Todo estaba listo. Aquellos hombres que estaban trabajando con él desde hacía meses, ya conocían perfectamente cuáles eran los protocolos para los casos de ataque, sí que apenas cayó la noche se dirigieron con toda la caravana de animales hace el campamento donde tenían retenidas a todas las personas de la aldea. Había poca luna, así que para cuando lo avistaron todo lo que se veían eran las luces de las hogueras. Jana estaba con ellos, porque Kris no había querido arriesgarse a dejarla sola en la aldea abandonada. Por muy feas que se pusieran las cosas, siempre estaría más a salvo con él. Cuando por fin estuvieron listos se volvió hacia ella y la muchacha pudo notar la expresión seria en su rostro. —No grites, no te espantes, sigue mis órdenes al pie de la letra y cuando llegue el momento solo échate al suelo, ¿entendido? Jana asintió con determinación a pesar de que todo su cuerpo cosquilleaba. Podía sentir la adrenalina y la certeza del peligro latiendo en sus oídos. Avanzaron
Jana se sentó en el suelo, sosteniendo con cuidado al recién nacido en sus brazos, era un hermoso varoncito. El pequeño estaba pálido y frágil, pero Jana no se dio por vencida. Sus manos temblorosas trabajaban con destreza para asegurarse de que el bebé recibiera todo el cuidado necesario.Hizo todo lo posible para estimular la respiración del bebé, masajeando su espalda suavemente y sosteniéndolo en una posición que facilitara la expansión de sus pulmones. Los segundos parecían eternos mientras esperaba ansiosamente cualquier señal de que el bebé comenzara a respirar.Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, un débil llanto brotó de los labios del recién nacido. Jana dejó escapar un suspiro de alivio mientras lo acunaba en sus brazos.—Está bien, pequeño. Estás a salvo ahora —le susurró con ternura, sintiendo un nudo en la garganta mientras sostenía al bebé en sus brazos.El padre del niño, que había estado observando con ansiedad, se acercó a Jana con los ojos llenos de
Jana sentía que se ahogaba.Kris de verdad intentaba mantener los ojos abiertos, pero era evidente que cada vez le costaba más. Había pasado toda la noche con aquella herida sin decirle nada a nadie.Ella salió corriendo apurada hasta el improvisado consultorio que había armado con Milton, y de inmediato se llevó lo que necesitaba para atenderlo.Obviamente no podría tener todo el cuidado que se requería, pero al menos tenía que desinfectar y coser aquella herida.—¿Cómo se te ocurre, estúpido? ¡Tú no eres Superman! ¡Sí eres sexy, eso no puedo negarlo, pero no eres a prueba de balas! —lo regañaba a medida que iba cortando su camisa y solo lo vio hacer un gruñido de dolor cuando le puso alcohol para desinfectar—. Ahora te aguantas como un hombrecito. No debiste asustarme así. No puedes asustarme así...Su voz se quebraba a cada segundo y ni siquiera se dio cuenta de que estaba llorando hasta que Kris levantó una mano y pasó el pulgar sobre su mejilla.—No soy de los que se quejan, amor
Kris movió su mano muy despacio para cubrir la boca de Jana, ni siquiera iba a arriesgarse a que se le saliera un gemido de la impresión. Pero ella se apretó aún más contra su costado y no hizo ni un solo gesto para apartarse de aquella mano.Las voces los rodearon en muy poco tiempo y se escuchaban con más fuerza. Todas hablaban en árabe así que o era gente de paso, o era de la gente que los estaba persiguiendo. Kris no lo sabía, solo estaba bastante seguro de que había elegido un lugar en el que no sería fácil encontrarlos, aún más si era de noche.En cierto punto escucharon los relinchos de los caballos y él entendió que o se habían espantado o de una vez se los habían llevado. Por desgracia ninguno de los dos lograba entender lo que aquellos hombres estaban gritándose los unos a los otros. Sin embargo veinte minutos después las voces comenzaron a escucharse más alejadas hasta que desaparecieron definitivamente.Aún así no se atrevieron a moverse por más de una hora, hasta que Kris
Se besaron con pasión, como si el mundo entero se hubiera desvanecido y solo quedaran ellos dos en medio de aquel recodo de agua tibia. Las manos de Chris recorrieron el cuerpo de Jana con deseo, sintiendo la suavidad de su piel mojada bajo sus dedos.Su piel se erizaba por el contacto y por la enorme necesidad que estaba desatándose entre ellos.El agua seguía fluyendo a su alrededor, brindándoles cierta intimidad en medio de la naturaleza. Los dedos de Kris se enredaron en el cabello de la muchacha, dominando su nuca para controlar aquel beso que cada terminaba en jadeos forzados a terminar.—¡Maldición, Jana...! Quiero hacerte algo de lo que definitivamente te arrepientas —gruñó él y solo sintió la mordida de aquella boca pequeña y coqueta sobre los tatuajes de su pecho.—¿Tan malo eres? —murmuró ella, que en aquel momento estaba perdida.—Lo suficiente como para no ser bueno para ti, eso te lo puedo asegurar.Jana levantó los ojos para mirarlo a la poca luz de la luna que tenían s
Jana ni siquiera tenía palabras para explicarlo. Cada momento parecía infinito, cada tono en la voz de Kris resonaba en sus oídos y en el resto de su cuerpo como si fuera una cuerda tensa de violín. El placer la recorría de formas indescriptibles, y sentir su aliento desesperado después de cada beso la llevaba a un éxtasis mayor que el que hasta ese momento había conocido. Todo su cuerpo se contrajo en agudos espasmos mientras mordía los labios del hombre frente a ella y lo sentía suspirar cuando se liberaba. Los dientes de Kris chocaron unos contra otros intentando disminuir aquel placer, pero era imposible, porque en el último segundo bastó con que viera sus ojos para que aquella se convirtiera en la experiencia más absurdamente delicioso de su vida. Lo último que hizo fue abrazarla, besarla y abrazarla tan fuerte que en cierto punto soltó un gruñido que no era de placer. Jana acarició despacio el cabello de su nuca y sus dedos bajaron hasta esa herida que se había hecho por ella
Jana sintió que de repente todo su cuerpo se relajaba. Estaba detrás de ella, el condenado estaba detrás de ella, muy vestido y sonriente.—Esto no es un departamento, amor, es una posada de mala muerte. ¿Cómo se te ocurrió que iba a estar en la misma habitación? —rio Kris dándole un beso bajo la oreja y tirando de su mano hacia otra de las puertas en aquel mismo pasillo.La metió a una habitación más grande y se apoyó en una mesa que había en ella antes de acercarla y pegarla a él. Su boca encontró la de la muchacha en un beso lleno de necesidad, y ella sintió que se derretía solo con aquel contacto. Separó los labios y lo dejó entrar, saborearla, devorarla hasta que tuvieron que separarse por un instante para poder tomar aire de nuevo.—Anoche fue la peor noche de mi vida —suspiró él—, en contraste con la mejor que tuve hace solo unos días.—Mmmm. ¿De verdad pretendes que me crea eso? —lo increpó Jana alzando una ceja desafiante.—No te estoy pidiendo que lo creas, solo estoy ejerci
Durante toda su vida Kris había sido un hombre concentrado. Era el jefe de su casa incluso cuando era un niño, tenía la responsabilidad de un clan sobre sus hombros, y encima lo hacían sentir como si tuviera la responsabilidad del mundo entero.Así que jamás había tenido tiempo para ser un mujeriego, pero tampoco le tenía el suficiente aprecio a las mujeres como para hacer otra cosa que usarlas.Quizás por eso mismo no entendía por qué su corazón era lo primero que se aceleraba pensando en Jana. Se habían visto por última vez dos semanas atrás y lo único que quería hacer era follarla sin consideraciones, sin embargo cuando la arrastró hasta el otro extremo del edificio, a un pequeño cuartito que le habían dado para meter su bolsa personal y descansar cuando lo necesitara, se dio cuenta de que tenía más necesidad de su abrazo que de tener un maldito orgasmo.Por supuesto, eso no impidió que se devoraran el uno al otro apenas lograron cerrar la puerta. Jana ni siquiera supo en qué momen