—Sólo aflojó su agarre cuando su boca probó el sabor metálico de la sangre que brotaba de la herida que llevaba la forma de sus dientes justo en medio de la espalda de Max.Max entró en la habitación y aseguró la puerta con llave. Luego depositó a Yudith sobre la cama. Yudith forcejeó con él nuevamente, pero Max subió encima de ella y la dominó con facilidad.—¡Suéltame, bastardo, mentiroso! —le gritó mientras lo fulminaba con la mirada.Los dos respiraban con ahogo mientras se miraban con intensidad.—Dime qué te sucede, ¿por qué estás tan enojada? Ya te dije, si no te gusta el collar, puedes pedir cualquier otra cosa. Entonces, ¿por qué estás haciendo tanto drama?—Dame el divorcio, eso es lo único que quiero de ti. Quiero ser libre —expresó Yudith con la voz ronca. y muy seria,Sus rostros estaban tan cerca que cada uno podía ver su reflejo en los ojos del otro. Max arrugó las cejas con incomodidad y molestia cuando ella mencionó el tema del divorcio por segunda vez, pero trató de
Después de un rato, Max salió del baño. Tras tomar una ducha, buscó en la habitación con la mirada a Yudith. No la veía en la cama; la encontró sentada en un rincón, abrazándose a sí misma, completamente dormida.Después de ponerse unos bóxers, la cargó con cuidado de no despertarla y la llevó suavemente a la cama. Se sentó a su lado y la observó por un momento. Ante la luz tenue de la habitación, el rostro de Yudith parecía angelical; su piel, blanca como la leche, brillaba como una perla bajo la luz de la luna, y sus largos rizos, negros como la tinta, estaban esparcidos por toda la almohada. Max se inclinó lentamente y depositó un pequeño beso en su frente. Al mismo tiempo, inhaló profundamente, llenando sus fosas nasales con el adictivo aroma de su cuerpo, ese aroma que lo volvía completamente loco mientras la miraba de forma posesiva.Yudith se movió, pero solo se volteó hacia el otro lado y no despertó. Estaba muy agotada después de haber luchado con tanta ferocidad.Al día sigu
CAPÍTULO 036Después trazó un camino de besos hasta llegar a su vientre, provocando pequeños escalofríos en ella. Cuando finalmente alcanzó su destino, el pantalón de pijama desapareció en un instante, al igual que sus bragas. Yudith se tapó la cara por la vergüenza que sintió cuando Max separó sus piernas, obteniendo una grandiosa vista de su intimidad. Pero ya era demasiado tarde para volver atrás. Su cuerpo ardía de deseo, ansioso por sentir placer.Los labios de Max rozaron su piel, explorando ambos pliegues. Trazó círculos lentos y luego rápidos sobre su botón de placer, siguiendo un ritmo que Yudith fue dictando poco a poco con sus movimientos de caderas y algunos gemidos que salían ahogados.Max introdujo un dedo en su centro, que ya estaba muy mojado, y luego otro. Yudith, con una mezcla de anticipación, dejó escapar un gran gemido que ya no pudo sostener más tiempo en la garganta. Se mordió los labios. Cada sonido que escapaba de su boca era una melodía sinfónica para los oíd
Por lo tanto, él se inclinó y plantó un beso en la cabeza de ella, que parecía estar muy cómoda recostada en su pecho. Cuando Yudith volvió en sí, Max ya había salido del baño. Ella misma pensó que quizás tuvo alguna clase de espejismo.Después de tomar una ducha, volvió a la habitación. Max ya no estaba y la puerta estaba entreabierta. Así que ella respiró con alivio. Fue a su habitación. Después de vestirse y comer algo, salió y tomó un taxi. Le entregó al taxista la dirección escrita del punto de encuentro.Un rato más tarde, el taxi se estacionó frente a un café ubicado en una zona urbana de la ciudad. Yudith buscó con la mirada dentro del café la figura que encajara con la descripción del hombre de mediana edad, alto y de ojos azules. Encontró a alguien con esa descripción sentado en la mesa del fondo. El hombre en cuestión estaba en medio de una llamada telefónica. Cuando ella se acercó a él con paso lento, el hombre se percató de su presencia y, con una mirada pasiva, le hizo u
Ya era casi mediodía cuando Yudith regresó a la casa. Encontró a la señora Nani muy angustiada, con el rostro pálido y las manos temblorosas.—¿Qué sucede, señora Nani? —preguntó Yudith, preocupada al ver el estado de la mujer.—Es... es que... —balbuceó la señora Nani, incapaz de continuar mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.Yudith se acercó y la tomó de las manos, tratando de calmarla. La señora Nani respiró hondo y, con voz quebrada, finalmente logró articular:—Es María, señora... me llamaron del hospital.Yudith entendió de inmediato. María ya estaba en su última etapa de vida cuando Yudith la vio. La enfermedad del cáncer le había arrebatado la resistencia. Yudith no pudo evitar sentirse triste.Las dos llegaron al hospital. Cuando entraron a la habitación, una enfermera las acompañaba. María aún no había muerto, pero ya estaba agonizando. Nani se acercó a la cama.—Gracias por avisarme —le dijo Nani a la enfermera. La enfermera tampoco podía ocultar la tristeza, al igual
Capítulo 039 Yo soy la esposa Después de una larga charla con Víctor, Yudith se puso de acuerdo con él para empezar el proceso de quimioterapia después de quince días. Luego, Yudith regresó con Nani y Samantha. Como ya no había nada más que hacer allí, las dos mujeres tomaron un taxi de regreso a la casa. Samantha se quedó dormida en el camino, así que Yudith la cargó y la llevó a su habitación, acostándola con cuidado de no despertarla. Luego, Yudith bajó al primer piso a revisar si Max había llegado. Fue y revisó en el estudio, pero estaba cerrado con llave. Justo cuando estaba a punto de subir la escalera, escuchó llegar el auto de Max, así que Yudith se quedó al pie de la escalera a esperar a que entrara. Quería abordar el tema de Samantha lo más pronto posible, pero se quedó pasmada cuando vio a Max entrar con Cecilia cargada en brazos, y más atrás una enfermera con la silla de ruedas. Más temprano, Cecilia le había enviado un mensaje a Max diciéndole que ya le habían dado d
Con pasos lentos, como si quisiera evaluar primero las emociones en su rostro, Max se acercó a Yudith. Al verlo, Yudith se paró de la cama.—Cada día me sorprende más tu audacia, Yudith —dijo Max con una media sonrisa.Yudith lo miró con una expresión indescifrable y respondió con un tono de frialdad:—Y a mí me sorprende cada día más tu desvergüenza y cinismo. Pero, ¿qué se le va a hacer? ¿verdad?Max levantó una ceja y su sonrisa se desvaneció al escuchar sus palabras frías. Pero ella tenía razón al decirlo.—Pero bueno —continuó Yudith, exhalando un suspiro—. No es de eso de lo que quiero hablar.—Bien, ¿sobre qué quieres hablar? Te escucho.Max se colocó frente a ella. Yudith giró hacia la ventana, dándole la espalda. No estaba de humor para mirarlo. Se aclaró la garganta antes de empezar a explicar:—La amiga de Nani acaba de morir y dejó a su nieta, una niña pequeña que no tiene a nadie más que la cuide, al menos por el momento. Así que...Antes de que Yudith pudiera terminar la
Ella dormía en un anexo que había en la parte trasera de la casa principal.La noche anterior, Yudith le había pedido que dejara a Samantha dormir con ella, ya que la niña parecía exhausta y no quería molestarla.Cuando Nani entró en la cocina, vio a Yudith sentada en su habitual lugar en el comedor, al lado de la ventana, y a Samantha junto a ella. Yudith ya había preparado el desayuno para las tres, y las dos comían tranquilamente.—Señora, ¿por qué no me llamó más temprano? No se hubiera molestado.—Oh, Nani, buenos días. Ven, siéntate. También guardé un poco para ti.Yudith se levantó y buscó en el horno el plato de Nani que había guardado para que no se enfriara, y lo puso sobre la mesa.Nani se sentó frente a ella, sin poder creer que Yudith estuviera de tan buen humor, considerando que su esposo había traído a otra mujer a vivir bajo el mismo techo. Simplemente no entendía el pensamiento de los jóvenes de hoy, así que decidió no pensar más sobre el tema y empezó a comer.Despué