Capítulo 31
Al verlo, Pablo colgó el teléfono inmediatamente y se dirigió a Diego.

—¿Alguien le ha dicho algo a tu querida Lola?

—¿Qué pasa? —preguntó Diego, mirando distraídamente a lo lejos.

—Ella acaba de preguntarme si tienes amigas cercanas. —respondió Pablo.

—¿Y qué le dijiste? —inquirió Diego.

—Por supuesto que dije que no. —dijo Pablo—. Soy cuidadoso con lo que digo, sé qué decir y qué evitar.

—Bien, tengo un asunto que atender. Tú ocúpate de mantenerla tranquila. —Diego asintió.

—¿A dónde vas?

Pero Diego no se molestó en mirar atrás y se alejó rápidamente.

—¿Qué es tan urgente? —suspiró Pablo. Pero al pensar en que Lola seguía dentro, decidió no pensarlo más y regresó.

Después de que Diego se fue, entró al bar, donde muchos hombres estaban comentando sobre la misteriosa belleza extranjera, diciendo que era deslumbrante y altanera, y que era difícil acercarse a ella.

Diego buscó por todo el bar, pero no encontró a Irene. ¿Acaso no era ella? Se quedó parado unos segundos, pensando en volver
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