Unos segundos después, llegaron Manuel y la asistente. Al ver la escena, se detuvieron frente a los dos.Manuel sonrió con desdén y preguntó:—¿Qué hace aquí, señor Hernández?Dicho esto, la mirada de Manuel se fijó en la cara de Noa. Al mismo tiempo, suavizó su tono y dijo:—Ven aquí, Siete.Noa se apoyó en el pecho de Alex. La miró levantando la cabeza sin prestar atención a las palabras de Manuel.Ella no se movió y fijó la mirada en la cara de Alex. Sus ojos brillaban como cristales, como si estuvieran cubiertos por una capa de vapor. Eran tan hermosos como unas perlas brillantes en la oscuridad.Obviamente, ella estaba borracha y había perdido su memoria temporalmente.Un rato después, unas palabras sorprendentes salieron de su boca:—¡Sé quién eres! Luego extendió su mano para levantar la barbilla de Alex y dijo con una sonrisa brillante:—Eres mi esposo, ¿verdad?Al oírlo, Alex apretó más fuerte el brazo que rodeaba la cintura de Noa.En el otro lado, el rostro de Manuel se osc
—¡Siete!Manuel apretó los dientes y los puños. Al principio, su actitud solo era de indiferencia, pero ahora ya estaba enfadado.¡Los dos se habían divorciado! Sin embargo, Noa presentaba semejante estado frente a Alex cuando estaba borracha… Además, a pesar de ser su hermano, no la había protegido lo suficiente y la había dejado en tal estado frente a ese hombre. Se avergonzaría mucho cuando se despertara.La situación…—No puedes llevártela —dijo Manuel fijando la mirada en Alex—, ya están divorciados. Ahora no tienes nada que ver con ella, así que no tienes el derecho de llevártela.—¿Y tú? —Alex también le interrogó—. ¿Por qué puedes hablar así conmigo?Manuel sacó su teléfono sin variar de expresión y le enseñó una foto de él y Noa cuando era niña. —La conozco desde la infancia. Ahora tengo el derecho de llevarla, ¿no?—¿Y qué? Tú… —Alex fue desdeñoso al principio, pero se detuvo bruscamente después de ver la foto.La niña en la imagen parecía tener solo unos diez años y llevaba
Manuel se quedó allí sin moverse, mirando esta escena con descontento.Juan se acercó y lo persuadió:—Déjalo pasar. También tenemos que salir. La situación en la que estamos ahora se debe a factores de fuerza mayor. Lo más importante ahora es llevarla al hotel.Después de un segundo de silencio, Manuel mostró una expresión de desdén, se dio media vuelta y se fue.Tocándose la nariz, Juan también siguió a Manuel. Sentía que sus pasos eran suaves y flotantes, como si estuviera en las nubes. Tenía una sensación de irrealidad. Todo lo que sucedió esta noche le había dado la misma sensación de irrealidad… Las escenas corrían una tras otra en su mente como las películas.Después de subirse al auto, Juan se cubrió el pecho y suspiró:—Gracias que no soy paparazzi. De lo contrario estaría tan emocionado que me desmayaría cuando me enterara de lo que pasó esta noche…Tan pronto como terminó sus palabras, recibió una mirada fría amenazante. Juan se calló de inmediato.En el otro coche, Alex lle
Alex no pudo evitar mover un poco sus brazos y pellizcar su cintura blanda y suave.—Emm… —Noa emitió un sonido, como una bebé mimada.Cuando se dio cuenta de que era Alex quien la había tocado, levantó su cabeza y le preguntó con una expresión inocente:—Cariño, ¿por qué me pellizcaste?Alex se quedó sin palabras, sintiéndose avergonzado.Lanzó una mirada a Fernando, que estaba fingiendo no oír los sonidos que provenían del asiento trasero. Cuando percibió la mirada de su jefe, se apresuró a sacar sus auriculares y ponérselos rápidamente. No se atrevía a seguir escuchando.Miguel también fingía estar sordo, concentrado únicamente en la carretera.Al ver que los dos habían “perdido” el oído, Alex le susurró a la chica que estaba en sus brazos:—No era mi intención pellizcarte, solo te toqué por accidente.—No, me pellizcaste deliberadamente, ¡no fue un accidente!Dicho esto, Noa encontró el mismo lugar en la cintura de Alex y lo pellizcó, diciendo:—Tengo que devolverlo.No se sabía si
Alex la colocó en la cama y le quitó los zapatos. Luego la intentó cubrir con la manta, pero Noa quería quitársela inconscientemente y gruñó:—Tengo calor. No quiero la manta.Alex la detuvo, agarrando su delgada muñeca y susurró:—Ya hemos encendido el aire acondicionado. Después de un rato estará fresco.—Vale.Dicho esto, Noa, obediente, dejó de luchar por quitarse la manta.Alex le arregló el cabello desordenado encima de su rostro. Después de asegurarse de que Noa ya estaba dormida y no volvería a hacer tonterías, respiró aliviado.Mientras tanto, Manuel había estado observando fríamente a un lado.Después de un buen tiempo, Alex levantó la cabeza y se encontró con la mirada de Manuel. Ambos se entendieron sin decir nada y salieron de la habitación.Una vez afuera, Manuel le dijo a Sofía, que aún estaba estupefacta: —Noa está borracha y puede hacer tonterías. Por favor cuídala esta noche. Muchas gracias.Sofía se mantenía inmóvil sin responder. Juan la miró, suspiró y dijo: —Al
Aunque no era lo que quería Alex, ese había sido el terrible resultado. Al recordar que Noa firmó el contrato sin ni siquiera leerlo y luego dejó la familia Hernández, él no pudo decir nada para refutarlo.—¿Culpar? —se burló Manuel—. Creo que el señor Hernández me ha entendido mal. ¿Quién se atrevería a culparle? Pero si quiere lastimarla, no vas a tener oportunidad.En aquel momento, Noa se fue de casa en secreto para casarse con un inconsciente. Esto hizo que todos sus hermanos se enojaran mucho. Manuel estaba tan enfadado que le dolía la cabeza y dejó de filmar por varios días. No pudo entender por qué su joven, hermosa y excelente hermana se había casado con un enfermo grave.Le había preguntado el porqué, pero ella solo dijo que le gustaba ese hombre. Tal vez fuera porque Manuel nunca había estado enamorado, pero en su opinión, no se podía sacrificar tanto solo por amor. Entonces Manuel supuso que este hombre debía ser alguien muy importante para ella, y que ella se había enamor
Las personas que pasaban les lanzaban miradas de vez en cuando, aunque ninguno de ellos se les acercó.Después de un momento, quizás porque ella ya estaba cansada de llorar, dejó de hacerlo. Con el pequeño cuerpo apoyado en la pared del puente, lo miró fijamente.Al parecer creía que él no le prestaba atención, porque lo observaba de una forma muy obvia. Lo examinó durante tanto tiempo que el chico al final no pudo aguantar más y giró la cabeza para mirarla. Al ver sus ojos y su nariz rojos, dijo de mala gana:—¿Ya dejaste de llorar? Llevas dos horas y veinte llorando. ¿Aún tienes lágrimas?La chiquita pareció atónita por su pregunta e hizo una pausa. Ya no sollozaba. Luego murmuró con seriedad:—Sí, aún las tengo.¿Ella aún las tenía? El chico no pudo evitar reír y dijo:—Pero ya es muy tarde, tengo que volver a casa.Luego se levantó y se agachó delante de ella. Quería tocar su cabeza, y entonces vio que tenía un gorro de cumpleaños torcido. Se detuvo. Al parecer hoy era su cumpleaño
—Bieeen —respondió la chiquita de mala gana. Luego empezó a comer el pastel. Mientras comía, Alex notó cómo se movían sus mejillas, lo que le pareció curioso. Acercó su mano para intentar tocar una de sus mejillas, pero de repente ella levantó la cabeza para preguntarle:—¿No vas a comerlo conmigo?Alex no sabía qué responder. No le gustaba los dulces. Le había comprado el pastel solo para complacerla. Después de todo, era su cumpleaños. Pero ahora ella lo miraba con mucha esperanza. Alex no quería decepcionarla y decidió comerlo con ella.Al tomar un pedazo de pastel, sintió que no era tan desagradable como lo esperaba. Cuando terminaron, Alex arregló un poco las basuras que habían dejado los dos. Antes de salir de la tienda, le compró uno más para llevarse.—Hermano, ¿por qué compraste otro pastel? ¿Quieres llevarlo a casa para comerlo con tu familia?—No, es para ti —Alex le echó una mirada y dijo en voz suave—. Pero hoy no puedes comértelo, hazlo mañana, ¿vale?—Vale.Después de