara que yo
BRENTTElsa debe entender de una vez por todas, que no importa los esfuerzos que haga, nunca la veré como una mujer a la que ame o venere, jamás, incluso ahora, que se pasea desnuda en la habitación del hotel en donde nos hospedamos, y en donde en definitiva ella está más que dispuesta a que le meta la polla, el problema es que en mi mente tengo otros planes con su cuerpo, y uno de ellos, es hacer que se acueste con el líder del cartel de Colombia, el mismo que está aquí, disfrazando sus verdaderas intenciones en negocios, con la fecha de su cumpleaños. —No quiero hacerlo —desliza sus manos sobre mis hombros—. Quiero tu polla en mi cuerpo, no en el de cualquiera. Ella hace el intento por besarme en la boca, buscando mis labios, desde que estuvimos en este maldito matrimonio falso, nunca, y cito, nunca la he besado, jamás, a decir verdad, siento la necesidad luego de matarla, de eliminarla de mi vida, o de cortarle las manos cuando se atreve a tocarme, más, cuando tiene el descaro de
LYNETTESoy una inútil y una idiota, eso es lo que me considero en estos momentos, no pude dispararle al hombre me ha herido tanto, al mismo que es el padre se mis hijos, lo tuve frente a mí, un blanco fácil, cualquiera de mi equipo no lo hubiera pensado mucho tiempo, era la oportunidad perfecta para hacer mi trabajo, matar a dos pajaros de un tiro, tendríamos a Elsa y a Brentt, juntos, pero también pude haberlo matado y con ello el miedo constante que me carcome día con día al pensar en que me puede quitar a mi hija en cualquier momento. No lo hice, me perdí en sus malditos ojos verde esmeralda, los mismo que le heredó a nuestros hijos, el dolor de mi pecho no desaparece, solo me paralicé, todo por lo que trabajé estos años, todo por lo que estudié, se esfumó en segundos. Y ahora estoy aquí, queriendo matarme a mí misma, mientras limpiamos el lugar, lo que es el equivalente a revisar que no haya más personas en el edificio. Atrapamos a Elsa, eso es un gran logro del que todos habla
LYNETTEEl miedo no me paraliza, el miedo a que me hagan daño no es lo que me ha alimentado todo este tiempo para lograr llegar hasta donde estoy, sino, el miedo de que Brentt me quite a Rina como me quitó a Mael y a Malek, mis bebés. Y eso es lo que me congela por una fracción de segundo, como comprobé cuando estábamos en la camioneta, ella se da cuenta de todo y suelta una risotada mientras tira de manera dramática al suelo, el pasamontañas que me cubría el rostro. —Vamos, joder, ¿por qué no se ríen? —finge llorar de diversión—. Quien iba a decir que la grandiosa Lynette Finn, la ex esposa de mi marido, ahora está del lado de los buenos, no cabe duda que eres una traidora como se suele decir en la organización. Cierro los puños, reteniendo mis deseos por estamparle la cara contra el suelo. —Señora White —hablo por primera vez, empleando el mismo tono gélido y distante que uso cuando suelo interrogar a algún criminal de alto peligro—. Yo jamás estuve del lado de los malos, el lado
NARRADOR OMNISCIENTELas cosas no estaban pintando bien para algunos, aunque no era el caso de muchos, ya que mientras otros vivían sus dramas, Ulyses se estaba aliando con el líder del cártel de Colombia, en medio de una sala a las afueras de los Estados Unidos, en donde nadie los iba a poder molestar, pero sobre todo, en donde ellos iban a poder llevar a cabo su plan en contra del legado de Brentt, a quienes los dos tenían en común, como un blanco perfecto para expandir sus territorios. —¿Estás seguro de lo que estás haciendo? —le preguntó el líder. El silencio enmudeció a la mayoría de la sala, solo los más altos mandos y de más confianza estaban siendo permitidos estar ahí, con ellos, debatiendo y aniquilando con la mirada a los otros, porque pese a que sus líderes estaban hablando, eso no quitaba el hecho de que entre ellos pudiera haber una disputa que ocasionaría una fractura en la alianza y entonces el resultado desastroso no sería para Brentt, sino, para ellos, en especial
LYNETTETodo está mal, lo peor es que no puedo decir si esto fue a partir de haber aceptado el caso referente al asunto con Brentt o su esposa, o sí esto ya estaba así y solo ahora se hace más presente, lo que pasó anoche con Zair fue un momento de debilidad, uno que no quería que pasara, pero que tampoco podía aceptar el hecho de no poder hacer esa clase de cosas con otro hombre. Pero es que al hacerlo, mi piel quemaba, mi cuerpo exigía otro que jamás va tocar y tener de nuevo, porque Brentt es cosa pasada y mi temor por el que me quite a Rina, es más grande, tanto, que estoy dispuesta a matarlo esta vez, si tengo la oportunidad de nuevo, no pienso desistir, no pienso dejarlo ir como la última vez, él va a morir, o yo, en el intento, él me quitó a mis hijos y eso es algo que no le voy a perdonar, no importan los años que pasen, Brentt White tiene que pagar por todo lo que me hizo. Yo intenté ser una esposa que estuviera a la altura, una que estaba dispuesta a meterme en su mundo de
LYNETTEHay veces en las que me pregunto qué he hecho mal en la vida, qué es lo que hice para merecer esto, es decir, no es que culpa al destino, al universo o a cualquier otra fuerza, hay otras veces en las que le echo toda la culpa a Brentt, argumentando o tratando de convencerme de que él es quien me arruinó, pero recuerdo los tres hijos maravillosos que me ha dado y cambio de parecer casi enseguida, es difícil odiar al hombre que me los dio y que al mismo tiempo me los quitó. Cuando despierto, estoy sentada en un auto en movimiento, va a gran velocidad, medio aturdida por la droga con la que le durmieron, intento moverme para localizar el punto de quiebre dentro de aquella situación, es en vano, ya que estoy amarrada de manos y tengo una bolsa de tela negra cubriendo mi rostro todo el tiempo, por lo que no veo nada. Remojo mis labios mientras mi mente se encarga de mandarme todas las respuestas necesarias. Pienso en un sin fin de posibilidades en las que podría escapar, y en tod
LYNETTEMe rompo por dentro cuando mis hijos se aferran a mí de un modo como si fuera su único salvavidas, me siento tan confundida, pero no lo demuestro, no cuando Brentt nos está observando con detenimiento. —Mami —dice Mael—. Por fin has vuelto, papá nos dijo que habías estado de viaje todo este tiempo. —¡Sí! —lo secunda su hermano, Malek—. ¡Dijo que cuando regresaras ahora si te ibas a quedar con nosotros toda la vida! —Hemos recibido cada año los regalos que nos has enviado y te extrañamos, mami. El corazón me duele, nunca había podido ir a Italia, y el que Brentt los haya traído hasta aquí, es solo un indicio de que está jugando sucio, en especial por los regalos, ya que como no podía hacer mucho, lo que hacía era enviarles regalos pero con el nombre y dirección de otra persona, puesto que no quería que me encontraran, siempre pensé que nunca se los daría y que todos mis regalos habían sido tirados a la basura, pero en aquel momento no me importaba, siempre y cuando mi mente