Esperar a que la noche cayera fue quizás una de las cosas más difíciles para Giulia. En su mente solo estaba la imagen de aquel niño aterrorizado y sabía que tenía que hacer hasta lo imposible para encontrarlo. Había memorizado muy bien aquella casa, pequeña y desvencijada en el lado norte de la ciudad. Sólo esperaba poder llegar a ella sin mayores tropiezos.Esperó a que las sombras cubrieran todo, y se envolvió en una túnica oscura, añadiendo un velo para que nadie pudiera reconocer a la asesina de Su Majestad. Ya en lo que se refería a Hasan quizás fuera un poco más difícil, porque no veía forma eficaz de ocultar a alguien tan imponente como él.—¿Lista, Malak? —preguntó Hasan mientras tomaba su mano y le daba las últimas órdenes a Karim en caso de que ellos no volvieran lo suficientemente rápido.—Más que lista, Su Majestad —respondió Giulia y sólo unos minutos después se perdían los dos entre las sombras bajo la ciudad amurallada.Caminaron junto a las paredes de piedra vieja y r
Hasan Nhasir se veía como el soldado más impasible en la historia de las guerras, pero mientras observaba cuidadosamente a través de la ligera cortina de la ventana, Giulia era capaz de ver cada uno de los engranajes de su mente funcionando.Estaba tan frustrado y tan furioso como ella, porque de nuevo había gente inocente siendo tratada como rehenes, de nuevo había gente inocente siendo maltratada y acosada, de nuevo había una parte de su pueblo que tenía que sufrir por la traición, la codicia, y la necesidad de poder de unos pocos.—¡Por favor, salve a mis hijos, es lo único que le suplico, Su Majestad! —dijo Fátima tras él, pero Giulia sabía que en aquel momento la mente de Hasan no estaba solo en aquellos dos niños.—Hay más, hay muchos más aquí —sentenció—. Tú misma lo has escuchado mientras pasábamos junto a las casas. Esta gente está asustada, la mayoría solo son comerciantes, pensé... —Se detuvo por un momento y se acarició el cabello como un gesto de impotencia—. Pensé que se
Hasan no era tan estúpido como para no darse cuenta de que la traición era una posibilidad constante en aquel momento.Alguien podía ver a Giulia y al niño en medio de la noche en plena calle y comenzar a hacerse preguntas. Alguien podía reconocerla. O en el peor de los casos podían tocar a la puerta equivocada y caer en la boca del lobo, o mejor dicho, en las garras de quienes habían secundado la traición de Yusuf Al-Amir con plena conciencia y que aún estaban esperando la posibilidad de reemplazarlo con un nuevo líder que siguiera manteniendo la resistencia.—Es como si nadie creyera que soy capaz de esto —murmuró para sí mismo y un segundo después sintió la mano de Karim en su hombro con un gesto amable.—Eso es porque siempre ha sido un buen rey —replicó su hermano con un suspiro—. Y porque también has sido un buen hombre. Creo que el concejo de la ciudad está bastante convencido de que no serías capaz de masacrar a treinta mil inocentes solo para dar un escarmiento a la rebelión.
No se podía negar que en los últimos meses, el rey Hasan Nhasir había pasado por toda clase de momentos llenos de ansiedad, pero ninguno tan fuerte como aquel en que cada vez fueron saliendo menos personas por las pocas de grano.El amanecer estaba demasiado cerca, Hasan sabía muy bien que el tiempo se estaba acabando y que muy pronto la ciudad debía llenarse de movimiento o de lo contrario sería demasiado sospechoso.No podía contar la cantidad de personas que estaban acurrucadas en aquellas carpas, no sabía cuántos habían podido salvar, pero sí estaba muy seguro de que todo aquello era únicamente gracias a Giulia.El problema era que ya no llegaba, el problema era que no aparecía y lo mismo Massimo que Diana y Karim estaban haciendo hasta lo imposible por mantenerlo en su sitio, o de lo contrario lo verían trepar por una de aquellas bocas de grano para ir a buscarla.Algo en su corazón le decía que no todo estaba bien, y el corazón de Hasan jamás se equivocaba con respecto a Giulia,
—¡Malak... Malak...! —La voz de Rahid era entrecortada por los sollozos y el miedo, y nadie fue capaz de detener a Hasan en aquel momento.—¡Llévate al niño! —le ordenó a Mustafá poniéndoselo en los brazos antes de darse la vuelta con la determinación reflejada en el rostro.—¡Su Majestad, espere…! ¡¿Qué va a hacer?! —le gritaron pero todo lo que vieron fue el borde de su túnica desapareciendo.Karim se lanzó tras él cuando lo vio subir por la boca de grano, y a Hasan solo le tomó unos pocos segundos alcanzar la puerta del granero y ver a Giulia con la espalda apoyada en aquella pared, levantándose con un gesto de rabia mientras sus armas se disparaban media docena de veces y escuchaba los gritos aterrados y agónicos de los hombres.La vio dar un paso atrás y enfocar la vista hacia la salida, enfocarlo a él y regalarle una sonrisa satisfecha. Aquella condenada realmente era difícil de matar, pero aun así, Hasan jamás dejaría de preocuparse por ella.La vio correr en su dirección y tan
Era simplemente una de esas cosas dolorosas que no se podían evitar. Jamás el rey Hasan Nhasir había creído que tendría que vivir un momento como aquel, sin embargo, parecía que el destino no le daría la posibilidad de decidir.El sol estaba apenas alzándose cuando la pequeña comitiva conformada por Su Majestad, Karim, Giulia y tres de sus generales se acercaron a diez metros de la puerta principal de la ciudad.Nadie dijo una palabra, no hacía falta, solo se quedaron allí hasta que las puertas se fueron abriendo poco a poco con un chirrido viejo y cansado unos pocos minutos después.Hasan vio salir a aquellos hombres, con cierta confianza reflejada en los rostros de expresión ladina, como si estuvieran muy seguros de que al menos aquel día iban a lograr salirse con la suya.—Su Majestad —dijo uno de ellos adelantándose. Ya rondaba los cincuenta años y Hasan ya sabía que su nombre era Mohamed Vilka, y que era uno de los lugartenientes de Yusuf Al-Amir—. Estamos dispuestos a entablar u
Cualquiera habría creído que una hora pasaba demasiado rápido, pero la verdad era que no era así. La verdad era que cada minuto era tedioso y preocupante, y aun así no había nada que hacer. Hasan estaba convencido de cuál sería el destino final de aquella ciudad y cada equipo de Silenciosos había preparado aquellas pocas de grano como bocas de incendio.—Esta ciudad va a convertirse en un horno gigantesco en solo cuestión de minutos —murmuró para sí mismo sabiendo que cada uno de aquellos graneros había sido llenado pocas horas con acelerantes, y cuando el fuego se desatara, entonces ya no habría forma de abandonar la ciudad, ninguna que no fuera por la puerta principal, directo hacia las armas del ejército real.Pero mientras el rey se ocupaba de que todo estuviera listo, sus ojos tropezaron con la figura sombría y preocupada de Giulia, que en aquel momento estaba rodeada por varias mujeres. Era obvio que se sintieran mucho más cómodas con ella, y se habían sentado alrededor de una p
—No tengas miedo, mi amor, yo estoy aquí para cuidarte —susurró Giulia en voz baja cuando sintió la mano de Hasan pegándola a una de las paredes con instinto protector.—Ya lo sé, pero eso no cambia el hecho de que daría mi vida por ti y lo sabes. Así que no creas ni por un momento que no te voy a proteger —sentenció él y aún en medio de aquella tensión palpable, Giulia encontró su boca con un hueso suave y lleno de resolución y de promesas.—Vamos, no podemos perder tiempo. Solo nos quedan pocos minutos antes de que esto se convierta en un infierno, literalmente.Caminaron por las angostas callejuelas, a veces metiéndose a las casas o saltando de ventana en ventana para evitar ser detectados, hasta que llegaron muy cerca de la fuente de las cabras que había mencionado Rahid.Giulia se parapetó detrás de una de las esquinas y miró con mucha atención hacia el interior de la plaza. Era pequeña, vieja y de adoquines completamente desgastados por el paso de los años. Media docena de hombr