Después de un buen silencio, Noa abrió la puerta para subir al auto y dio una dirección.Miguel no dijo nada más y el auto arrancó.En ese tiempo del día, siempre hay atasco y no es fácil conducir en la calle. Como se tiene que esperar mucho tiempo ante un semáforo.Noa miró afuera de la ventana, los altos edificios, los coches yendo y viniendo, los árboles yendo hacia atrás, con el corazón lleno de sentimientos murmuró:—Él te dejó que me llevaras, ¿y él?Miguel sonrió y respondió:—Señorita García, no se preocupe, el Señor Hernández condujo el coche de la mansión vieja al hospital —Noa se quedó sin palabras.«Así es, no les faltan coches para conducir, y Alex no va a ser tan estúpido a tomar un taxi, y ¿de qué me preocupo?»Pero Miguel estaba un poco alegro por su pregunta. Antes pensó que la señorita García era tan indiferente ante el señor que tal vez lo ignoraría por siempre, pero ahora vino y había visitado al abuelo, le preparó la sopa, y ahora incluso se preocupó por si el seño
Tendría que verlo tarde o temprano, pues ella ya tomó la decisión.—Más tarde hablamos, ahora estoy en camino al hospital, calmas al abuelo primero y dile que he ido a comprarle regalo.—Bien —se notó la alegría en la voz de Alex aunque no fue obvio, sino muy reservada. La mayoría no podrían descubrirlo, pero Noa ya le conocía muy bien, por eso lo logró distinguir muy pronto al escuchar. Ella arqueó los labios y colgó rápido.Miguel la miró con mucha cautela y preguntó:—Señorita, ¿adónde vamos ahora?—Primero al supermercado, luego al hospital.Como ya le dijo que le compraría un regalo, lo tendría que hacer, si no, ¿cómo podría convencer al abuelo?—Vale, ahorito le llevo allí.***—¿Dónde está Noa? —preguntó el abuelo Camilo sentado en la cama del hospital deprimido—. Solo volvió a preparar la comida, pero ¿por qué aun no vino? Alex, ¿la maltrataste de nuevo?Al escucharlo, Alex se sintió impotente y gruñó:—¿Cuándo la he maltrato? Además, ¿no te dije que fue a comprarte un regalo?,
Noa se acercó con una sonrisa ternura y dijo:—Abuelo, vine sin haber traído ningún regalo cuando bajé del avión hoy. Acabo de pasar por el supermercado y compré algo para ti.—Hija, no tienes que gastar dinero para comprarme nada —el abuelo Camilo se conmovió y tomó la mano de Noa con los ojos rojos—, la comida que me preparaste es el mejor regalo para mí, gracias hija.Al ver a Noa por fin regresar, los ojos de Camilo estaban llorosos, aunque sabía que era un poco terco e insistente.Pero era una buena pareja, creía que no se podía romper así, y tenía que hacer todo lo posible para mantenerla para su nieto. En cuanto a si podrían seguir adelante, dependía del destino y lo que haría el carajo Alex.El abuelo Camilo habló mucho con Noa y dijo cada cosita sin importar nada. Como Camilo ya era mayor, poco a poco se quedó dormido apoyando en la cama.Al ver esto, el abuelo Adrían susurró:—Bueno, déjamelo a mí. Si tienen algo que hacer, ocúpense. Cuando Camilo se despierte, y si quiere ve
Después de ver a la gente en el ascensor, la voz se detuvo de repente. Al mismo tiempo, Alex empujó a Noa hacia detrás de él.Pero la hablante, Alice Ibañez, no pudo evitar chocar con la mirada de Noa.¿Qué ojos eran esos? Con solo un vistazo, pero se podía decir que en el mundo no existía una tal palabra para expresar lo maravillosos que eran sus ojos, tan claros que eran como si subieran hablar, pero también un poco fríos como el hielo en una alta montaña.Lo más importante es que los ojos eran un poco familiares. «Parece que... ¿dónde los he visto?... No no... Ahora lo importante no es la linda, sino...»—Se... señor Hernández... —ante la mirada fría de Alex, comenzó a temblar Alice.«¿Qué... qué acabo de decir?, parece que ¿he hablado mal de otra actriz de la empresa frente al señor Hernández? Joder, él odia mucho que los actores maquiavélicos de su empresa se maldigan mutuamente.»Una vez descubierto, la empresa o canceraría el contrato, o dejaría de darle oportunidad a ser actor
—¿Por qué la pregunta? ¿Las dos no eramos las únicas en el ascensor?—Pero...—No hay un pero, a menos que quieras perder tu trabajo.La asistente ya entendió y se tragó todas las palabras que planeaban decir, bueno, el trabajo era lo más importante, y los chismes no.Al ver que dejó de preguntar, Alice se sintió aliviada. No quería que su asistente dijera tonterías. Después de todo, si lo hiciera, ella también se quedaría en problema. Ni siquiera pensar si Entrenamiento de Arte Próspera le cancelaría el contrato.Pero... también tenía un poco de curiosidad por saber quién era esa mujer... ¿Por qué esos ojos eran tan familiares? Pero Alice simplemente no podía recordar dónde los había visto.***Cuando el ascensor llegó al piso de su oficina, Alex por fin habló: —Ya estamos —su tono no era tan frío como hace un poco, con algo ternura.Noa solo pasó por él callada. Al principio ella planeó estado allí sin moverse, pues los dos estaban lejos dentro del ascensor, si ella fingió no conoce
¿Cómo podría ser posible que la abuela no subiera su divorcio si los dos ya estaban así?Para evitar que Noa pensara demasiado, Alex agregó: —Si de verdad no quieres guardar la pulsera, puedes devolvérsela a la abuela tú misma.Al escucharlo, Noa lo miró fijamente y dijo:—Si la abuela estuviera de acuerdo, no te pediría el favor.Alex murmuró: —Si es así, si la acepto hoy, me temo que me regañará.Noa se quedó sin palabras. ¿así que le rechazó por el miedo de ser regañado? Fue cierto, los abuelos no le trataban con cortesía a Alex, lo que era muy diferente a la actitud de su madre hacia él.Con la abuela estaba bien, después de todo, era una mujer con ternura. En cambio el abuelo no lo tomaba a Alex como un adulto en absoluto cuando lo regañaba.Al pensarlo, Noa se guardó la pulsera.Probablemente los dos no esperaban que podía llagar a un acuerdo tan pronto, ambos siempre hablaban dando en el clavo, sin una palabra de sobra, por lo que cuando los dos negociaron, se resolvió todo en
Noa aprendió de ayer y salió con un chándal suelto, una gorra con visera y una gran mascarilla. Así nadie podría reconocerla.Tan pronto como salió del hotel, Noa vio un coche de negocios Lincoln alargado que se estacionó no muy lejos. Al verla, Miguel de inmediato bajó la ventanilla del coche y la saludó con la mano.—Señorita García.Noa miró la reloj de su mano. Eran 10.55 a.m. No esperó que llegaron de antemano.Noa se acercó con la maleta. Miguel bajó del coche y la ayudó a poner la maleta en el maletero.—Gracias, Miguel.Al abrir la puerta y se inclinó para subir al coche, Noa se detuvo. Notó la mesita en el asiento frente a Alex, donde se colocó un portátil, y él llevaba un auricular bluetooth y miraba indiferente la pantalla para una videoconferencia.Al escuchar el movimiento, miró a Noa, se ojos se volvió con ternura y dijo en tono suave: —Ya llegas.Noa dudó un poco, asintió y se sentó a su lado. No emitió ningún sonido ni habló, después de todo, Alex estaba en una videoco
Probablemente debido a la suavidad en los ojos de Alex, sintieron que era fácil hablar con él en este momento. Por eso alguien no pudo evitar preguntar por la curiosidad:—Señor Hernández, ¿es su novia?Al escucharlo, la mirada de Alex se volvió indiferente, miró a la cámara y ajustó un poco el portátil, y luego ya no pudieron ver a la mujer apoyada en su hombro. Antes aun se podía ver la frente y el cabello de la mujer, pero ahora ni siquiera pudieron ver a su jefe.—Si no tienen trabajo que hacer, ¿por qué no cambian de trabajo y se unen en los paparazzi? —todos se quedaron callados. El jefe seguía siendo el jefe de antes, aunque mostraba a la mujer la ternura, que no les pertenecería—. Es casi la hora, la reunión termina aquí.Dicho esto, Alex terminó la videoconferencia antes de que pudieran responder. Después de cerrar el portátil y arreglar las cosas, la persona que se apoyaba en su hombro aún no se movía.Alex bajó la cabeza y echó una mirada a Noa. ¿Se durmió tan profundamente?