Capítulo 039 Yo soy la esposa Después de una larga charla con Víctor, Yudith se puso de acuerdo con él para empezar el proceso de quimioterapia después de quince días. Luego, Yudith regresó con Nani y Samantha. Como ya no había nada más que hacer allí, las dos mujeres tomaron un taxi de regreso a la casa. Samantha se quedó dormida en el camino, así que Yudith la cargó y la llevó a su habitación, acostándola con cuidado de no despertarla. Luego, Yudith bajó al primer piso a revisar si Max había llegado. Fue y revisó en el estudio, pero estaba cerrado con llave. Justo cuando estaba a punto de subir la escalera, escuchó llegar el auto de Max, así que Yudith se quedó al pie de la escalera a esperar a que entrara. Quería abordar el tema de Samantha lo más pronto posible, pero se quedó pasmada cuando vio a Max entrar con Cecilia cargada en brazos, y más atrás una enfermera con la silla de ruedas. Más temprano, Cecilia le había enviado un mensaje a Max diciéndole que ya le habían dado d
Con pasos lentos, como si quisiera evaluar primero las emociones en su rostro, Max se acercó a Yudith. Al verlo, Yudith se paró de la cama.—Cada día me sorprende más tu audacia, Yudith —dijo Max con una media sonrisa.Yudith lo miró con una expresión indescifrable y respondió con un tono de frialdad:—Y a mí me sorprende cada día más tu desvergüenza y cinismo. Pero, ¿qué se le va a hacer? ¿verdad?Max levantó una ceja y su sonrisa se desvaneció al escuchar sus palabras frías. Pero ella tenía razón al decirlo.—Pero bueno —continuó Yudith, exhalando un suspiro—. No es de eso de lo que quiero hablar.—Bien, ¿sobre qué quieres hablar? Te escucho.Max se colocó frente a ella. Yudith giró hacia la ventana, dándole la espalda. No estaba de humor para mirarlo. Se aclaró la garganta antes de empezar a explicar:—La amiga de Nani acaba de morir y dejó a su nieta, una niña pequeña que no tiene a nadie más que la cuide, al menos por el momento. Así que...Antes de que Yudith pudiera terminar la
Ella dormía en un anexo que había en la parte trasera de la casa principal.La noche anterior, Yudith le había pedido que dejara a Samantha dormir con ella, ya que la niña parecía exhausta y no quería molestarla.Cuando Nani entró en la cocina, vio a Yudith sentada en su habitual lugar en el comedor, al lado de la ventana, y a Samantha junto a ella. Yudith ya había preparado el desayuno para las tres, y las dos comían tranquilamente.—Señora, ¿por qué no me llamó más temprano? No se hubiera molestado.—Oh, Nani, buenos días. Ven, siéntate. También guardé un poco para ti.Yudith se levantó y buscó en el horno el plato de Nani que había guardado para que no se enfriara, y lo puso sobre la mesa.Nani se sentó frente a ella, sin poder creer que Yudith estuviera de tan buen humor, considerando que su esposo había traído a otra mujer a vivir bajo el mismo techo. Simplemente no entendía el pensamiento de los jóvenes de hoy, así que decidió no pensar más sobre el tema y empezó a comer.Despué
Max volvió y se inclinó hacia Cecilia y le acarició la cabeza con cariño, pero antes de que pudiera decir algo, el teléfono volvió a sonar. Max miró la pantalla; esta vez era de la empresa. Cuando tomó la llamada, el semblante le cambió al instante al ser informado de que su auto había explotado mientras estaba estacionado en el aparcamiento de la empresa.Max regresó de inmediato. Cuando llegó al lugar, todo era un caos. Afortunadamente, la magnitud de la explosión no fue tan grande y no afectó el edificio principal. Hasta el momento, no había ninguna muerte, pero sí algunos heridos, incluyendo el guardia de seguridad del estacionamiento. Max fue inmediatamente a revisar las cámaras de seguridad junto a la policía que también había llegado al lugar, pero la persona que implantó la bomba llevaba traje negro y una máscara que le cubría totalmente el rostro, siendo imposible identificarlo. Max frunció el ceño y resopló, muy molesto. Si había algo que lo irritara más, era que lo atacara
**Capítulo 43: Paralítica** Medio minuto más tarde se escuchó un sonido sordo. La enfermera, que había estado en la sombra expectante de los acontecimientos, corrió escaleras abajo gritando. Yudith retrocedió y se detuvo frente al barandal solo para presenciar la horrible escena: todo indicaba que Cecilia había rodado por las escaleras y ahora yacía al fondo, tirada sobre un charco de sangre. Al ver que la enfermera se apresuraba a llamar a emergencias, Yudith regresó a su habitación. Estaba confundida; no sabía si Cecilia se había tropezado y caído accidentalmente o si simplemente estaba fingiendo. Lo que sí era un hecho es que Yudith no quería involucrarse en nada relacionado con esa mujer, pues seguramente le traería muchos problemas. Por eso, decidió hacer como si no hubiera visto nada. Mientras tanto, Max seguía en su oficina trabajando cuando recibió un mensaje en su teléfono. Lo que vio en el mensaje lo sorprendió: "Te gustó mi regalo, ten paciencia y espera, aún hay más." P
—Estoy bien, seguro es algo que comí —murmuró Yudith, sosteniéndose en el lavabo mientras su rostro reflejaba mucha palidez y gotas de sudor. —No parece solo eso —insistió Max, acercándose para sostenerla—. ¿Estás segura de que no necesitas ver a un médico? —De verdad, estoy bien —respondió Yudith, forzando una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos—. Solo necesito descansar un poco. Max la ayudó a levantarse y la llevó en brazos de regreso a la cama. El hombre la observó mientras ella se acomodaba bajo las sábanas. Inicialmente, iba a reclamarle por su encuentro con Víctor, pero al encontrarla en este estado, se tragó las palabras que tenía en la punta de la lengua. Yudith se sentía terriblemente mareada y débil, pero esto se debía al nuevo tratamiento que empezó a tomar. Víctor le advirtió que al principio de tomar la pastilla sentiría mareos, ganas de vomitar y debilidad. Ella parpadeó mientras miraba el rostro del hombre que la observaba intensamente. Pensó que en ese momento con
Después de unos minutos, Max bajó al primer piso. Al descender la escalera, una niña chocó contra él y cayó sentada en el piso. Naturalmente, se golpeó muy fuerte y sus ojos se llenaron de lágrimas, rompiendo en llanto de inmediato. Max frunció el ceño, preguntándose de dónde había salido esta niña.Luego hizo memoria y recordó la petición de Yudith de albergar a una niña. ¿Entonces? Esta debe ser de la que habló Yudith.Max se puso un poco nervioso; jamás había tratado con niños, por lo que frente al llanto de esta no sabía cómo reaccionar. Pero al verla sollozar y estrujarse los ojos, se agachó y la levantó del suelo con suavidad.—¿Estás bien?La niña lo miró; sus ojos eran brillantes e inocentes.—Perdón, tío —dijo Samantha.—¿Tío? —Max sintió una sensación extraña. ¿Por qué la niña lo llamó tío?Max la ayudó a secarse las lágrimas.—Solo fue un accidente.Samantha lo miró con los ojos llorosos y rojos. Max sintió una punzada de incomodidad.—Vamos, ¿te duele algo? —preguntó mient
---—Por cierto, señora, ¿sabe qué fue lo que pasó?—Escuché el ruido de la ambulancia frente a la casa y salí corriendo. Alcancé a ver cómo se llevaron a la señorita esa en la camilla —Nani hizo una mueca de desdén antes de continuar—. Al parecer, se golpeó y derramó mucha sangre. No se veía muy bien.Yudith recordó la imagen de Cecilia tirada al final de la escalera, bañada en sangre, y se encogió de hombros. Luego de pensarlo, se sintió un poco preocupada de que se haya lastimado mucho; después de todo, también era un ser humano. Al momento de ver a Max en su cuarto, pensó que quizás él iba a mencionar el tema, pero inesperadamente no dijo absolutamente nada.Eso la hizo respirar un poco aliviada, ya que el regreso de Max significaba que la cosa no era tan grave.—Yo tampoco sé nada sobre lo que sucedió —respondió Yudith y procedió a comer la sopa que le trajo Nani.Yudith aún estaba un poco pálida y Nani lo notó y preguntó:—Señora Deverda, ¿está bien? ¿No quiere ir al hospital o