El pequeño CEO se sintió intimidado por la infraestructura de la empresa de Macarena. El edificio era incluso más grande que el suyo y, también, tenía robots y sistemas sofisticados de seguridad que sobrepasaban su imaginación. Toda esa exageración le hizo preguntarse: “¿Acaso es la reina de Saba?” Vio que la joven CEO salió de su oficina, acompañada con al menos cuatro guardaespaldas que la rodeaban de frente y detrás. No dejaban ninguna apertura libre, como si se tratase de un cofre que le encargaron proteger con sus vidas. A pesar de todo, Richard no estaba dispuesto a rendirse, por lo que se acercó a ella, dispuesto a hablarle. Pero apenas dio unos pasos, los guardaespaldas lo apuntaron con sus pistolas y le dijeron: - ¿Quién eres y qué quieres con nuestra clienta? - ¡Soy su amigo! ¡Solo quiero hablar con ella! – respondió Richard. Los guardaespaldas miraron a Macarena. Ésta, con una fría indiferencia, les dijo: - No lo conozco. Dos de los
Tal como se lo indicó Macarena, Richard se presentó a su oficina con la intención de tomar el puesto de secretario. Se vistió con un sencillo traje negro con corbata y camisa blanca. Se recortó la barba para mantenerla prolija y se peinó los cabellos hacia atrás con un gel. Por suerte, Sonia aún seguía durmiendo y el bebé estaba bien atendido por la niñera. Pero, por las dudas, le dejó una nota a su esposa que decía: “Fui a una reunión urgente. Regresaré al anochecer. Te quiero, amor” Por suerte, Macarena lo atendió enseguida. Pero en lugar de abrazarlo y besarlo, solo permaneció en el escritorio, con cara de póker, mientras le miraba de arriba abajo. Luego, con una voz de tremendo aburrimiento, le preguntó: -¿Qué desea, buen hombre? ¿En qué le puedo ayudar? -Vine aquí por el puesto de secretario que requiere para su empresa – respondió Richard, mostrándole su curriculum. Macarena lo tomó y lo abrió. Le dio una ojeada rápida y lo cerró, dejándol
Apenas llegaron, entraron rápidamente a la habitación y Macarena procedió a desvestirle a Richard. Éste se dejó hacer, sintiendo que su amiguito volvía a parársele tal cual bandera flameante. -No sé cómo lo haces, pero cada día estás más exquisito – le susurró Macarena al oído, mientras procedía a presionarle sus masculinos pezones. -Esto se siente tan… extraño – dijo Richard, sintiendo un extraño calor en su interior. Richard se acostó boca arriba en la cama, completamente desnudo. Macarena tomó su miembro y procedió a hacerle una oral, metiendo y sacando lascivamente de su boca tal cual si fuese una banana. El pequeño CEO se aferró al colchón y comenzó a gritar como nunca antes, ya sin temor de que algún empleado curioso lo pillase en la oficina. En un momento, Macarena se levantó y se separó de él. Richard, aún acostado, levantó la cabeza y le preguntó: -¿Ya terminamos? -Aún no – respondió Macarena, quien tomó su bolso y sacó de ahí el jugu
- Macarena es sumisa… ¡Y dominante a la vez! ¡Es la mujer perfecta! Y yo, un idiota, la he perdido. Richard regresó a su casa, todo traumatizado por la experiencia de ser sometido por su ex amor. Y lo que más le intrigó era que le gustó. Adoró la forma en que Macarena lo tomó y domó, llenando su cuerpo de placer y despertándole el deseo de querer disfrutar más de su ardiente pasión. Llegó a la entrada, tomó la llave electrónica con que abría la puerta de su casa activada con IA, entró y se encontró ahí con Sonia, quien lo recibía con los brazos cruzados y el ceño fruncido. - ¡Sonia! ¡Cariño! ¿Qué tal va todo con el bebé? – le saludó Richard, fingiendo estar calmado, aunque, en el fondo, se sentía muy nervioso. - ¿Qué tal te fue en la reunión? – le preguntó Sonia, sin cambiar su semblante. - Me fue bien. Algo… agotador. Pero bien. Richard se dirigió a su habitación y se sacó la corbata. Luego, procedió a sacarse su camisa y lo arrojó a la cama. Y mientras se vestía con una ropa má
- Las acciones de la empresa van bien, señor. - La denuncia no afectó la relación con los clientes. - Nosotros lo apoyamos. Esas fueron algunas de las frases motivaciones que Roberto no merecía de sus colegas de trabajo. Sí, seguro te habrás olvidado que Macarena lo denunció tras esos largos capítulos de intensa sesión sexual y, por eso, he vuelto para recordártelo. Retornando al hilo de la trama, Roberto buscaba buenos aliados para poder sobrellevar su penosa situación. Aún no podía creer lo que le sucedió y, de alguna y otra forma, quería cobrársela a Macarena por lo que le hizo cuando, lo más razonable, sería pedirle perdón y pagarle un buen monto con la esperanza de que le retirara la denuncia. El CEO entró a su oficina, revisó las llamadas perdidas de su papá, a quien decidió ignorar todo ese tiempo. Dejó su celular a un lado para seguir ignorándolo y se sentó en el escritorio, donde se acumularon los informes de sus empleados que debía revisar para hacer el análisis de sus
Tras haber llamado a tres hospitales de seguido, Adelaida al fin decidió dejar a Roberto en paz. Juzgó que se sentiría más calmado si no lo atosigaba a cada rato con su exigencia a punta de pistola. Comenzó a deambular por las caóticas calles de Sao Paulo, mientras se reía a carcajadas como bruja en celo, llamando la atención de algunos transeúntes que pasaban por los alrededores. En un momento, entró por un pasillo y sacó su pistola de juguete, mirándola con mucha determinación. Luego, se dijo: - ¿De verdad ese Roberto era tan estúpido? Si hubiese llevado un arma de verdad, las alarmas de su empresa no dejarían de sonar. Se ve que solo piensa con el pene y la cabeza la tiene llena de aire, je je je. Volvió a guardar su pistola de juguete y se dirigió a una plaza. Tenía mucho en qué pensar y, una de ellas, era en cómo iba a restablecer su vida. Le dieron un certificado en el hospital psiquiátrico, el cual podía presentarlo en alguna agencia de reclutamiento para conseguir trabajo
Y así llegó el día de la reunión anticipada. Todos los CEOs de la Asociación estaban impactados por lo que Adelaida le hizo a Roberto. Pero lo que más les intrigaba era que hubiese aparecido de pronto, tras casi un año de estar en paradero desconocido. Esta vez, ninguna de las sumisas asistió. Richard también se encontraba ahí, debido a que quiso ir para averiguar si en verdad Adelaida y Macarena no tenían conexión alguna, aunque Macarena le aseguró que ni siquiera sabía bien quién era Adelaida. - Mi esposa me abandonó y ahora me pide el divorcio – lamentó Roberto – y lo peor, quiere una “indemnización” por los “daños” ocasionados. ¡Pero si nunca la falté al respeto! No entiendo cuál es la lógica de las mujeres. - Si no fueses tan mujeriego, estas cosas no te estarían pasando – le dijo Richard, quien en el fondo se alegraba por la tragedia que sufría su rival. Roberto lo fulminó con la mirada. De inmediato, un colega intervino, extendió sus dos brazos hacia los costados a modo de
“Y si vamos a cenar esta noche? “¡Por supuesto, cariño!” Roberto y su esposa se mensajearon para organizar una cita romántica en un hermoso restaurante de lujo situado a orillas del mar. Pero lo que no sabía el malvado CEO era que Adelaida se hizo pasar por su mujer para tenderle una trampa. Como estaba muy ocupado, pensaron que lo mejor era encontrarse directo en el restaurante y no hacer una mega vuelta para ir a buscarla por casa. Aun así, Roberto se sentía emocionado y se alegraba de que, a pesar de los problemas, todavía tenía a alguien que lo amaba sin condiciones. “Cuando llegue el día del juicio, mi esposa me respaldará”, pensó Roberto, mientras se metía en su coche para ir al restaurante. “Dirá a todos que nunca la forcé a nada, que todo es consentido y que siempre la respeté y la amé. Sí, odio admitirlo, pero mi padre tiene razón: estar casado tiene bastantes ventajas” Cuando llegó, fue recibido por un recepcionista vestido de traje y corbata color rojo oscuro. Éste in