— ¿Está todo bien con el bebé, doctor? — le preguntó Kat al hombre de barba, pues de pronto su expresión había cambiado a una más seria.— Está todo bien, aunque deberá tener una poco más de reposo y evitar el estrés — le explicó. Cassio tomó su mano para recordarle que él estaba allí con ella, y que no se iría a ninguna parte.Ella pasó un trago.— ¿Es un embarazo de riesgo? — quiso saber, inquieta.El hombre cruzó las manos y miró a ambos padres con una sonrisa para transmitirles seguridad y confianza.— No lo es, pero podría serlo, por eso me gustaría que llevara una vida más relajada si no la tiene.Kat asintió, comprendiendo. Vida más relajada y cero estrés. Podía hacerlo.El resto del control se basó en recomendaciones médicas para que se mantuviera saludable y asistiera con más frecuencia para monitorear el proceso y descartar anomalías, en su defecto, atenderlas a tiempo.Hubo instante en el que Cassio se había quedado prendado al monitor, completamente embelesado, mientras es
— Oh, Cassio, es un detalle precioso de tu parte — le dijo ella, cuando él terminó de colocarle la cadena. Tomó el pequeño dije entre sus dedos y lo observó sonriendo. Era una pequeña grabadora laminada en oro.Él la sorprendió besándole el cuello.— Me alegra que te guste — musitó contra la piel, y apartó varios mechones de cabello para depositarle un beso que la erizó de cuerpo entero —. ¿Siguiente parada?Ella asintió con entusiasmo, y más tarde, después de haber sido discretos para llegar hasta ese lugar, entraban a una pequeña habitación con dos cómodos asientos y una ventana tinturada del tamaño de una pared entera.— Creí que iríamos al concierto de Adele. ¿Qué es este lugar? — quiso saber, echando un vistazo alrededor. Había una mesa en la esquina con aperitivos, agua y otro tipo de bebidas.Cassio le sonrió.— El concierto de Adele — dijo, apagó una de las luces, presionó lo que ella notó como un interruptor rojo y de repente el ventanal se iluminó.Y Adele, a unos metros, en
La noche, juntos, con Cassio durmiendo por primera vez en casa de Kathia, fue un arrebato de besos quedos, caricias sutiles y palabras tiernas; risas, momentos de recuerdos vividos y cargados de mucha nostalgia.Volver al pasado, a como se conocieron, a esas veces que iban por la vida, desenfrenados, se sintió como un cariñito al alma.Cassio también le habló del futuro, de los planes que tenía con ella como familia, de todo lo que quería hacer para cuando aquella tormenta de arena terminara de pasar, aunque decidió omitir alguna que otra cosa porque se trataría de una sorpresa. Mientras tanto, ella lo escuchaba atenta, con ilusión, completamente embelesada, y por su parte, expresó que le parecían ideas maravillosas, que contara con ella.Más tarde esa noche se quedaron dormidos.Cassio despertó antes de que amaneciera, y sonrió al verla recostada sobre sus pechos, con el cabello cayéndole como una cascada amielada sobre la espalda y la respiración serena.No quiso despertarla, no cua
Desconcertada, Kathia se quedó con el móvil en la mano durante largos segundos, después reaccionó y le marcó de nuevo, pero nada, la enviaba al buzón.Debía estar pasando algo, y pronto buscó la forma de saber qué.Tomó el ascensor y esperó inquieta hasta llegar a la recepción del edificio.— Piero — llamó a su escolta, que coqueteaba con la mujer detrás del mostrador.El hombre se despidió momentáneamente y se acercó a la mujer de su jefe, notándola un tanto ansiosa.— Kathia. ¿Ocurre algo?— A mí no, pero sé que a Cassio sí — le dijo con el pecho comprimido —. Tienes que averiguarlo.El hombre le pidió que la pusiera al tanto, y que razones tenía para creer eso. Apenas Kathia le explicó, él asintió, comprendiendo, y sacó su móvil para hacer una llamada.Lo escuchó hablar, preguntar, esperar por varios segundos y responder con monosílabos y semblante serio.— De acuerdo, mantenme informado — y colgó, antes de mirar a una Kathia que parecía que las piernas le fallarían en cualquier se
— Estás molesta — le dijo Cassio desde el sofá donde Kathia le había pedido que se recostara y no se moviera, mientras ella estaba en la cocina y le preparaba una comida bastante reconfortante.— No — musitó sin mirarlo.— Te conozco y sé que lo estás.Kat dejó lo que estaba haciendo por un segundo y al fin alzó la vista.— Estoy preocupada — le confesó —. Esto se está saliendo de control y tú no le estás dando la atención correspondiente.Cassio intentó incorporarse, pero ella le señaló con el cuchillo, así que nuevamente se recargó contra el sofá.— Lo voy a resolver.— Eso llevas diciendo las últimas dos semanas, y contrario a eso, parece empeorar — dijo firmemente, negando con la cabeza —. No creo que haya sido una buena idea hacerte responsable de esto. La prensa no va a dejarte tranquilo, sigues siendo la comidilla de todo el país, y ahora con esto…Intentó no quebrarse, pero más le pudo el llanto y se dejó ir.— Kat… — se levantó y caminó hasta ella, ignorando su mirada de repr
El juicio fue un desgaste emocional.Y es que, por lógica, Francesca no tenía previsto quedarse de manos atadas, así que contrató a un equipo de abogados que estaba allí dispuesto a todo y más.La primera en tener que declarar fue Clara. Ella reveló como había conocido a la acusada, y todas las amenazas y daños psicológicos a los que la había sometido.El segundo fue Maurizio, quien no omitió detalles de su complicidad con la mujer con pruebas en mano, como tampoco de que se haría completamente responsable de enfrentar a la ley por sus delitos cuando el juicio acabara.Clara no estaba al tanto, al menos no que fuese tan pronto, por eso no pudo evitar que las lágrimas la asaltaran con conmoción.Cassio no solo dio su versión de los hechos, sino que al fin pudo reunir todas las pruebas que su equipo de investigación había estado buscando todo ese tiempo.Francesca sabía que estaba perdida, pero desconocía hasta qué punto. Nada la relacionaba con el tráfico humano, eso fue lo que pensó,
Las nuevas noticias causaron revuelos en el país.Revuelos positivos.Para esa hora del día todo el mundo estaba hablando respecto a la biografía, y se mostraron enternecidos a través de comentarios y post en todas las redes sociales. La disculpa nacional de Gina fue en parte de gran ayuda, porque no solo admitía haber manipulado información en contra del Garibaldi, sino que dejaba a Kat ajena al desprestigio por haberse publicado tal cosa sin su consentimiento.Sin más, la mujer decidió que no respondería preguntas por el momento, y que solo quería ir a casa con su familia y dejar todo eso atrás. Kathia se había encargado a través de Valerio, que su padre, en nombre de la revista, no la demandara, pues Gina había resultado ser una víctima más de la red de manipulación y amenazas de Francesca.Valerio tocó a su puerta, sacándola de los largos minutos de ensimismamiento.Kat alzó la vista y después se incorporó para recibirlo. En ese momento, quizás por todo lo que estaba sucediendo, s
Kathia sentía que el corazón iba a perforarle el pecho en cualquier momento, y es que desde la última llamada con Cassio no había dejado de experimentar esa sensación de ansiedad y adrenalina, como si fuesen dos adolescentes que se verían al fin por primera vez.Piero ya la esperaba con el auto encendido cuando terminó su jornada laboral en la revista. Con Cassio habían quedado en que se verían primero en el pent-house; había sido una propuesta de él y ella no tenía la mínima intención de oponerse a esa idea, así que cuando se deslizó en el asiento trasero, le dio un poco de forma al cabello, se pintó los labios y se puso su perfume favorito.Las luces estaban apagadas cuando introdujo la llave que aún tenía en su poder. Se quitó la chaqueta y la dejó por allí mientras avanzaba.— ¿Hola? ¿Cassio? — llamó con suavidad, increíblemente nerviosa. De pronto, en el salón, un caminito de pétalos blancos se abrió bajo sus pies, y un pequeño letrero de luces con una flecha decía “sígueme”Sonr