“La lujuria merece tratarse con piedad y disculpa cuando se ejerce para aprender a amar.”
Dante Alighieri
María baja del auto. No sale de su impresión, al ver la lujosa mansión donde vive Mario. Aunque es muy liberal en algunos asuntos, en otros no mucho. Para ella, quedarse a solas con un hombre, significa correr el riesgo de caer en la tentación.
—Es hermosa tu casa —comenta ella.
—Digamos que tengo buen gusto.
Goldy sale al encuentro de su amo, a quien reconoce hasta en el sonido de sus pasos. Ladra al ver aquella extraña mujer al lado de su amo.
—¡Uyy! Qué cosa más linda —dice ella, pero el perro le gruñe cuando intenta tocarlo. Ella aparta su mano rápidamente asustada.
—Goldy, ella es María, mi invitada, no debes atacarla —el perro mueve la cabeza de lado a lado como si entendiera lo que él le dice, luego mueve su cola y la olfatea.
El cachorro se levanta en sus patas traseras y coloca sus patas delanteras sobre las piernas de María, ella lo sostiene. Ahora el perro lame su mano, mientras ella lo acaricia.
—Le caíste bien, por lo visto.
—¿Bromeas? Casi me muerde cuando me vio.
—No te iba a morder sólo sintió miedo. No te conoce.
—¿Vives solo?
—Actualmente sí… —la pausa que hace indica que no desea dar información sobre ese tema. —te llevo a tu cuarto.
Ella asiente, él sube las escaleras y ella tras él, mientras, sus ojos se pierden entre los cuadros, lámparas y adornos que decoran aquel lugar.
—Es este de acá. —le señala y abre la puerta.
María entra a la habitación. Una lujosa cama King size con espaldar blanco, sábanas de seda acolchada cubren el resto de la cama.
—¿Voy a dormir allí?
—Por supuesto, es tu cama.
—¡Wow! Siento que me perderé en ella, es inmensa. ¿Para qué compran una cama así?
—Es el tipo de cama que usan los reyes, por eso se llama King.
—Tampoco me creas tan ignorante, vi inglés en el liceo y casi termino mi carrera de administración.
—¿Estudiaste administración?
—Sí, bueno apenas cuatro semestres, tuve que dejar los estudios para poder mantenerme.
—Imagino estás cansada, voy a dejarte, para que te duches y descanses.
—Pero… no traje ropa para cambiarme.
—En el guardarropas debe haber algo que puedas usar.
—¿Acaso eres travesti?
Mario lanza una carcajada. Se acerca a ella, la toma por la barbilla:
—¿Te parezco travesti?
—Realmente, no. —dice quitando la mano de él de su barbilla.
—Te dejo para que descanses.
Mario sale de la habitación, ella se esfrega los brazos con ambas manos, tratando de centrarse en su presente. Se desviste, entra al baño, abre los ojos con aspaviento, aquel baño es enorme. Camina hasta el jacuzzi, apreta el botón de encendido, entra en la bañera, coloca espuma de rosas y se relaja en aquel increíble lugar.
Minutos después sale envuelta en la bata de baño, se sienta en la cama, abre la gaveta, saca un cepillo y peina su cabello mojado; se mira al espejo, sorprendida de estar en un lugar como ese, aquello pareciera un sueño. Sigue urgando entre las gavetas con extrema curiosidad, allí encuentra un portarretrato de una hermosa mujer rubia, su rostro y facciones son delicadas, pero es una foto antigua.
Suena la puerta, ella coloca rápidamente la foto donde estaba.
—Sí, puede pasar.
Mario entra con una bandeja de rebanadas, café, mermelada de frutas y un vaso de jugo.
—Te traje esto de merienda. No sé si quieres bajar luego a cenar. Estaré preparando algo mejor —dice mirando la bandeja que arregló para darle.
Ella toma la bandeja y le sonríe.
—¡Gracias Mario! Gracias por todo.
—A tu orden María. Cualquier cosa que necesites sólo llámame —se gira para salir, se detiene y regresa hacia ella— tienes carga en tu celular, saldo, necesitas algo.
—Tranquilo, estaré bien. Estoy aquí contigo. Es suficiente ¿no?
—Sí, lo es… estaré abajo.
Sale de la habitación. Ella se recuesta de la cama, unta las rebanadas, muerde la rebanada y piensa en los labios de Mario, tan dulces; suspira profundamente.
Luego de descansar por un par de horas, busca en él guardarropas algo que pueda quedarle bien. Hay algunos suéteres y faldas largas, aunque no es su estilo, deberá solucionar esa noche.
Consigue entonces una pijama de seda, color rosa, con short de encaje en las orilla, la camiseta de tiros. Se viste y coloca uno de los suéteres con botones para cubrirse.
Baja hasta la cocina, él está algo enredado con las cosas.
—¿Te ayudo?
Mario voltea a verla, sus ojos van directo a sus muslos y de allí suben hasta su pecho.
—¡Claro!
Ella se acerca a él, toma el cuchillo, corta la cebolla y los otros ingredientes. Él se ocupa de batir los huevos para el omelette.
—¿Te gusta el omelette? —le pregunta mientras echa los huevos en el sartén.
—¿Te refieres a la tortilla de huevos?
Él no puede evitar reír ante ella.
—¿Eres así, sin filtro para decir las cosas?
—Depende, si tengo confianza con esa persona sí. Aunque lo dudes, sé como comportarme frente al público. —se arregla la camisa y el suéter.
—Te ves hermosa, sabes.
—Ujummm y aquí en esa parte, te acercas, me besas y caigo rendida en tus brazos ¿cierto?
—No, en esa parte te sonrojar, yo me acerco —da unos tres pasos— y te sujeto por la barbilla, tú me miras y cierras tus ojos mientras mis labios se aproximan a los tuyos cada vez más, un poco más —ella obedece las instrucciones, él la besa y ella se entrega a sus besos.
De pronto, el olor a quemado los regresa a la realidad.
—¡Carajos! Se quema la tortilla. —toma el sartén para retirarlo del fuego e intenta girar el omelette con todo un chef.
Para suerte suya y del omelette, lo logra. Ella ríe a carcajadas mientras él se cubre el rostro.
—Normas para evitar accidentes en la cocina: No besar mientras cocina.
—Para todo tienes un eslogan. ¿Eres agente publicitario?
—No, estudié Marketing en la universidad.
—¡Wow! Sabes de todo un poco.
—De lo que quisiera saber es… —hace una pausa, apaga la hornilla y camina hacia la banqueta donde está ella sentada— es como evitar las ganas de besarte.
Nuevamente la sostiene de la cintura, ella abre un poco las piernas para que él pueda acercarse a ella y besarla. Sus labios se amalgaman mientras sus cuerpos buscan ceñirse y poder experimentar la tibieza y suavidad de sus pieles.
Él la besa apasionadamente, sus manos recorren los muslos de ella, las de ella recorren su espalda ancha y musculosa. Con roces un poco más intensos se enciende la llama del deseo, se necesitan, quieren conocerse, sólo que de pronto, ella regresa al modo: entrando en razón. Detiene sus manos, voltea el rostro.
—Creo que vamos algo rápido. Creo también que es una locura y que no debería estar besando al hombre que casi .é mata.
Las palabras de ella, esta vez no son tan dulces, ni agradables para él. Se separa de ella, camina hacia la ventana.
—Disculpa, tienes toda la razón.
Él sirve la comida, se sienta de lado opuesto al de ella, comen sin decir ni una palabra. Mario termina de recoger la mesa. Ella sube hasta su habitación, se encierra y acuesta. Piensa en lo que acaba de ocurrir, no puede creer que haya cometido el error de hacerlo sentir mal, cuando lo que deseaba era detener un poco la situación.
Tal vez sea lo mejor, se dice a sí misma, marcar límites y no dejarse llevar como otras tantas veces. Pero de verdad deseaba tanto seguir besándolo, sintiendo su cuerpo, sus manos, su calor.
Se recuesta, pero no puede dormirse, esta ansiosa y arrepentida de su comportamiento. Toma el celular y marca. Él ya está dormido, pero despierta sobresaltado al sentir el sonido de su teléfono vibrando sobre la mesa de noche. Estira la mano para tomarlo, entre dormido y despierto, ve que es ella, se levanta apurado y atiende:
—Sí, dime ¿te pasa algo? —pregunta, nervioso.
—¡Quiero que hablemos! ¿Puedo ir a tu cuarto?
—No te preocupes, yo voy para allá.
—No, estoy frente a tu puerta, ¿me abres?
Él camina hasta la puerta, abre, ella tiene su celular en la mano, y él el suyo, se miran y rien. Ella pasa a su habitación. Al igual que la otra, es muy elegante y bien decorada, solo que las sábanas son de seda azul oscuro. Él tiene tantas ganas de besarla, pero ya está claro que ella no.
—Quería disculparme por las estupideces que te dije hace rato.
—No te preocupes, te entiendo.
—No, no podrías entenderme.
—¿A qué te refieres?
—A que a pesar de detenerte, la verdad es… —los labios de Mario la interrumpen, se besan con pasión, con deseo, con ganas de estar uno fundido en el otro.
“Dejad, a los cuerpos el placer; y el goce, a las almas”A.K.MMario acaricia el cuerpo de María, reconociendo en ella los puntos más débiles que le permitan accesar a sus emociones más volátiles. Mientras su mano acaricia sus muslos y la ciñe a su cuerpo, ella recorre su espaldas y brazos y como en un tobogán se desliza por su columna hasta encontrarse con sus glúteos definidos y torneados.Él la lleva hacia la cama, ella se sienta en la orilla, se acuesta y él sobre ella. Besas sus labios, su cuello, su pecho. María mueve sus caderas al ritmo del placer que siente al contacto de sus labios entre su pecho, él mete la mano para dejar su seno expuesto a sus caricias. Pasa su lengua por el pezón, ella sostiene su cabeza, mientras gime y arquea su espalda.Mario, se desliza hacia abajo, se arrodilla y comienza a besar su pélvis, ella abre sus piernas, no necesita hablar para que él intuya su deseo de ofrecer su flor. Con sus labios recorre su entrepiernas dilatando el momento en que ella
“Nada fijan tengo intensamente un recuerdo como el deseo de olvidarlo.”Michel de MontaigneDejarse llevar por las emociones, dicen que no es recomendable y que reprimirlas o controlarlas, es parte de nuestra evolución consciente. Pero María y Mario, se han dejado arrastrar por esa emoción, que los mantiene en una conexión especial desde el primer momento.Esa mañana, amanecer abrazados, la alarma del reloj, los despierta a ambos, aunque Mario, se incorpora un poco más rápido que María; ella sólo abre sus ojos, mirando todo a su alrededor, asegurándose de que no es un sueño y que lobque vivió es real, maravillosamente real.—Buen día, mi reina. —se inclina y la besa en la mejilla.Ella se estira y lo sostiene del cuello. Le da un beso escueto en la boca.—Debes levantarte, hoy nos toca hacerte todos los exámenes, así que arriba. —le dice mientras se levanta y camina hasta el baño para ducharse.Ella se levanta, se mira al espejo, hay un brillo especial en su mirada, el brillo del amor
“Hay cosas que no se cuentan y mueren en el corazón.”Alejandro SanzRegresan a casa de Mario. Bajan del auto, entran a su casa. María está algo exhausta y débil por los exámenes que le hicieron durante toda la mañana.—Es mejor que subas a descansar.—Sí, no me siento muy bien.—Ve, yo voy a pedir algo de comida y a darme un baño. —le da un beso en la frente.Ella sube las escaleras, pensativa. Realmente algo le ocurre. Eso es evidente, entra a la otra habitación, se ducha, se coloca una bata de seda y se acuesta, está tan cansada que minutos después ya se ha quedado dormida.Mario sube las escaleras, toca a su puerta, ella no contesta, sigilosamente abre la puerta, la observa dormida. Piensa en que es mejor dejarla descansar. Va hasta su habitación. Se desviste, entra al baño, mete en la bañera para relajarse un poco. Es imposible para él, tratar de enterrar aquel recuerdo nuevamente, sin que sienta una profunda tristeza en su corazón.Luego de la muerte de Fabio, su relación con su
“Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.”Mario BenedettiLlegan al consultorio, desde muy temprano se prepararon para ello. María es la número diez de los pacientes que usualmente recibe el Dr. Campos, quien por su reconocida trayectoria, es uno de los más solicitados cuando se trata de cheques médicos generales.Ser paciente y esperar no es una de sus virtudes, por lo que mientras espera, usa su celular para escribir el artículo que le corresponde subir esa semana.Un pacto increíble de cumplirEl amor es uno de los sentimientos más fuertes que se vivir. Hay quienes, incluso dicen que aunque no seamos correspondidos al amar, la verdadera desgracia sería no haber amado nunca, cito de memoria esta frase. Y es que el amor puede incluso volvernos tan poderosos como indefensos.Qué el amor todo lo puede, es cierto. Pero que sea eterno, he allí el dilema porque la visión del amor, resulta tan personal como la huella digital que nos convierte en seres ú
“Lo admirable de lo fantástico es que ya no hay nada fantástico: sólo existe lo real.”André BretonMaría sube hasta su apartamento, aún no sabemos cómo terminar de despertar y asumir que aquello siempre fue y ha sido, su única verdad.Abre la puerta, se nota que no estuvo allí desde hacía varios días. Deja las cosas sobre la mesa, revisa las llamadas en la grabadora:María soy Inés, necesito que me envíes la publicación de este lunes.Hola linda, me quedé esperándote para lo del ensayo y nunca llegaste. Avísame si me harás el trabajo. Es Sami.Buenas tardes, la estamos llamando del departamento de RRHH de nuestra consultora para una entrevista el día lunes a las 3:00 de la tarde, confirmar dos horas antes.Baby, como estás, quiero verte este fin de semana, llegué de viaje ayer. Necesito follarte.Si señor, de nuevo la realidad. Por lo menos ya resolvió lo del artículo del periódico. Realiz la video llamada para Sami.—Holaaa, disculpa estaba de viaje. Sí, cuenta con eso, yo te lo hag
“Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver se manera perfecta a una persona imperfecta.”Sam KeenMario no ha logrado ocuparse de sus cosas. Cuando María bajó de su auto fue como si ella se llevara su alegría está algo irascible, cualquier cosa le disgusta. Toma si celular del bolsillo de su chaqueta.Tiene varios mensajes, desbloquea su celular y mueve el dedo sobre la pantalla, ve que tiene un mensaje de Mónica, otro de Aristides, uno de Juana y otro de María.Decide abrirlos, por orden de desagrado:Mónica: Espero que hoy si puedas responder mis mensajes, estaré esperando por ti.Arístides: Malas noticias, la yegua blanca murió en el parto.Juana: señor encontré la identificación de la señorita Maria debajo de la cama. Está en su escritorio, en la biblioteca.María: No sé qué te has creído, ni por quién me has tomado, pero no soy una cualquiera a la que pretendas comprar con tu maldito dinero.Pasa las manos por su cabeza, pareciera u
“Lo más importante para la Lujuria es el deseo a cumplir, lo otro no importa.”TaringaMario se deja llevar por los encantos de su ex, ella sabe sus puntos débiles y como lograr lo que desea. Aunque esta vez no le será tan fácil como de costumbre, porque ahora sus pensamientos le pertenecen a María.Las caricias conocidas, los movimientos ya previsibles, todo es rutinario sobre todo cuando uno de los antiguos amantes ya no siente esa conexión desde el alma.Mónica siente la diferencia esta vez, una entrega incompleta, sin emociones, simplemente sexual. Se levanta y camina hasta el baño para ducharse, él en cambio, se queda acostado pensativo, analizando lo que acaba de suceder. ¿Será posible que todo haya terminado de verdad?Es la primera vez que se hace esta pregunta, porque más allá de las mentiras y de la traición, él estaba emocionalmente dependiendo de ella. Sentir esa libertad le provoca una sensación de paz, grande que no quiere entorpecer por nada.Minutos después ella sale,
“La distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión obstinadamente persistente.”Albert EinsteinEl fin de semana transcurre rápidamente, María necesita conseguir un empleo antes de que lo poco que tiene ahorrado se le termine. Desde que conoció a Mario, su forma de pensar cambió, ya no se ve estando con Octavio y recibiendo su dinero como pago por ser su amante eventual.Ella nunca quiso estar con él, las circunstancias la obligaron a aceptar lo que le ofrecía. Si en algún momento sintió compasión creyendo que no merecía la esposa que tenía, hoy puede estar segura, de que siempre hay algo de él en Claudia y de ella en él. Por algo siguen juntos.Mientras prepara un café y se sienta a escribir su artículo, revisa sus redes; una solicitud desconocida, le llama la atención porque no estila recibir ese tipo de invitación al menos que tengan algún amigo en común y eso es lo que la asombra aún más. Desconfiada pero curiosa de saber de quien se trata acepta la solicitud.Comi