Durante toda su vida Kris había sido un hombre concentrado. Era el jefe de su casa incluso cuando era un niño, tenía la responsabilidad de un clan sobre sus hombros, y encima lo hacían sentir como si tuviera la responsabilidad del mundo entero.Así que jamás había tenido tiempo para ser un mujeriego, pero tampoco le tenía el suficiente aprecio a las mujeres como para hacer otra cosa que usarlas.Quizás por eso mismo no entendía por qué su corazón era lo primero que se aceleraba pensando en Jana. Se habían visto por última vez dos semanas atrás y lo único que quería hacer era follarla sin consideraciones, sin embargo cuando la arrastró hasta el otro extremo del edificio, a un pequeño cuartito que le habían dado para meter su bolsa personal y descansar cuando lo necesitara, se dio cuenta de que tenía más necesidad de su abrazo que de tener un maldito orgasmo.Por supuesto, eso no impidió que se devoraran el uno al otro apenas lograron cerrar la puerta. Jana ni siquiera supo en qué momen
Jana no dijo nada. Aquellas palabras habían calado muy hondo en su pensamiento.“Soy de los que mueren más temprano que tarde”. Había dicho él y Jana no sabía por qué le dolía tanto que Kris pensara así.Volvió a levantar la pistola con determinación y esta vez la ronda de disparos acertó casi completa dentro de diana.—Y yo no soy de las que dejan que la gente que quiero muera sin hacer nada. Así que si no planeas morir de viejo, entonces aléjate de mí, porque no tienes idea de lo persistente que puedo llegar a ser.Le entregó la pistola pasando junto a él y Kris se quedó allí, de pie, mirando el arma como si viniera con una promesa.Jana Parker definitivamente era una mujer especial, de esas que te sacan del infierno y te hacen experimentar lo mejor de la vida. Quizás por eso para Kris era un conflicto tan grande lo que le estaba sucediendo con ella.Cuando regresó al pequeño cuartito con el rostro sombrío, sólo atinó a abrazarla por la espalda y ocultar la cabeza en la curva de su
Durante un instante que pareció infinito, Jana contuvo el aliento y Kris fue capaz de ver la sorpresa en sus ojos. No estaba acostumbrada a ser ella la que decidiera quién se quedaba o no a su alrededor. Más bien estaba acostumbrada a aceptarlo, y ahora él le estaba pidiendo que lo hiciera.—Dime qué es lo que quieres y yo lo haré. Si quieres que me quede me quedaré para siempre, y si quieres que me vaya, cuando termine esta campaña no volverás a verme. No te acosaré, no te molestaré, nunca más volverás a saber de mí —le aseguró y Jana sabía que no estaba mintiendo—. Pero si quieres que me quede, amor, tienes que decírmelo. Porque bastará con que tú me lo pidas y yo no te dejaré jamás.Jana cerró los ojos para evitar que se le llenaran de lágrimas y su respuesta fue simple y silenciosa. Su respuesta fue aferrarse a la solapa de su sucia camisa y besarlo como si no fueran a tener otra oportunidad para hacerlo. Las manos de Kris se colaron por debajo de su blusa, arañando su espalda, y
Jana todavía estaba cansada y medio dormida cuando llegaron al aeropuerto y vio aquella caravana de ocho autos esperándolos.Durante todo el trayecto todavía no fue capaz de comprender bien lo que estaba sucediendo. Sabía que Kris no era el epítome de la bondad y la belleza, él mismo se llamaba mercenario, pero de ahí a ser escoltado por ocho camionetas que hasta parecían blindadas era mucho.Luego todo su instinto reaccionó, y comenzó a tensarse en el mismo momento en que todos aquellos hombres parecieron tratarlo como si él fuera un emperador o algo así. Pero sus alarmas solo se dispararon cuando atravesaron las rejas de una propiedad enorme cuyo camino de más de un kilómetro terminaba en una gigantesca y oscura mansión.—Kris, ¿esto qué...? ¿Esto qué es? —preguntó cuando le abrieron la puerta para que se bajara del auto y se quedó muda ante el peso y la vibra de aquella construcción.Solo le bastó mirarlo para darse cuenta de que toda la mala energía que había allí también actuaba
Jana sentía que su cuerpo empezaba a temblar a cada segundo que pasaba. Y el estruendo de la puerta cerrándose en sus narices y dejándola en aquel lugar frío y oscuro fue demasiado.Estaba acostumbrada a vivir sin lujos cada vez que salía a una misión, estaba acostumbrada a comer poco y pasar trabajo, pero eso no significaba que fuera a tolerar que la maltratar nadie, mucho menos en la casa del hombre que quería.Bajó las escaleras con su bolsa al hombro y llegó al gran salón para encontrarse reunidas al ama de llaves con su séquito de chicas desagradables, todas cuchicheando sobre su llegada y sobre la forma en que el señor de la casa la había mandado a poner en uno de los peores cuartos.—¡Es que ni siquiera nuestros cuartos de servicio están tan malos! —Se reía otra de las muchachas—. Algo muy malo debe haberle hecho al señor para que la castigue de esa manera.Todos se giraron al oír el taconeo impaciente de Jana solo a un par de metros, y Álida salió del grupo para encararla.—Pu
Su primer instinto era forcejear, intentar liberar aquel brazo de la mano de Kris o mejor dicho, de la mano de aquel hombre a quien definitivamente ya no lograba reconocer. Sin embargo, tal parecía que cuanto más se empeñaba en liberarse, más fuerte se hacía aquel agarre, hasta el punto en que Jana emitió un quejido de dolor porque la estaba lastimando. —¡¿Qué demonios te pasa?! ¿Quién te crees que eres? —espetó furiosa—. ¡Si no hubieras querido que viniera, con decírmelo bastaba, pero ahora no quiero estar aquí y quiero irme, así que suéltame, m*****a@ sea, y abre esa reja porque me voy a largar ahora mismo! —¿Quién soy? De verdad tienes que ser un poco tonta para, en todo este tiempo, no haberte dado cuenta de quién soy —espetó Kris, y Jana arrugó el ceño porque realmente no entendía nada de lo que estaba pasando. —¿Qué quieres decir, como que "darme cuenta"? —Digamos que nos conocimos cuando éramos niños... —sonrió él con una mueca un poco torcida que no tenía nada de sinceridad
Jana frunció el ceño como si le hubieran estado hablando en un lenguaje que no conocía. En el suelo mojado frente a ella había una escoba de paja. Todas sus ropas estaban empapadas, tenía un frío como para morirse y aquella mujer acababa de golpearla.Se puso de pie despacio y se dirigió a la puerta abierta sin tocar para nada esa escoba. Tenía que largarse de allí a como diera lugar, pero antes de que pudiera alcanzarla, sintió una mano férrea cerrándose sobre su cabello y tratando de lanzarla de nuevo al piso. Se giró deshaciéndose de ella y golpeó a la mujer directamente en la cara, con el puño cerrado, sin medirse, porque ella no era de las que participaba en una pelea de gatas.Vio a Gemma llevarse las manos a la sangrante nariz, sorprendida, y empezar a vociferar como una loca al instante. Un segundo después la habitación se llenaba de otras mujeres, Álida la primera, y Jana supo que las cosas estaban muy jodidas para ella cuando bloquearon la puerta.No podía creer que estuvier
Tenía un moretón bastante feo en una mejilla, estaba empapada y tenía el labio inferior roto.Kris le levantó la blusa y también se le había hecho un moretón oscuro junto a las costillas del lado izquierdo. Lo tocó con dos dedos y la escuchó gemir antes de abrir los ojos lentamente.— Más vale que empieces a obedecer, amor, o de lo contrario este será un infierno peor del que puedas imaginar —murmuró Kris, y en los labios de Jana solo se torció una sonrisa cansada.—¿Peor? ¿En serio? ¿Me estás diciendo que hay algo peor a que la persona en quien confías traicione tu confianza, traicione tus sentimientos, y se traicione hasta a sí misma?Kris dejó a un lado la gasa con la que estaba intentando limpiarla y se levantó mesándose los cabellos.—Un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer —replicó sin mirarla y escuchó una risa que no lograba convertirse en carcajada porque el dolor intenso en su costado, hizo que Jana se encorvara sobre sí misma.—¿Hombre? ¿En serio te crees que te me