Experimentos en la Zona Cero
Experimentos en la Zona Cero
Por: Luna.03.Ss
Alexia Duppond

 En casa no hablamos del trabajo de mamá, cuando era niña no podía entender porque se iba todas las noches con esa ropa tan pequeña y diferente a la que usaba durante el día, ¿Acaso no tenía frío? Esa clase de dudas estúpidas solía tener a la edad de 5 años, pero eso fue hace mucho tiempo, hoy podía entender que mi mamá debía usar esa ropa para atraer a los hombres, usaba ese maquillaje para tapar sus pequeñas arrugas y llegar muy tarde en la madrugada sintiendo asco de las manos que la tocaron esa noche. A veces apestando a un alcohol barato y sintiendo asco de sí misma.

  Pero yo no le tenía asco, trabaja todos los días vendiéndose a sí misma porque es lo único que sabe hacer, porque desde niña le dijeron que buscara un marido rico que se encargará de ella, no estudió, nunca se preparó para sobrevivir al mundo real, mi madre quien se casó a sus 18 años con un hombre mayor y divorciado pensando que tendría la vida resuelta no espero nunca vivir un infierno.

  Oh mi dulce madre que sufrió golpes, insultos y humillaciones de un hombre que juró amarla pero que solo la veía como un hermoso juguete, una muñeca de porcelana de cabellos rojos solo comparables a los colores adquiridos en los más bellos atardeceres, ojos similares a la miel más dulce o al oro derretido y unos labios hermosos de un tono melocotón. Mi madre, tan bella y tan frágil... Pero todos tenemos un punto de quiebre, ella quien pensaba acabar con su vida no pudo hacerlo al enterarse de que había alguien más con ella: Yo.

  Dejó de recibir golpes físicos, pero nunca dejaron de herirla, mi "padre" y mi medio hermano nunca dejaron de lastimarla, ella en algún punto de su desesperación decidió usar aquello que le enseñó su madre hace muchos años pero nunca había usado. La creación de venenos. Todo pudo terminar bien, pudimos quedarnos a vivir en Francia, en esa gran mansión con el dinero de su difunto esposo, si sólo mamá no hubiera sido tan buena y hubiera acabado también con mi medio hermano, pero ella era buena, demasiado. Mi medio hermano la odiaba, pensaba que mamá había destruido el matrimonio de sus padres cuando ella era solo una víctima, una niña. Usó todo su poder para quitarle todo lo que tenía, mi mamá siendo una joven e inexperta mujer sola a sus 21 años recién cumplidos y con una hija recién nacida huyó de Francia. Pasó días de hambre y sed hasta que unas mujeres la ayudaron y la vistieron. Oh mi dulce madre quien después de aceptar esa vida nunca pudo salir, pero a pesar del odio y el asco que se tenía siempre me daba una sonrisa, ¿Mamá, puede alguien juzgarte por no saber sobrevivir? ¿Por cuidarme?.

  Mi madre y mis tías hacen todo lo posible por alejarme de su vida laboral, nunca traen a casa sus clientes y jamás dejan que se me acerquen. Mi madre quien una vez fue dulce e inocente ya no ve el mundo igual, teme que yo pasé por lo mismo, desde niña me enseñó a crear los venenos que un día le salvaron la vida, la mayoría de su dinero iba a parar en mi escuela privada, ella deseaba que yo tuviera las oportunidades que nunca tuvo, me enseñó a amar y a desconfiar, me mostró que el amor puede destruir a una persona, pero que también puede salvarla, dice que el amor que siente por mi la salvó y yo le creo. Pasé la mayor parte de mis días en el laboratorio de química de mi instituto, siempre he tenido gran talento para los químicos, ¿Tal vez sea por las enseñanzas de mamá? No lo sé, pero mis profesores decían que tenía un gran futuro y mamá estaba encantada, decía que no quería que yo fuera como ella, quería que tuviera una mejor vida y yo estaba decidida a cumplir sus expectativas y poder darle la vida que se merece, soñaba con poder hacer a mi madre felíz. Pero, ¿Podría lograrlo algún día?.

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  El verano estaba llegando a su fin cuando todo se derrumbó, debí saber que algo iba mal cuando ví un auto desconocido afuera de nuestra casa, ¿Sería un cliente? Pero mamá nunca los llevaba a casa, entre algo nerviosa a la casa y en la cocina estaba mamá preparando café con un hombre que debía estar en sus cincuentas, estaba usando un traje y me dió una mirada evaluativa, pensé de forma ilusa que como todos solo estaba admirando mi gran parecido con mi madre. Con la diferencia de que yo había heredado los ojos verde bosque de mi padre y unas cuantas pecas, pero su mirada fue más inquietante que éso, no había morbo, me estaba evaluando, como si fuera una especie rara o un producto muy interesante.

—¿Mamá? ¿Quién es nuestro invitado?— Intentaba aparentar normalidad al pronunciar mi pregunta, tenía un mal presentimiento.

—Alexia, cariño, te presento al señor Mitchell— Me sonrió algo nerviosa y yo me seguía preguntando qué ocurría —Lo conocí en el trabajo, es un buen hombre y quería se conocieran— Su rostro, oh su rostro estaba tan rojo por la vergüenza, supe entonces que él era su nuevo novio.

  Puede que no entiendan mi falta de entusiasmo, pero mamá había intentado esto antes, involucrarse con clientes que tenían dinero, intentaba buscarnos una mejor vida y eso lo entendía, pero nunca funcionaba, esta era la primera vez que llevaba uno de ellos a nuestra casa, así que intente no pensar que iba a terminar como los otros. Aquellos que siempre se iban, tenían familia, trabajo y vidas perfectas que no querían complicar involucrándose con una prostituta y con su hija de 14 años.

—Un placer señor, mi nombre es Alexia— Sonreí de forma incómoda, ni siquiera me ofrecí a estrechar su mano, me serví café en mi taza favorita y subí a mi cuarto lo más rápido que pude, no tenía idea de que ese hombre sería quien arruinaría mi vida.

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¿Saben? Todos tenemos ese incómodo momento en que sabemos que todo en nuestras vidas se fue a la m****a, como si por fin llegarás a esa gran conclusión y todo ocurre en un segundo. ¿Cuál fue el mío? En el momento en que ví una patrulla de policía en las afueras de mi casa y a ese hombre recostado en ese auto lujoso fumando un cigarrillo mientras observaba todo con satisfacción. Corrí, mi corazón latía a una velocidad que no creí posible, ¿Mamá, dónde estás?.

  Su maquillaje corrido por el llanto fue lo primero que ví, mis tías estaban siendo retenidas por otros oficiales, ellas quiénes eran las compañeras de mi madre y quienes la ayudaron cuando más lo necesitaba. Las que me cuidaban en las noches cuando ella debía trabajar, estaban impotentes sin poder hacer nada, me metí entre los oficiales y antes de que pudieran detenerme abracé a mi madre mientras lágrimas corrían por mis mejillas.

—Cariño, voy a estar bien, ¿Si? Mamá volverá, no hice nada, ¿Lo sabes?— Asentí con la cabeza varias veces, mi voz negándose a salir, sollozar era lo único que podía hacer, junto nuestras frentes y con su voz temblorosa me dijo aquello que escuchaba todos los días, pero que hoy me dolió como nunca cuando antes me llenaba de un hermoso sentimiento.

Te amo Alexia, no lo olvides nunca. Te amo—

  ¿Esas palabras dolían tanto porque parecía una despedida? El oficial pareció pensar que era suficiente y la arrastró lejos de mí, antes de que pudiera correr en su dirección una mano pesada y fuerte se posó en mi hombro, un escalofrío recorrió toda mi columna, de alguna forma supe que no tenía escapatoria.

—Te ayudaremos, el gobierno no permitirá que sigas viviendo con una asesina y esas prostitutas, vamos a encontrarle un hogar— Su voz sonaba cínica, sin sentimientos, ¿Un hogar? Ellos estaban destruyendo mi hogar, se llevaron a mi madre quien no hizo nada más que defenderse hace muchos años, ¿Cómo podían culparla por intentar sobrevivir? Sabía que ese hombre tenía algo raro, pero nunca creí que él se convertiría en mi verdugo.

  Nadie pudo salvarme, ¿Mis tías? Ellas no podían pedir mi custodia, no compartimos sangre y no consideraban adecuado que unas prostitutas estuvieran criando a una niña, malditos hipócritas, ¿Cuándo yo les había importado? Me separaron de mi familia y en algún punto de esas semanas en las que mi pobre madre fue acusada por supuestamente envenenar a uno de sus clientes. A mí me llevaron lejos.

  ¿Dónde estaba? Ni siquiera yo lo sabía, ¿Vería a mamá de nuevo? ¿Podría escapar de ese lugar?

  Nunca olvidaré ese día, el miedo, el peso de su mano en mi hombro que se sintió como si con ella viniera el peso del mundo, ese aroma a cigarros que me perseguirá en todos mis sueños a partir de ese momento. Ese día me prometí nunca volver a confiar en nadie porque solo podía salir lastimada, mamá confío y se enamoró, antes de mi padre, luego de ese hombre... Tal vez enamorarse equivale a destruirse. 

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