Capítulo170
Diego retiró satisfecho su mirada y dijo:

—En ese caso, me llevaré a mi esposa.

Hizo un gesto de asentimiento al señor Pereira, tomó la mano de Laura y se subieron al auto.

Después de que Diego se fue, el señor Pereira respiró aliviado. Verdaderamente digno del presidente del grupo García, su presencia era imponente.

Esa última frase suya le hizo sentir que si no accedía, su empresa estaría arruinada.

Se secó el sudor frío de la frente y, tras las amables despedidas de la asistente de Laura, abandonó la empresa.

En el auto, Laura pellizcó con disgusto el costado blando de Diego:

—¿Por qué tenías tanta prisa por sacarme a rastras? Ni siquiera pude escoltar al señor Pereira, eso fue muy descortés.

El pellizco hizo doler a Diego, pero no se atrevió a decir nada y solo buscó la indulgencia de su esposa:

—Lo siento, lo siento, ¡ay, duele! Mi amor, no me pellizques más.

Al oír los quejidos de Diego, Laura se ablandó y soltó su mano.

Diego se apresuró a frotar la zona adolorida, poniendo
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