Capítulo 28
Irene pronunció estas palabras mientras mantenía la mirada fija en Diego.

—Dije que nos divorciemos.

En un instante, la ira de Diego brotó desde lo más profundo de su ser. Sintió que toda su esencia estaba siendo consumida por la furia. Sin esperar a reaccionar, su cuerpo actuó antes que su mente. Levantó la mano y agarró con fuerza la barbilla de Irene. Ella soltó un grito de sorpresa, pero lo miró sin temor.

—¿Cómo te atreves, Irene? —Él ardía en ira; sus ojos parecían lanzar llamas—. ¿Divorcio? ¿Lo mencionaste en serio?

—Diego, ya no quiero vivir así. —Ella tenía lágrimas en los ojos—. Tómalo como una súplica mía, dejémonos liberar, ¿bien?

—¿Recuerdas por qué nuestras familias se unieron en primer lugar? Irene, ¿cómo es posible que ahora, por un hombre que te gusta, estés dispuesta a ignorar los intereses familiares? —Él fue contundente. Por eso ella decidió responder.

—No puedo pasar toda mi vida atrapada en un matrimonio sin amor. —Al ver que ella no replicaba, el hombre se enfure
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