Se besaron con pasión, como si el mundo entero se hubiera desvanecido y solo quedaran ellos dos en medio de aquel recodo de agua tibia. Las manos de Chris recorrieron el cuerpo de Jana con deseo, sintiendo la suavidad de su piel mojada bajo sus dedos.Su piel se erizaba por el contacto y por la enorme necesidad que estaba desatándose entre ellos.El agua seguía fluyendo a su alrededor, brindándoles cierta intimidad en medio de la naturaleza. Los dedos de Kris se enredaron en el cabello de la muchacha, dominando su nuca para controlar aquel beso que cada terminaba en jadeos forzados a terminar.—¡Maldición, Jana...! Quiero hacerte algo de lo que definitivamente te arrepientas —gruñó él y solo sintió la mordida de aquella boca pequeña y coqueta sobre los tatuajes de su pecho.—¿Tan malo eres? —murmuró ella, que en aquel momento estaba perdida.—Lo suficiente como para no ser bueno para ti, eso te lo puedo asegurar.Jana levantó los ojos para mirarlo a la poca luz de la luna que tenían s
Jana ni siquiera tenía palabras para explicarlo. Cada momento parecía infinito, cada tono en la voz de Kris resonaba en sus oídos y en el resto de su cuerpo como si fuera una cuerda tensa de violín. El placer la recorría de formas indescriptibles, y sentir su aliento desesperado después de cada beso la llevaba a un éxtasis mayor que el que hasta ese momento había conocido. Todo su cuerpo se contrajo en agudos espasmos mientras mordía los labios del hombre frente a ella y lo sentía suspirar cuando se liberaba. Los dientes de Kris chocaron unos contra otros intentando disminuir aquel placer, pero era imposible, porque en el último segundo bastó con que viera sus ojos para que aquella se convirtiera en la experiencia más absurdamente delicioso de su vida. Lo último que hizo fue abrazarla, besarla y abrazarla tan fuerte que en cierto punto soltó un gruñido que no era de placer. Jana acarició despacio el cabello de su nuca y sus dedos bajaron hasta esa herida que se había hecho por ella
Jana sintió que de repente todo su cuerpo se relajaba. Estaba detrás de ella, el condenado estaba detrás de ella, muy vestido y sonriente.—Esto no es un departamento, amor, es una posada de mala muerte. ¿Cómo se te ocurrió que iba a estar en la misma habitación? —rio Kris dándole un beso bajo la oreja y tirando de su mano hacia otra de las puertas en aquel mismo pasillo.La metió a una habitación más grande y se apoyó en una mesa que había en ella antes de acercarla y pegarla a él. Su boca encontró la de la muchacha en un beso lleno de necesidad, y ella sintió que se derretía solo con aquel contacto. Separó los labios y lo dejó entrar, saborearla, devorarla hasta que tuvieron que separarse por un instante para poder tomar aire de nuevo.—Anoche fue la peor noche de mi vida —suspiró él—, en contraste con la mejor que tuve hace solo unos días.—Mmmm. ¿De verdad pretendes que me crea eso? —lo increpó Jana alzando una ceja desafiante.—No te estoy pidiendo que lo creas, solo estoy ejerci
Durante toda su vida Kris había sido un hombre concentrado. Era el jefe de su casa incluso cuando era un niño, tenía la responsabilidad de un clan sobre sus hombros, y encima lo hacían sentir como si tuviera la responsabilidad del mundo entero.Así que jamás había tenido tiempo para ser un mujeriego, pero tampoco le tenía el suficiente aprecio a las mujeres como para hacer otra cosa que usarlas.Quizás por eso mismo no entendía por qué su corazón era lo primero que se aceleraba pensando en Jana. Se habían visto por última vez dos semanas atrás y lo único que quería hacer era follarla sin consideraciones, sin embargo cuando la arrastró hasta el otro extremo del edificio, a un pequeño cuartito que le habían dado para meter su bolsa personal y descansar cuando lo necesitara, se dio cuenta de que tenía más necesidad de su abrazo que de tener un maldito orgasmo.Por supuesto, eso no impidió que se devoraran el uno al otro apenas lograron cerrar la puerta. Jana ni siquiera supo en qué momen
Jana no dijo nada. Aquellas palabras habían calado muy hondo en su pensamiento.“Soy de los que mueren más temprano que tarde”. Había dicho él y Jana no sabía por qué le dolía tanto que Kris pensara así.Volvió a levantar la pistola con determinación y esta vez la ronda de disparos acertó casi completa dentro de diana.—Y yo no soy de las que dejan que la gente que quiero muera sin hacer nada. Así que si no planeas morir de viejo, entonces aléjate de mí, porque no tienes idea de lo persistente que puedo llegar a ser.Le entregó la pistola pasando junto a él y Kris se quedó allí, de pie, mirando el arma como si viniera con una promesa.Jana Parker definitivamente era una mujer especial, de esas que te sacan del infierno y te hacen experimentar lo mejor de la vida. Quizás por eso para Kris era un conflicto tan grande lo que le estaba sucediendo con ella.Cuando regresó al pequeño cuartito con el rostro sombrío, sólo atinó a abrazarla por la espalda y ocultar la cabeza en la curva de su
Durante un instante que pareció infinito, Jana contuvo el aliento y Kris fue capaz de ver la sorpresa en sus ojos. No estaba acostumbrada a ser ella la que decidiera quién se quedaba o no a su alrededor. Más bien estaba acostumbrada a aceptarlo, y ahora él le estaba pidiendo que lo hiciera.—Dime qué es lo que quieres y yo lo haré. Si quieres que me quede me quedaré para siempre, y si quieres que me vaya, cuando termine esta campaña no volverás a verme. No te acosaré, no te molestaré, nunca más volverás a saber de mí —le aseguró y Jana sabía que no estaba mintiendo—. Pero si quieres que me quede, amor, tienes que decírmelo. Porque bastará con que tú me lo pidas y yo no te dejaré jamás.Jana cerró los ojos para evitar que se le llenaran de lágrimas y su respuesta fue simple y silenciosa. Su respuesta fue aferrarse a la solapa de su sucia camisa y besarlo como si no fueran a tener otra oportunidad para hacerlo. Las manos de Kris se colaron por debajo de su blusa, arañando su espalda, y
Jana todavía estaba cansada y medio dormida cuando llegaron al aeropuerto y vio aquella caravana de ocho autos esperándolos.Durante todo el trayecto todavía no fue capaz de comprender bien lo que estaba sucediendo. Sabía que Kris no era el epítome de la bondad y la belleza, él mismo se llamaba mercenario, pero de ahí a ser escoltado por ocho camionetas que hasta parecían blindadas era mucho.Luego todo su instinto reaccionó, y comenzó a tensarse en el mismo momento en que todos aquellos hombres parecieron tratarlo como si él fuera un emperador o algo así. Pero sus alarmas solo se dispararon cuando atravesaron las rejas de una propiedad enorme cuyo camino de más de un kilómetro terminaba en una gigantesca y oscura mansión.—Kris, ¿esto qué...? ¿Esto qué es? —preguntó cuando le abrieron la puerta para que se bajara del auto y se quedó muda ante el peso y la vibra de aquella construcción.Solo le bastó mirarlo para darse cuenta de que toda la mala energía que había allí también actuaba
Jana sentía que su cuerpo empezaba a temblar a cada segundo que pasaba. Y el estruendo de la puerta cerrándose en sus narices y dejándola en aquel lugar frío y oscuro fue demasiado.Estaba acostumbrada a vivir sin lujos cada vez que salía a una misión, estaba acostumbrada a comer poco y pasar trabajo, pero eso no significaba que fuera a tolerar que la maltratar nadie, mucho menos en la casa del hombre que quería.Bajó las escaleras con su bolsa al hombro y llegó al gran salón para encontrarse reunidas al ama de llaves con su séquito de chicas desagradables, todas cuchicheando sobre su llegada y sobre la forma en que el señor de la casa la había mandado a poner en uno de los peores cuartos.—¡Es que ni siquiera nuestros cuartos de servicio están tan malos! —Se reía otra de las muchachas—. Algo muy malo debe haberle hecho al señor para que la castigue de esa manera.Todos se giraron al oír el taconeo impaciente de Jana solo a un par de metros, y Álida salió del grupo para encararla.—Pu