¿Será que Eva conseguirá que Apolo salga con ella en la revista? Veremos en qué líos se va a meter ahora.
Apolo maniobró de forma magistral el vehículo y evitó el choque orillándose momentos después. Eva estaba pálida viendo a Apolo con terror.—¡Casi nos matas!—¡Te volviste loca!—¡El loco eres tú!—¿Sida? ¿Pensaste que tenía sida?Eva lo miró con desconcierto.—Bueno, es una posibilidad.—Posibilidad y un cuerno.El corazón de Eva latía veloz y entonces le dijo molesta.—Es lo que pensé, nunca me dijiste nada.—Estoy enfermo, pero no es sida, es cáncer.No lo veía tan desmejorado como se esperaba.—¿Cuánto tiempo te dijeron que te quedaba?—Seis meses.Ella lo miró con sorpresa.—¡El tiempo de nuestro contrato!—Así es.Eva preguntó aterrada.—¿Quieres que te vea morir?—Jamás.La sola idea de que Eva estuviera presente en ese momento tan trascendental no lo concebía, pero parecía inevitable. Desde que lo supo en ese chequeo médico, su vida cambió.Solía hacerse un chequeo al año y completo. El doctor Clarence, era médico de la familia desde que tenía memoria y en ese momento esperaba l
Eva preparaba un batido de algunas legumbres que le habían dicho que eran buenas para ciertas enfermedades.—Zanahoria, remolacha y naranja, suben defensas.Sonrió cuando vio todo mezclado y se veía muy colorado.—¿Lo debo de cernir? —pensó un poco y entonces—, se le irían los nutrientes.Se lo llevó a Apolo que miraba una de sus plantas con tristeza.—Te hice un batido de algunas cosas.—¿Batido?—Escuché que eso ayuda en tu condición.Vio una masa y se lo llevó a la boca.—Esto es intomable.—¿Quieres que lo cierna?Entonces le dijo pacientemente.—Eva, gracias, pero esto no es necesario.Ella se cruzó de brazos y le preguntó.—¿Piensas que ese coctel de pastillas te hará mejor que lo natural?—Tengo cáncer terminal, no hay vuelta atrás.Eva se llevó el jugo y lo coló y se lo volvió a dar.—Al menos no me rindo.—Quisiera que te rindieras.—No puedo hacer eso.—Eva, me desesperas —se tomó el jugo—, sabe a rayos.Lo bueno siempre sabía mal, eso lo leyó por ahí. Intentaba darle ánimo p
Eva modelaba su tentadora ante él.—¿Y bien?—Te ves…Era una bella diosa encarnada en el cuerpo de una mujer. Ella se le acercó sensual.—¿Me veo?—Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida.Y era cierto, la belleza de Eva era hechizante. Ella lo tomó por la corbata y lo llevó cerca de la cama.—Eva, pasó algo y…—Quiero que te olvides de todo.—¿De todo?—De todo menos de mí.—Estás loca —dijo con una sonrisa.—Tal vez, esta camita y estos chocolates son para engreír a mi precioso, Apolo.Ahora era precioso y ella lo tiró en la cama y se dio cuenta de que era suave y fragante.—Siento que es la primera vez que me acuesto con placer en mucho tiempo.Ella le desabotonaba la camisa y él reía.—Eres una loca.—Ajá.Besaba su pecho y admiró su musculatura.—Una vez te vi en la piscina y siempre creí que tenías el mejor cuerpo de todos los poderosos del lugar.—Yo también te veía con las charolas de bebidas y no sabía lo loca que estabas.Ambos rieron y ella le sirvió una copa de c
Regresaron al hotel y Apolo comentaba sobre lo pasado con la gitana.—Por eso no creo en esas cosas, el destino no puede ser leído y tampoco cambiado.Eva entonces comentó lo dicho por la mujer.—Ella dijo que tendrás larga vida.—Puras bobadas.—Hablas como si no desearás vivir.Apolo le dijo lo que pensaba sobre el tema.—El cáncer no puede cambiarse, es una realidad y cuando es terminal, es terminal.—Eres un hombre de poca fe.Apolo se acercó a la recepción y dijo su nombre.—Sanders.—¿Gastón Sanders?Eso lo sacó de onda y le aclaró al encargado.—Ese es mi padre y murió hace varios años, soy Apolo Sanders.El sujeto revisó y comentó.—Tenemos al señor Gastón Sanders y su esposa registrada y a Apolo Sanders y su esposa registrada.Eso molestó a Apolo, que de un salto llegó del otro lado y Eva lo miró tan vital.—Deje ver eso.—Señor, esto es impropio.—Impropio y una m****a.Miró el monitor y ahí decía eso, su padre estaba en ese sitio, habitación 1616, negó con la cabeza y dijo d
Dallas tocó a la puerta, había ensayado su lado firme para tratar con su hermano; sin embargo, una bella señora le abrió la puerta sacándola de onda.—Disculpe, me equivoqué de habitación, pensé que era la de mi hermano.—¿Apolo es tu hermano?—Sí.Ella le dio pase y Dallas entró y vio a su padre frente a ella y cayó como un fardo en el suelo. Roy la ayudó a levantar y la colocó en un mueble cerca.—Dallas, cariño.Apolo fue a ella y la tocó.—Hermanita, por favor, hermanita.Gastón se acercó al sujeto que era muy fornido y le preguntó.—¿Qué hace usted con mi hija?Roy se quedó mudo, no entendía nada.**Eva esquivaba a su madre, se sentía en un quilombo lleno de personas y nada gratas.—¿Podemos hablar?—Ya hablaste muy alto con tus acciones.—No te pido que lo entiendas, solo pasó. Conocí a Gastón cuando vivía un momento oscuro de mi vida.Dios, no deseaba escuchar cómo se ennovió con el rico y dejó a su pobre padre solo.—Quieres callarte, hiciste suficiente, Evelin.—No todo es co
Karim Velchok se acercó al doctor Clarence llena de miedo y dudas.—¿Puedo hablar con usted?—Ahora, no.—Es sobre el caso Sanders.El anciano le indicó su oficina y entonces ella le comentó su duda.—Estoy avergonzada, resulta ser que recibí esos análisis y tenía que llevárselos y… Tuve un inconveniente familiar y dejé a cargo de otra enfermera.El anciano, preocupado por ese hecho, preguntó.—¿Qué me quieres decir?—Es que no sé si se equivocaron de paciente.Eso enojó al doctor, que estalló molesto.—¡Me dices que tal vez, Apolo Sanders puede estar sano!—Es una posibilidad.El anciano doctor, muy enojado, preguntó.—¿Quién quedó a cargo?Ella respondió apenada.—La enfermera Mattis.La llamaron inmediatamente y ella entró nerviosa; ahora era un asunto demasiado delicado.—Por la reputación de esta clínica, ¿te equivocaste con esos exámenes?Mattis abrió y cerró la boca sin saber qué decir.—Dime, por Dios.Ella asintió apenada y en ese momento el anciano se agarró ofuscado la cabez
Eva preparaba todo para su nuevo desfile y Kasy la ayudaba.—Manita, lo que me cuentas me ha dejado impactada, ¿tu padre ya lo sabe?—No, no sé cómo decirle que vi a mamá.Entonces decidió hablarle a su padre y cuando Kasy se fue se acercó a él.—Papá, tenemos que hablar.—Dime, Eva.Ella se restregaba las manos, mala señal, había hecho algo y entonces le preguntó.—¿Ese hombre te hizo algo?—No, no, es que en París… —se acercó a su padre—. En París me encontré con alguien.—¿Con quién?Ella entonces se dio la vuelta y su padre, preocupado por sus acciones, le instó.—Ya, dime.Se dio la vuelta y se lo dijo en la cara.—Vi a mamá, a Evelin.Él se quedó mudo de la impresión y Eva intentó minimizar el impacto de la noticia.—Se la ve vieja y maltrecha, se lo merece después de todo lo que nos hizo.—Eva…—La odio, la odio mucho y no vale la pena esa mujer.—Es tu madre.—Ya no más.—Eva… —buscó sentarse y miró a su preciosa hija frente a él—. ¿Te trató mal?Eva se pasó una mano por la cab
Eva parpadeó, no entendía su actitud, lo notaba frío y distante.—¿Qué sucede, Apolo?—Se acabó, no puede seguir con esto.—¿Por qué?—Eva, no puedo salir con la hija de la amante de mi padre.Eso la dejó impactada y ella balbuceó.—Yo no tuve la culpa.—Pero las cosas son así.Eva lo miró sorprendida y entonces le preguntó.—¿Qué pasó contigo?—Solo me di cuenta de las cosas.—¿Me usaste?—No, Eva, nos usamos.Ella negó con la cabeza y le indicó.—¿El trato se rompe?—Sí, te indemnizaré.—No quiero tu dinero, pensé que me querías.—Eva, sabíamos que esto no iba a ningún lado, somos de mundos diferentes y ahora con lo pasado entre nuestros padres, mi madre no solo te odiaría, te mataría.Eva le dijo entonces.—Te necesito.—Tienes fama, dinero y un camino en el modelaje y cincuenta mil dólares, vive con eso y déjame en paz.Eva lo miró y sintió que ese no era el mismo Apolo que ella conoció y se dio la vuelta molesta y le dijo.—Espero que no te arrepientas de esto.—Me arrepentí cuand