Capítulo 26.

Después de unas confesiones de amor que resultaron ser tan emotivas, estando uno en los brazos del otro, William y yo ya nos contenemos, acercándonos para besarnos de forma apasionada.

Intentando no despertar a los niños, ya que ellos tienen un sueño extremadamente frágil, él y yo entramos en su habitación sin romper el beso apasionado que nos damos, William cierra la puerta con una de sus manos, y luego los dos caemos en su lujosa y suave cama de dos plazas en el centro del cuarto.

—Vaya señor Conrrad, que cama más suave tiene… —digo en un susurro sonriendo de forma divertida.

—Si te gusta tanto deberías considerar venir a dormir conmigo todas las noches, yo voy a preciar mucho tu compañía, señorita Suarez —responde él de la misma forma juguetona, volviendo a reír.

Estando en su cama los dos volvemos a abrazarnos y besarnos como si no tuviéramos necesidad de respirar, en serio no nos separamos por minutos enteros, mientras nos acariciamos y seguimos tocando nuestros cuerpos de esa fo
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