Capítulo 4: ¡Púdrete!

Capítulo 4: ¡Púdrete!

Ignorando la tormenta que estaba por llegar, Alexa había empacado lo que ella consideraba importante conservar en algunas bolsas de plástico.

- Y así se guardan casi dos años de vida – opinó dejando escapar un suspiro mientras miraba alrededor de su habitación, ya que apenas cumplieron un año de matrimonio… Carlos ya no quiso dormir a su lado.

Mientras revisaba que no estuviera olvidando algo, escucho como tocaban la puerta.

Al abrir una gran sonrisa se instaló en su rostro al descubrir quién era.

- ¡Rosa! – exclamó abrazando a una mujer pelinegra.

- ⁠Ale – contestó ella correspondiendo el gesto.

Debido al encuentro ambas soltaron algunas lágrimas de felicidad, ya que habían sido dos años sin saber nada de la otra.

- No has cambiado mucho – comentó Alexa al separarse del abrazo.

- Ya vez, es que soy perfecta – declaró divertida guiñándole el ojo – pero bueno tú eres quien debe contarme mucho sobre lo que has hecho y… - empezó a decir, pero sus palabras fueron detenidas al notar el rostro de su amiga - ¿quién te golpeó?

- El que se hace llamar mi esposo.

- ¡QUE! ¿por qué?

- ⁠Cosas… pero por ahora no deseo hablar de eso – comentó ella haciendo una mueca.

- Está bien… aunque sabes… ahora creo que debiste dejar que muriera esa vez – opinó cruzándose de brazo.

- ¡Hey! – le regaño dándole un ligero golpe en su brazo - ⁠no digas eso, como médico hice el juramento de salvar a todos sin juzgar a nadie.

- Lo se… pero ahora nos ha demostrado que lo mejor era que se quedara tieso, porque resultó ser un maldito golpeador de mujeres.

- Ah… de hecho, ⁠antes no era así – comentó ella desviando la mirada.

- Entonces… ¿por qué cambió?

- Porque de un momento a otro apareció Alin y empezó a decirle toda clase de mentiras.

- ¿Alin?

- Su amante.

- Típico... entonces adivinar: él es el gran dios salvador y trabajador de este maldito mundo, pero vive condenado por estar al lado de una buena para nada.

- Básicamente…

- Si supiera quien eres, porque de seguro esa amante ni tiene donde caerse muerta – comentó algo fastidiada – oye ¿⁠y esas bolsas?

- Son mis cosas.

- Vaya… que cerdo ni una maleta te compro.

- Mejor así, no quiero llevarme nada de él.

- Está bien, yo las cargo – mencionó tomándolas – ven, deje el auto en el estacionamiento.

- Si – mencionó ella mirando a ver por última vez ese lugar, antes de dejar las llaves sobre la mesa y salir del departamento.

- ¿Lista? – preguntó Rosa emocionada.

- Adelántate, ya te alcanzo.

- ¿Eh?

- Solo iré a despedirme de alguien – mencionó señalando la puerta de al lado.

- Va, no tardes - indicó la pelinegra tomando las bolsas y adelantándose

Con eso dicho ella fue a tocar la puerta de la señora Cárdenas para despedirse de ella.

Mientras esperaba a que le abrieran, no noto que las puertas del elevador se abrían y daban paso a un Carlos furioso, quien al verla fuera de la casa confirmó su culpabilidad.

- Ya voy… ¿quién? oh hola Ale - empezó a decir la mayor al abrir la puerta y ver a la castaña - ¿qué se te ofrece?

- Hola de nuevo, yo vengo a… - empezó a decir ella, pero sus palabras se cortaron cuando sintió como alguien la sujetaba de su hombro derecho con fuerza para hacer que diera media vuelta y acto seguido solo noto como un puño se acercaba a su rostro.

- ¡ALEXA! – gritó horrorizada la mayor al ver como Carlos le daba un puñetazo en la cara a la castaña y la hacía caer al suelo.

- ¿Abuelita? – por el gritó el nieto de la mujer se asomó y gritó asustado al ver a la señorita amable en el suelo.

- Hijo no salgas – pidió la mayor – AYUDA POR FAVOR – empezó a gritar.

- CALLESE VIEJA ESTÚPIDA – le gritó alzando su mano en señal de querer dañarla.

- A mi abuelita no la tocas – el menor corrió para tratar de proteger con su cuerpo a la mayor.

- Tch… pues dile que no se meta en lo que no le llaman – dijo en tono monótono antes de mirar a ver a su esposa, quien estaba tratando de ponerse de pie – y tú… - declaró apretando nuevamente los puños – me imagino que ya estás contenta ¿verdad?

- ¿Qué…? – Alexa no entendía qué pasaba, pero la actitud que tenía le daba miedo y sentía que su vida corría peligro.

- MATASTE A MI HIJO - gritó el pelirrojo avanzando hasta ella para golpearla de nuevo.

Alexa no entendía qué está pasando o qué quería decir con matar a su hijo… pero solo atinó a alzar sus brazos para protegerse del siguiente golpe.

Por suerte y gracias a los gritos de la mayor y de su nieto, los demás vecinos salieron de sus departamentos para ver qué pasaba, encontrando la tétrica escena de ver al señor Carlos golpeando a su esposa en público.

Obviamente los hombres saltaron en defensa de la pobre chica que estaba tirada en el suelo, buscando alejar al pelirrojo mientras que la señora Cárdenas se acercaba a ayudar a Alexa.

- Alexa – le llamo la mayor, tratando de ayudarla a ponerse de pie.

- Abuelita ya llame a una ambulancia – declaró el nieto de la mayor.

- Oye Carlos, cálmate – se escuchaba que le decía uno de los vecinos que estaba sujetándolo.

- SUELTENME.

- Carlos, reacciona le estabas pegando a tu esposa.

- CALLENSE, ESTA PERRA NO MERECE MISERICORDIA PORQUE ES UNA ASESINA – gritaba tratando de liberarse del agarre.

En eso las puertas del elevador se abrieron nuevamente dando paso a los oficiales que habían seguido al pelirrojo.

- Policía, ayuda – empezaron a decir varios vecinos.

- Detengan a ese hombre.

Los oficiales se acercaron y vieron al pelirrojo ser sujetado por varios hombres.

- ¿Qué está pasando aquí? – preguntó uno de los policías.

- ARRESTELA, ELLA ES LA ASESINA – les ordenó Carlos.

- Señor Monroy cálmese – dijo el otro oficial – mire… sé que está buscando a quien lastimó a su esposa, pero…

- ¿De qué rayos está hablando? – preguntó una vecina interrumpiendo a los policías.

- Yo soy la esposa de este loco y quiero presentar una denuncia de abuso doméstico – dijo Alexa frunciendo el ceño y avanzando un poco para estar a unos pasos del pelirrojo.

- ¿Qué? señora no mienta.

- No miento, yo soy Alexa Monroy y desgraciadamente soy la esposa de este poco hombre que no duda en golpear a su esposa – habló mostrando sus brazos y señalando su rostro que estaban llenos de hematomas.

- Pero… ¿y la mujer rubia del hospital? – preguntó confundido uno de los oficiales.

- Ah… ¿algo le pasó a la AMANTE de mi esposo?

- … - ahora los policías se miraron preocupados entre ellos, porque la forma de actuar y el tono frío en la voz de esa mujer, les daba a entender que ella no estaba mintiendo.

- TRATASTE DE ATROPELLARME PORQUE ME NEGUE A DARTE EL DIVORCIO Y EN TU ESTUPIDEZ MATASTE A MI HIJO, PORQUE ALIN ME PROTEGIÓ.

- Tal vez odie a tu amante, pero jamás le desearía la muerte a diferencia de ella – declaró ella cruzándose de brazos - e igual para tu desgracia he estado aquí todo el tiempo.

- Es verdad, Alexa estuvo platicando conmigo en mi casa – mencionó la mayor.

- MIENTEN, de seguro esta vieja es parte de tu plan.

- Hey, respeta a mi abuela.

- Señores por favor.

- Policías hagan algo y llévense a este loco – pedían algunos vecinos.

- Hagan algo, no se queden ahí parados.

- Esto es violencia doméstica, deténganlo.

Los oficiales se miraron entre sí confundidos, porque entendían que se habían metido en una pelea marital con amante incluida.

Carlos noto que esos policías estaban por arrestarlo debido a las quejas de todos esos entrometidos, por lo que se acercó a ellos para entregarles algo y susurrar unas órdenes. 

Tras eso se notó como ellos se guardaban algo en el bolsillo, antes de pasar al lado del pelirrojo mientras sacaban sus esposas.

- Señora Alexa Monroy, queda arrestada por el homicidio del hijo de Carlos Monroy y el intento de asesinato a la señora Alin Durand – declaró uno de ellos mientras ambos sujetaban a la castaña.

- ¿Qué? eso es mentira, yo no he hecho nada de eso – se quejó Alexa, pero ellos con fuerza y rudeza la arrestaron y ahora la obligaban a ir al elevador para sacarla del lugar con rumbo a la prisión.

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