Capítulo 30

La mirada de Zyan podía asesinarlo ahora mismo, pero él sabía que tenía razón. Tenía que admitir que algo se removió dentro de él cuando Samara lo apuntó, esto no se lo hubiera esperado nunca. Ni siquiera recordaba alguna vez que se haya atrevido a defenderlo a él de una situación similar.

—Vas a arrepentirte —le advierta a Lucca

—No, no lo haré. Y si no quieres que llame a seguridad, es mejor que te vayas ahora.

—Esto es una locura —es lo que dice antes de salir de allí.

Samara deja salir el aire contenido y baja el arma cuando el hombre sale de aquel lugar. Lucca cierra los ojos por un momento mientras que piensa en lo que acababa de suceder. Ninguno de los dos pudo decir mucho, porque en el momento que Samara escuchó pasos y tuvo intenciones de levantar el arma de nuevo, los padres de Lucca se hicieron presentes.

—¿Qué están haciendo en este lugar? —dice Ismael con una sonrisa—. La subasta comenzará en un momento. ¿Por qué no vienen con nosotros?

—¿Hay algún problema? —pregunta su
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