CAPITULO 11
Caminé en medio de la oscuridad las tres calles que separan la casa de mi familia del lugar en dónde Fernando me estaba esperando.

Mi cuerpo temblaba producto del frío y un vapor blanquecino escapaba de mi boca cada vez que exhalaba el aire de mis pulmones.

Unos metros antes de llegar, divisé su vehículo a un costado de la calle, este tenía las luces apagadas y la brasa de su cigarrillo podía verse desde afuera.

Me acerqué cuidadosamente hacia la ventanilla del acompañante, dando un pequeño golpecito sobre el vidrio logrando llamar su atención.

No hizo más que ver mi rostro e inmediatamente una sonrisa se dibujo en el suyo como si yo fuera la causa de su alegría.

Le indiqué con mi mano que bajara el cristal para poder hablarle pero él me ignoró volviendo la vista al frente, por eso no me quedo otra opción más que abrir la puerta.

—Devuélveme el pasaporte.

—Primero sube al auto —me respondió sin mirarme.

—¡Déjate de idioteces y dame lo que vine a buscar!

—Dije que subieras al auto —volv
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