El corazón de Jana se desbocó en su pecho viendo a Kris emerger de la oscuridad. Realmente se había quedado dormida, pero aquel desasosiego que jamás desaparecía ya de su pecho la hizo despertar en medio de la madrugada. Se había vestido con prisa con alguna ropa de abrigo y sí, se había lanzado hacia la puerta con la misma determinación que cuando lo había intentado más de una semana atrás.Ya no le importaba nada, no le importaba que él lo supiera, no le importaba que él estuviera intentando darle una versión diferente de sí mismo, levantó un dedo frente a su cara y luego otro y luego otro, como si estuviera diciéndole que lo intentaría una, dos, tres, y tantas veces como hiciera falta hasta lograr escapar de él.Los ojos de Kris se humedecieron con la certeza de que quizás jamás conseguiría que ella lo perdonara, pero de momento lo único que podía hacer era devolverla a su habitación.No le dijo ni una palabra mientras preparaba un par de tazas de chocolate caliente, exactamente co
Jana se quedó muda viendo la tobillera de cuero oscuro forrada de felpa, que tenía un pequeño seguro con entrada para una llave, como esas que se ponían ahora en los brazaletes de seguridad de los niños. Tanteó aquella pieza con el corazón acelerado y encontró la pequeña cadena que ataba la tobillera a un anclaje pegado a la cama.Su jadeo ahogado y todos los tirones que le dio a aquella cadena hicieron que Kris abriera los ojos y la mirada desde la puerta con tristeza. Pero ella simplemente siguió tirando con impotencia mientras sus ojos volvían a anegarse en lágrimas y escondía la cabeza entre las manos, sintiendo que estaba a punto de volverse loca.—Sé que es difícil de entender, amor —susurró Kris arrastrándose hasta ella y sentándose a su lado con la espalda apoyada en la cama—. Pero no puedo dejar que te vayas. Sé lo egoísta que suena, pero no tengo nada más que no seas tú así que no te puedo perder. ¡Comprendes?Jana levantó apenas los ojos detrás de los antebrazos y frunció e
Era, con mucha diferencia, la cosa más asquerosa que había probado en su vida. Kris la escupió sobre el suelo maldiciendo y sus ojos se dirigieron a Jana llenos de sorpresa, entendiendo por fin por qué la muchacha no quería comer.Y por ese instante, solo por ese instante, ella se dio cuenta de que él no tenía ni idea de que ese era el sabor de la comida que estaban poniendo frente a ella día tras día.—¡¿Pero esto qué mierd@ es!? —rugió Kris con impotencia y miró de reojo, con expresión furiosa, al resto de los platos en aquella bandeja.Los probó uno por uno haciendo cada vez el mismo gesto de asco y luego se mesó los cabellos mientras Jana lo veía pasar por aquella transformación de hombre a monstruo, solo que esta vez no era contra ella.Kris la agarró de la muñeca con una mano, y con la otra levantó aquella bandeja, saliendo de la habitación con paso determinado y dirigiéndose a la cocina.Los gritos ahogados de sorpresa surgieron en el mismo momento en que él lanzó aquella bande
Kris no tenía que gritar esta vez, no tenía que vociferar, no tenía que hacer un escándalo mayúsculo porque tampoco estaba buscando que nadie supiera las palabras que estaba intercambiando con Álida.—¿Qué tan estúpida tienes que ser como para creerte importante? —se rio Kris con sarcasmo, haciendo que la expresión de la mujer se endureciera.—Yo soy... —intentó decir con altanería, pero una bofetada del señor de la casa la envió al suelo en medio de jadeos ahogados.—¡Tú no eres nadie! ¡Tú eres menos que el polvo del suelo de esta casa! ¡Los mastines que cuidan la entrada son más importantes que tú! —espetó él furioso—. ¿Crees que solo porque te follaba unas cuantas veces por semana ya eso significa que tienes alguna clase de poder sobre mí?Álida lo miró temblorosa mientras se llevaba una mano a aquella mejilla que ya le estaba ardiendo.—No... —trató de balbucear—. Sé que no tengo ningún poder pero... pero usted y yo...—¡Pero tú y yo nada! Tú y yo lo único que tenemos en común es
Jana se quedó allí, tan quieta que parecía una parte más de la decoración o algún otro mueble del cuarto. Aquella manta se incendiaba a toda velocidad, y el rostro de Kris parecía tan sereno y tan agotado que quizás no lograra darse cuenta hasta que ya no fuera capaz de evitar las quemaduras.Ni siquiera el olor que se extendía por la habitación había logrado despertarlo… solo lo hizo aquel chorro de agua fría que cayó sobre él proveniente del cubo que Jana tenía en las manos.El agua del grifo estaba helada y lo hizo levantarse sobresaltado, retrocediendo mientras miraba alrededor con expresión aturdida y veía el humo saliendo de aquellas llamas recién apagadas. La manta con la que se estaba cubriendo estaba toda chamuscada, le dolía horriblemente un brazo, y frente a él Jana llevaba puesta ropa de abrigo y botas para la nieve.Lo entendió en ese mismo instante: ella había intentado escapar de nuevo y algo la había detenido. El valor de su vida, que significaba tan poco para él, al m
Jana asintió despacio mientras los ojos de Kris se llenaban de nuevas lágrimas.—¿Te quedarás? ¿De verdad te vas a quedar? —insistió él y la vio hacer un nuevo gesto de confirmación.Sí, iba a quedarse, porque sabía que si intentaba escapar de nuevo solo iba a salir aún más lastimada. Incluso si conseguía salir de allí y buscar ayuda, ¿qué iba a decir? ¿Cómo iba a conseguir que alguien la entendiera?Su corazón martilló en su pecho desesperada mientras tomaba aquella decisión, y Kris la abrazó con fuerza, besando su cabeza y su cara pero sin atreverse en ningún momento a llegar a sus labios.Jana podía sentir su humedad a través de la ropa, estaba a punto de empezar a tiritar de frío también ella, cuando Kris intentó levantarse y ella escuchó aquel gruñido sordo salir de entre sus dientes apretados.Buscó sus ojos y a pesar de que él los desvió, se dio cuenta de que algo estaba pasándole.—¿Quién...? ¿Quién...? —Kris intentó negar pero ella solo insistió—. ¿Quién?—“Qué”... Se dice “
Realmente no demoraron mucho en llegar con la medicina, pero para aquel momento Kristoff ya no sentía si le ponían una inyección o si Jana le ponía las nalgas como un alfiletero. Iba y venía de la conciencia según si la fiebre le bajaba un poco o seguía subiéndole, y en cierto punto Jana ya no estaba muy segura de que aquello no fuera psicosomático.No había estado expuesto a nada peligroso en los últimos días como para agarrar una infección tan severa, y la quemadura no le iba a provocar tanta fiebre.Así que pasó el resto del día sentada frente a él, inyectándolo cuando hacía falta y viendo cómo aquel día se volvía cada vez más oscuro y más frío.Debían ser cerca de las seis de la tarde cuando Kris por fin logró abrir los ojos con ese cansancio propio de la persona enferma. Genevive le trajo algo de sopa para él y una cena bastante decente para Jana, teniendo en cuenta que la señora no era cocinera.Kris sentía que a duras penas le pasaba algo por la garganta, pero cuando Jana se ne
Los gritos de su madre resonaron en el despacho de la mansión y más allá, reclamando, exigiendo y haciendo un escándalo hasta que el mismo viejo Vantchev le dio una bofetada que la mandó al suelo.—¡¿En qué momento te di autorización para que hablaras en mi nombre?! ¡¿Cómo te atreves a ir contra las órdenes del jefe de este clan?! —rugió el viejo, ignorante de todo lo que estaba sucediendo.Nhora se levantó, sosteniéndose el rostro, y le dirigió una mirada furiosa y llena de desafío.—¡Porque el jefe de este clan se la pasa follando con una zorra sin ocuparse de los asuntos que de verdad son importantes!—¡Para empezar, tengo las amantes que me dé la gana! —escupió Kris—. ¡Y para seguir, ella es mi mujer, que es muy diferente, así que más te vale respetarla, porque ahora ella es la señora de este clan y no tú!El viejo Vantchev miró a Kris y no le pasó desapercibido que estaba enfermo. Puso una mano rápida contra su cuello y negó con un bufido de fastidio.—El hombre se levanta enferm