Noa salió de la cocina con los tazones, y vio que regresaban Álvaro y los demás. Les preguntó casualmente:

––¿Ya terminaron los trabajos? Lávense las manos y vengan a comer. Tendremos otras tareas por la tarde después del almuerzo.

––Noa, ¿cocinaste todos estos platos? ––preguntó Rozana, mirando sorprendida la mesa llena de comida. Le parecía increíble. Si fuera ella, le costaría mucho cocinar tantos platos sola.

––Sí.

––¡Madre mía! No puedo creerlo, ¡eres increíble! ––exclamó Rozana, admirándola desde el fondo de su corazón.

Joshua también estaba sorprendido y le mostró su aprobación a Noa con una sonrisa y un pulgar hacia arriba.

Sin embargo, Álvaro cambió inmediatamente su expresión al ver los platos en la mesa. Se quedó allí, de pie, con un aura fría y sombría. El personal no se dio cuenta del cambio, sin embargo, las cámaras lo grabaron todo.

––Lávense las manos y vamos a comer ––les recordó Noa.

Su voz era gentil y suave, pero también firme. Rozana reaccionó después de la sorp