— Cassio, esto está fuera de control — le comunicó su agente apenas contestó la llamada —. En las últimas dos horas hemos perdido demasiados clientes y los empleados comienzan a cuestionarse su futuro en la constructora. Este asunto familiar está dando mucho de qué que hablar y…— No me digas algo que ya sé — expresó con la voz profunda —. Y te pago mucho dinero para que sepas manejar este tipo de situaciones, no para que me des excusas que ahora mismo no necesito.— Lo sé, Cassio, y hemos estado trabajando arduamente las últimas horas sin resultados, por eso el motivo de mi llamada. El equipo y yo creemos que una solución factible para esto, y para limpiar tu apellido, es que demandes a la periodista.Cassio echó la cabeza hacia atrás y tomó una profunda bocanada de aire.— La periodista a la que te refieres es la madre de mi hijo.— Lo sabemos.— ¿Y aun así te atreves a sugerir semejante estupidez? ¡Resuelve esto, carajo!El hombre del otro lado de la línea se quedó varios segundos
— Kat, ¿sigues ahí?Sí, lo estaba, pero se había quedado pasmada durante eternos segundos.¿Qué diablos estaba haciendo Cassio…? ¿Y por qué estaba asumiendo una culpa que no le correspondía?— ¿Kat…? — insistió su amiga, preocupada.— Sigo aquí — musitó apenas con un tono audible, y se llevó de manera intuitiva las manos al vientre porque de pronto sintió que las arcadas de los últimos días regresarían — ¿Por qué Cassio está haciendo esto? No lo entiendo… Siena, ¿qué ocurre?Su amiga suspiró del otro lado de la línea.— No lo sé, pero parece que…— ¡Se está culpando a sí mismo de un error que no le corresponde! ¡Debería ser yo la que estuviese dando declaraciones! ¡Fue muy error! ¡Fue…!— Kat, no, si hay un culpable aquí es tu jefa. ¡Fue ella la que tomó tus notas para hacer todo este escándalo!— Sí, pero si yo no hubiese subido la información a la web, entonces esto no estaría ocurriendo.— Fue un error involuntario — replicó Siena con pesar y ella se dejó caer en el sofá porque las
— ¡Mami! ¡Mami! ¡Hay un regalo para ti! — apenas Kathia cruzó la puerta del pent-house, la pequeña Cassie la recibió con entusiasmo.— ¿Un regalo? — le preguntó con una sonrisa curiosa, cargándola en brazos.— Siiiii, en la habitación, tienes que correr a verlo. ¿Te gustan los regalos, mami? ¡A mí me encantan! — comentó entusiasta.— Entonces vayamos a verlo — le propuso.Minutos más tarde, cuando entró a la habitación, una caja blanca y grande la recibió a los pies de la cama. Todavía curiosa por saber de qué se trataba, dejó a Cassie en el suelo y se acercó para desatar el lazo rojo que la envolvía, maravillándose con el interior.Un precioso vestido rojo de talle la hizo sonreír. Dentro de la misma caja, había tarjeta.“¿Es mucho pedirte que luzcas este vestido para mí?”No hizo falta tener una firma para saber quién lo había enviado, así que se mordió el labio inferior y suspiró atontada.— Wow, mami, está tan lindo — dijo la pequeña, acariciando la tela, y reconociendo que un ves
Sus respiraciones, al llegar a la cama, eran casi aceleradas, y segundos antes de que cayeran tendidos sobre el colchón, él se alejó un poco para mirarla directo a los ojos. — Eres todo lo que necesito, Kat, no lo olvides — musitó suave, y le relamió los labios —. Lo que suceda y se diga allí fuera a partir de ahora no debería interferir en esto, en nuestra familia. Lucharé para que pronto podamos estar como una. Ella sonrió atontada y le recorrió ampliamente el pecho con las manos. — Oh, Cassio — sollozó — Bésame. Él no esperó que lo pidiera dos veces, y la tomó en vuelos para recostarla sobre el colchón. Fuera, se escuchaba el rumor de la brisa y las olas del mar que rompían contra las rocas, entremezclándose con el sutil quejido que afloraba de sus gargantas. De a poco, el hombre la fue desvistiendo, hasta que sus ojos se maravillaron por la lencería de seda que llevaba puesta esa noche. Las copas acunaban los perfectos y frondosos pechos femeninos, aunque no por mucho tiempo,
No se podía ser un buen jefe sin ensuciarte las manos tal como lo hacían tus empleados, y eso era algo que Cassio sabía muy bien, así que, tan pronto como llegó a roma, sustituyó los zapatos por botas y el gel fijador por un casco.Trabajar hombro a hombro con su gente le hacía bien, eso lo venía practicando desde años, cuando Kathia y él… negó con una sonrisa triste, ni siquiera quería recordarlo. Habían sido la época más oscura de su vida.Los albañiles se mostraron más entusiasmados durante la jornada laboral, y como recompensa, a la hora de descanso, los invitó a tomar una par de cervezas bajo la sombra de un árbol que recientemente se había plantado.Para el final de la tarde, decidió ser sincero con ellos, todo lo contrario a lo que le había dicho su agente que hiciera.Las cosas no estaban bien con la constructora, fue lo que comenzó a decirles, y que todavía no sabía si dentro de un par de semanas todos ellos iban a tener el empleo con el que sustentaban sus hogares; sin embar
El miércoles despertó temprano, atendió a su hija como acostumbraba y espero a Sarah a la hora prevista. Cassie estaba de vacaciones, así que esos días la tenía en casa y se sentía muy feliz, aunque el trabajo la agotara.En su nuevo cargo de jefa de redacciones todo marchaba bien. Era una jefa considerada y justa, pues ya había estado en el lugar de sus compañeros y se permitía ser más condescendiente de lo que había sido Gina.Esa tarde se reunió con el equipo en la sala de reuniones para discutir sobre la portada que saldría el próximo viernes, y cuando regresó a su escritorio, la esperaba un enorme ramo de flores blancas.Asombrada, tomó la tarjetita entre sus dedos y la leyó.“Lamento haberme despedido tan rápido anoche” Te ama profundamente, Cassio.Ella sonrió sin poder evitarlo, y un instante después, recibió la alerta de un nuevo mensaje.“Les enviaré comida asiática esta noche. ¿Te parece bien si las llamo a las ocho?”Kathia tipeó una respuesta rápida.“A las nueve está per
Estaba ansiosa por verla, por tocarla, besarla profundamente y fundirse en ella, por eso cuando aterrizó en aquella discreta pista de aterrizaje la mañana siguiente, no perdió el tiempo y lo arregló todo para que el reencuentro después de una semana fue completamente especial para ambos.Tenía muchísimas cosas por decirle y había estado esperando a que llegara ese momento para hacerlo. Las videollamadas, aunque conseguían hacerlos sentir un poco más cercanos, no eran ni la mitad de suficiente.Necesitaba a Kathia Scuderi en sus brazos… y la necesitaba tan pronto como fuese posible.Kathia había despejado su agenda con anticipación para ir a la consulta con el ginecólogo y se sentía un tanto nerviosa. Todavía podía recordar con exactitud las emociones que experimentó cuando escuchó por primera el corazón de Cassie, y así, cada cita, era una sensación nueva que la hacía agradecer infinitamente a Dios por darle la oportunidad de ser madre. Estaba segura de que con el nuevo bebé no sería
— ¿Está todo bien con el bebé, doctor? — le preguntó Kat al hombre de barba, pues de pronto su expresión había cambiado a una más seria.— Está todo bien, aunque deberá tener una poco más de reposo y evitar el estrés — le explicó. Cassio tomó su mano para recordarle que él estaba allí con ella, y que no se iría a ninguna parte.Ella pasó un trago.— ¿Es un embarazo de riesgo? — quiso saber, inquieta.El hombre cruzó las manos y miró a ambos padres con una sonrisa para transmitirles seguridad y confianza.— No lo es, pero podría serlo, por eso me gustaría que llevara una vida más relajada si no la tiene.Kat asintió, comprendiendo. Vida más relajada y cero estrés. Podía hacerlo.El resto del control se basó en recomendaciones médicas para que se mantuviera saludable y asistiera con más frecuencia para monitorear el proceso y descartar anomalías, en su defecto, atenderlas a tiempo.Hubo instante en el que Cassio se había quedado prendado al monitor, completamente embelesado, mientras es