Macarena llegó a la reunión nocturna junto a su guardaespaldas Danilo. Por supuesto, ella no estaba para nada enterada de lo que sucedió en Las Vegas, dado que estaba más concentrada en cerrar acuerdos comerciales con futuros socios corporativos que en lo que hacía su ex y detractores.
- Espérame afuera – le indicó Macarena a Danilo – te avisaré si surge algo.
- Como diga, señora – respondió su guardaespaldas.
En cuanto durara la reunión, Danilo decidió mirar videos publicados en sus redes sociales porque se estaba matando de aburrimiento. Su clienta era bastante amable con él y pensaba que era bonita y elegante. Sin embargo, le enseñaron que no debía mantener relaciones afectivas con sus clientes o interferiría en su rol de protector y guardián.
- Mi oficio es muy peligroso – se dijo Danilo, mientras veía videos – Y, por eso, prefiero mantener la distancia. Pero la señora Macarena tiene un… no sé qué, que me atrae. O quizás estoy así solo porque fue
Sonia estaba cuidando de Richard, quien se encontraba muy malherido por las palizas que se dio con Roberto dentro del torbellino. Y es que en verdad creía que la pelea fue por su causa por lo que consideró que, por más que su esposo la estaba engañando con otra, en realidad la amaba a ella.“Quizás solo estaba frustrado por no hacerlo más conmigo”, se dijo Sonia, como autoconvencimiento. “En ese caso, le propondré que salgamos en una segunda luna de miel cuando se recupere. ¡Sí! ¡Hay que recuperar el tiempo perdido!”Salió del consultorio para traer provisiones. Y mientras regresaba, un Roberto salvaje le bloqueó el paso de la entrada y le dijo:- Dime la verdad, Sonia. ¿Realmente ese bebé que tienes es de Richard? Porque yo lo conozco muy bien y sé que él es estéril.- No sé de dónde sacaste eso &ndash
Mientras esperaba a Adelaida, Roberto comenzó a interactuar con el bebé. Al principio solo atendía que estuviese bien pero, en un momento, el niño se aferró a su dedo índice y le sonrió. Y solo con eso su piel se erizó.Ese niño le hizo tener diferentes sentimientos que nunca antes creyó que tendría. Por un instante recordó a su hijo y lamentó haber sido lo suficientemente basura como para fingir su muerte y dejar a Adelaida y al bebé a la deriva. Pero, también, le intrigaba saber a quién le robó Sonia el niño, preguntándose si la madre no lo estaría buscando con desesperación y dándose golpes en el pecho por permitir que se lo robaran de forma desconsiderada.En un momento, el bebé comenzó a llorar. Roberto, de inmediato, lo alzó en brazos y se calmó. Más adelante, sintió que
Adelaida llegó y, apenas vio al bebé, lo alzó y lo abrazó mientras comenzaba a llorar de la alegría. El niño ya estaba bastante grande y, aun así, logró reconocer a su verdadera mamá y extendió sus brazos hacia ella.Roberto, por su parte, se sintió extrañamente conmovido por aquella escena. Y es que, durante todo ese tiempo, había renegado de Adelaida. Pero, al verla tan feliz con un niño que él creía que no era suyo, pensó que no sería una mala idea el de formar juntos una familia.El problema era que sus padres no aceptarían la relación y Adelaida estaba fuera de sus cabales, por lo que tenía que usar sus mejores jugadas para volver a controlarla.Es así que se acercó a ella y le dijo:- Bien. Ya tienes al bebé. Pero eso no significará que te dejaré ir, así como así. Arruinaste mi matrimonio, ¿recuerdas? Por lo que deberás transitar por un largo camino de espinas para liberarte de mí.- ¿Qué planeas hacerme? – preguntó Adelaida, frunciendo el ceño y poniéndose a la defensiva.- Eso
Danilo estaba patrullando entre los pasillos de la mansión. Hizo un forzoso intento por no bostezar ni tirarse al sillón de la sala para dormir, como lo hizo la otra vez. Pero el problema era que ese mueble le resultaba más cómodo que la cama donde dormía. Y justo estuvo a punto de volver a hacerlo, cuando un colega suyo lo detuvo y le dijo: - Oye, no es profesional hacer esto. El sillón fue inventado para que las visitas se sienten, no para que se use de cama. - Lo siento – dijo Danilo, apenado – En ese caso, iré al patio a patrullar. - Sí, será lo mejor. Así le dices a esos inútiles guardias que hagan mejor su trabajo. Ja ja ja. Danilo, ignorando los comentarios despectivos de su compañero de trabajo, fue al patio de la mansión, cuyo tamaño era más grande que dos canchas de fútbol juntas. Pero era bastante sencilla, apenas tenía un jardín de plantas exóticas provenientes del continente asiático, un mini zoológico conformado por un elefante, dos jirafas y un león, un helipuerto pa
“¡Adelaida! ¡Otra vez ese nombre!” pensó Macarena, al escuchar la explicación del hermano de Danilo de aquel terrible día.Lucrecio respiró hondo dos veces. Por suerte, la joven CEO se encontraba lo suficientemente shockeada para no pulsar el timbre y así ser echado a patada por los guardias de la mansión. En el fondo, no tenía nada contra ella, solo hizo lo que hizo porque Adelaida le pagó y le prometió que todo se trataba de una inocente bromita.Pero como aún se sentía preocupado, decidió seguirle a Macarena hasta el chalet donde antes vivía con Richard. Ahí vio cómo la pobre desdichada era expulsada por su propio amante, despreciada e insultada bajo la lluvia, mientras arrojaba todas sus cosas por la ventana como si fuese basura.Es así como el actor frustrado quiso remendar la situación y tocó el timbre para poder hablar con Richard. Pero justo en ese momento él estaba en su delirio de CEO cornudo y desilusionado, por lo que ignoró cualquier sonido de timbre, llamada, mensaje de
La vida de Richard se volvió muy monótona y aburrida después del divorcio. Iba a su oficina todos los días a hacer los trabajos que cualquier CEO haría. Luego, cuando terminaba su horario, se dirigía a un bar a beber cerveza. Y, por la noche, regresaba a casa muy borracho, con el teléfono apagado para que nadie lo molestara. A veces veía películas de amores trágicos en su televisión y, otras, solo se la pasaba bailando y cantando canciones de Marco Antonio Solís para hundirse aún más en su miseria.Tal era así que a Lucrecio no se le dificultó el averiguar la rutina de Richard. Se propuso a hablar con él, pero no sabía cuándo sería el momento perfecto. Un lado suyo decía que lo mejor era hablar en su oficina, pero temía que algún empleado chismoso los espiara y lanzara el chisme por doquier. Entonces, se le ocurrió ir al bar, pero el problema era que si hablaba con él borracho, pronto se le olvidaría y seguiría odiando a Macarena.Aun así, no tenía tantas opciones. Era la oficina o el
Después de una larga ausencia, Richard apareció en la asociación. Sus colegas se sorprendieron por el mal aspecto que presentaba. Y es que, tras su ruptura con Sonia y de perder al bebé, descuidó su higiene y se dejó estar. Tenía los cabellos largos y despeinados, la barba desprolija y la camisa arrugada.Aun así, todos omitieron cualquier comentario y solo atinaron a escucharle explicar el motivo de su ausencia.- Resulta que fui engañado toda mi vida – dijo Richard, mientras sacudía sus cabellos con ambas manos – primero, que Macarena me fue infiel. Luego, que Sonia fingió su embarazo y, después, que Sonia y Adelaida le tendieron una trampa a Macarena para hacerme creer que me fue infiel y la echara de la casa. ¡En verdad mi vida se volvió un lío!- Bueno, de Sonia entiendo que quiera deshacerse de Macarena para monopolizarte, pero… ¿Adelaida? – le cuestionó uno de sus colegas - ¿Por qué ella querría destruirla?- Adelaida era amante de Roberto – recordó Richard – y estoy seguro que
Adelaida envió un mensaje a Sonia, pidiéndole para reunirse en el mismo bar donde, antes, le habían tendido la trampa a Macarena. Por un instante, Sonia temió que Adelaida la hubiese descubierto, pero como ya había perdido el amor de Richard (y, de paso, su empleo), sentía que ya la vida no valía la pena vivirla. Así es que acudió al reencuentro.La encontró junto a su bebé y, por un instante, se le estrujó el corazón. Y es que, por más que lo desechó, todavía albergaba cariño por esa criatura a quien cuidó y alimentó en sus primeros meses de vida. El niño se veía muy a gusto con Adelaida y ésta le demostraba mucho afecto, por lo que intuyó que en sí era una buena madre.- Hola, Adelaida. Te ves mejor – dijo Sonia, mientras se sentaba enfrente de ella.- Sí. Estar en ese internado me