La jueza intentó no decir nada, la verdad era que era asunto del abogado si quería echarse la soga al cuello él solito, pero de buena fuente sabía que Connor Sheffield no era de los que daban puntada sin hilo; así que si estaba permitiendo a la contraparte tomar la palabra.Lester Willougby se adelantó hacia el estrado y relató con voz muy teatral todas esas faltas terribles que había cometido Mar en contra de su cliente, desde dejarlo triste solo y abandonado, hasta impedirle ver a su hijo.—Como puede ver, esta demanda por agresión de la señora Guerrero es solo una estrategia barata para esconder la verdad, y la verdad es el hecho de que abandonó el hogar familiar, secuestrando a su hijo sin consentimiento del padre, ¡negándole que pudiera ver a su querido hijo y sumiéndolo en la más absoluta desesperación! Por esto solicitamos la custodia permanente del niño para el padre, Sandor Dragonov, y que le sea retirada permanentemente la patria potestad a la madre.Sus palabras eran altas,
A la cara de espanto de Lester Willougby le siguió una carcajada estentórea de parte de Sandor Dragonov.—¡Tiene que ser una maldit@ broma! —se rio Sandor sin poder contenerse, haciendo que hasta la jueza lo mirara feo—. ¡Pero ¿usted de verdad es abogado!? ¡El que no me lo puedo creer! —espetó mirando a Connor como si fuera idiota—. ¿Bigamia? ¿¡Bigamia!? ¡Usted es obviamente el que no tiene ni idea de cómo funcionan las leyes! ¿Y así lo dejan ejercer? ¡La bigamia es cuando uno se casa con dos mujeres, las amantes no cuentan como bigamia!Sandor parecía completamente divertido, hasta que Connor levantó un dedo para detenerlo.—No, no, no, no, señor Dragonov, pero usted mismo acaba de decir que la señora Mar Guerrero no era su amante —le dijo con un tono que lo hizo tragarse aquella risa de inmediato—. ¡Usted mismo acaba de decir que era su mujer, su familia! ¡Usted mismo acaba de aportar evidencias suficientes y necesarias de que vivían con ella desde hacía cuatro años!—Pero es que no
No era sorpresa. Era consternación, rabia, incredulidad. Era el choque violento de un hombre contra la realidad, porque ni en sus peores pesadillas Sandro Dragonov había esperado que aquel juicio lo llevara directamente a la boca del FBI. Su padre lo colgaría de uno de los cedros del jardín de su mansión solo por aquello. —¡Esto es inaudito! —gritó mirando a Connor y dándose cuenta de que sabía perfectamente a qué lo había expuesto—. ¡No pueden hacerlo! ¡Su señoría, si lo que quiere es dinero yo...! ¡¿Pero por qué tengo que darle dinero?! —rugió Sandor sin poder contenerse—. ¿¡Por qué tengo que darle la mitad de mis bienes a una mujer que me abandonó!? ¡La estoy denunciando precisamente por eso! —se giró hacia su abogado y los otros nueve que estaban detrás, mirándolos significativamente—. ¡Haz algo, inútil! ¡Estoy haciendo yo todo el trabajo! Pero antes de que Willougby pudiera siquiera despegar los labios, Connor se adelantó con una sonrisa satisfecha. —Señor Dragonov, no deberí
Nadie lo vio venir. Cuando habían entrado al juicio había muchas personas en la escalinata, pero el juicio era un acto público y al parecer Jackson se estaba encargando de cubrirlo y transmitirlo demasiado bien, porque cuando salieron de aquella primera vista, las personas afuera del tribunal podían contarse por miles ya... e indudablemente no todas iban por la paz.Antes de que nadie se lo imaginara siquiera, aquel huevo salió del anonimato de la multitud y golpeó a Sandor a un lado de la cabeza. Ese acto simple exacerbó a los demás y muy pronto aquella lluvia de huevos, la mayoría no en su mejor estado, cayeron como una avalancha sobre Sandor.Tardó solo un segundo en que el caos se desatara. No podía ver a todos, pero al más cercano que vio con un huevo en la mano Sandor se le echó encima y le cayó a puñetazos.Gritos. Reclamos. Maldiciones. Sus abogados tratando de contenerlo, el público atacando y al final la policía del juzgado se vio obligada a intervenir, mandando a Sandor y a
Mar y Alan se sentaron en el auto, uno al lado del otro, con los hombros rozando y sus manos enlazadas. Estarían solos por algunos minutos más y luego se verían envueltos de nuevo en la vorágine del juicio.En las escalinatas se había aglomerado de nuevo una multitud y Mar logró reconocer algunas caras de las chicas de la Fundación. A lo lejos vieron a Jackson con su cámara, y aunque no era de los tantos periodistas que los acosaban mientras caminaban, sabía que su voz era la que más peso tenía.De pronto, Alan rompió el silencio.—Todo saldrá bien —dijo con seguridad. Mar asintió en silencio, apretando su mano para darse fuerzas porque sabía que siempre podía contar con él, ya se lo había demostrado de sobra.Lo días habían pasado veloces, uno tras otro, y ahora estaban de nuevo en aquella sala para continuar el juicio. Llegaron al tribunal a la hora prevista, y allí estaba él, Sandor Dragonov rodeado de sus abogados, cuyos rostros variaban entre el verde vómito y el blanco traslúcid
La jueza tuvo que llamar al orden, por supuesto, porque no estaba bien que una persona gritara en el estrado de aquella manera, pero honestamente casi casi se le había adelantado porque ella estaba a punto de hacerle la misma acotación al abogado.—¿Tengo que decir "objeción"? —preguntó Connor.—No, no es necesario, Licenciado Sheffield —respondió la Jueza Adams—. Señora Guerrero por favor siéntese. Licenciado Willougby... procure reformular su pregunta para que yo pueda comprenderla mejor.Willougby carraspeó molesto pero se acercó de nuevo.—Es simple Su Señoría. Mi cliente jamás había sido un hombre violento hasta este momento. No hay indicios de que jamás haya maltratado a la señora Guerrero, y el único testigo que tienen según ella llegó mucho después de los sucesos y mi cliente definitivamente no estaba cerca —exclamó como si fuera evidente que le habían tendido una trampa o algo así—. ¿Por qué debemos confiar más en ese testigo que en la palabra de mi cliente?—¡No se trata de
Una granada de mano sin espoleta y lanzada en medio de aquella sala habría creado menos caos que aquella mujer entrando.Sandor se puso más pálido que la muerte cuando la vio. Había jurado que tenía más sentido común, mucho más que atravesar medio país para ir a ponerse contra él en un juicio por custodia.—Bueno, si se necesitan pruebas, quizás yo pueda ayudar con eso —dijo con una sonrisa fría y maquiavélica que le heló la sangre a cada persona en aquella sala.—¡Objeción, Su Señoría...! —Se levantó Willougby con la expresión desencajada, pero la Jueza lo calló con tres mazazos sobre su estrado.—¿Pero Objeción por qué? ¡Si es que todavía no sé ni quién es la señora! ¡Haga el favor de sentarse, licenciado! —replicó la Jueza Adams.Pero aunque ella no sabía quién era la recién llegada, Mar fue capaz de reconocerla al instante, y comprendía la incredulidad y el azoro en el rostro de Sandor.—¿Podría hacer el favor de presentarse? —le medio ordenó la jueza educadamente y la mujer camin
Había un duelo de miradas en aquellos ojos. En los de Sandor había incredulidad y consternación, porque Nhora siempre había sido una mujer callada y correcta; en ningún momento había esperado que lo traicionara de aquella manera, mucho menos que se atreviera a ayudar a sus enemigos a acusarlo por la agresión hacia Marina.Pero en el mismo momento en que la vio a los ojos lo supo: ella ya se había enterado, ya sabía que Brima y él querían sustituir a Kristof como el futuro heredero de los dos clanes.Pronto los murmullos fueron demasiado fuertes como para que se acallaran por sí solos y la jueza llamó al orden una vez más.—Señora Vantchev, no cometeré el error de tratarla como a una mujer despechada —aseguró—, pero le recuerdo que está jurando sobre la biblia y que en pocos días esos análisis de ADN revelarán toda la verdad. ¿Está dispuesta a mantener su declaración?Nhora levantó una ceja decidida.—¿Me está viendo pestañear? —respondió.La jueza respiró profundo, porque pasarían al