¿Celeste no querrá a Erik, Erik saldrá de la zona del amigo y el abuelo tendrá que buscarse un vientre en alquiler para renacer? ¡Eso lo sabras en los siguientes capituloos! gracias por leer, comentar y darle me gusta al capitulo!!
La noche había caído sobre el castillo del reino humano, envolviendo sus torres y murallas con la frescura y quietud de la noche. En su habitación, bañada por la suave luz de las velas, Celeste se encontraba sentada frente al espejo de su cómoda, viendo su figura esbelta reflejada en el cristal. Sus dedos, largos y delicados, se deslizaban por su cabello dorado, desenredando con cuidado cada mechón. El suave roce del cepillo contra su melena producía un sonido rítmico, casi hipnótico, que contrastaba con el tumulto de pensamientos que agitaban su mente.Vestida con su pijama de seda, Celeste dejó que sus ojos vagaran por su reflejo. Su mirada, normalmente vivaz y determinada, ahora se veía pensativa, casi melancólica. Sin darse cuenta, su mano se alzó hacia el espejo y sus dedos rozaron la fría superficie. En ese instante, un pensamiento cruzó por su mente como un relámpago:"Erik puede atravesarlo... con su magia del espejo"El nombre de Erik resonó en su interior, evocando una mezcla
Intentando mantener la compostura, Celeste carraspeó suavemente antes de hablar.—A los 21 años, seremos caballeros del reino —comentó la rubia mientras sus dedos se movían con destreza entre los mechones castaños de Erik.Erik, sintiendo el calor de las manos de Celeste en su cabeza, no pudo evitar sonreír. Aunque ella no podía verlo, la diversión en su voz era evidente cuando respondió:—Tú serías una dama, no "caballero".Celeste pudo imaginarse la sonrisa en el rostro de Erik, esa sonrisa que hacía que su corazón saltara un latido. Continuó con la trenza, agradecida de que él no pudiera ver el rubor que se extendía por sus mejillas.—Sí, aunque no hay muchas "damas" en nuestro regimiento —reflexionó Celeste, con sus dedos moviéndose con precisión.—No —concordó Erik, usando una respuesta breve pero llena de significado.Un silencio cómodo se instaló entre ellos por un momento, roto solo por el suave sonido de los dedos de Celeste trabajando en el cabello de Erik. Finalmente, ella h
4 DIAS DESPUES: REINO HUMANO DE VIENTALIALa brisa suave del atardecer de otoño acariciaba los jardines del palacio real, trayendo consigo el dulce aroma de ese ambiente otoñal que los envolvía. Erik, lleno de emoción y nerviosismo por esta nueva etapa de su vida, aún no había revelado a su abuelo ni al resto de su familia el secreto que guardaba celosamente: su naciente relación con Celeste.Cuatro días habían transcurrido desde que ambos, con una mezcla de temor y alegría, se confesaron sus sentimientos mutuos. Esos primeros momentos de descubrimiento eran como un tesoro para ellos, un oasis de intimidad lejos de las miradas inquisitivas y las expectativas de los demás. Sin embargo, en medio de su felicidad, Erik y Celeste habían tropezado con una realidad que les provocaba vergüenza y diversión en partes iguales: ninguno de los dos tenía experiencia besando.En ese instante que parecía casi mágico para la novata pareja, los dos jóvenes se encontraban sentados en uno de los rincones
Valdimir y Aelina caminaban en silencio, empujando la ornamentada carriola real donde el pequeño Erik bebé agitaba sus manitas con alegría, ajeno a las preocupaciones de los adultos. El descubrimiento reciente de la relación secreta de su hijo mayor pesaba en sus mentes, mezclando la alegría por su felicidad con la sorpresa de no haber sido informados.Valdimir, con una expresión pensativa, rompió el silencio:—Posiblemente lo hizo en estos días que han pasado —reflexionó, deteniéndose para observar al bebé Erik, que gorjeaba felizmente en su carriola. Luego, con un toque de humor en su voz, añadió—: Sin embargo, Erik no sabe besar...Aelina, sorprendida por el comentario, lanzó una mirada de reojo a su esposo, con una chispa de curiosidad brillando en sus ojos.—Ahora que mencionas eso —Aelina se volteó para mirar a su atractivo esposo —, ¿quién te enseñó a besar a ti, Valdimir? —preguntó, con su voz teñida de unos leves celos que la misma pelinegra no pudo evitar encontrar tontos, ac
En sol comenzaba a descender en el horizonte en ese día de otoño, tiñendo el cielo en esos hermosos tonos anaranjados y rosáceos, cuando Valdimir y Erik se adentraron en la parte más remota del castillo real de Vientalia. El silencio el silencio entre ellos era cómodo, y solo era roto por el crujir de las hojas secas bajo sus pies y el ocasional gorjeo de algún pájaro lejano. El aire fresco de la tarde acariciaba sus rostros, trayendo consigo el aroma a pino y tierra húmeda.Cuando estuvieron seguros de que ningún alma se atrevería a acercarse a ese rincón olvidado, Valdimir se detuvo y miró a su hijo con una mezcla de ternura y emoción en sus ojos. La complicidad entre padre e hijo era evidente, y se sentía agradable solo mirarlos.—Convirtámonos en lobo, hijo —susurró Valdimir, con un tono de voz tranquilo.Sin mediar más palabras, ambos comenzaron a despojarse de sus ropas con movimientos fluidos y despreocupados. La tela susurraba contra su piel mientras las prendas caían al suelo,
Esa noche, cuando regresaron de su momento de conexión, padre e hijo lobos compartían una complicidad nueva, un entendimiento silencioso que iba más allá de las palabras. Con renovada energía y un brillo especial en los ojos, se dispusieron a regresar al castillo para la cena en donde Erik tenía pensado hacer oficial su matrimonio.La mesa estaba puesta con esmero, reflejando la importancia de la ocasión. Los padres de Celeste ya estaban presentes, añadiendo un aire de formalidad al ambiente. Cuando Valdimir y Aelina los vieron, no pudieron evitar que sus mentes viajaran al pasado, al reino de Tempus que vieron en los recuerdos que les mostró Theodor. La similitud entre esta pareja de humanos y los guardianes de la luz que recordaban haber visto era asombrosa.Valdimir intercambió una mirada cómplice con su esposa. Era evidente que Theodor había usado sabiamente su poder para llevar a Erik hacia la compañera perfecta. Aunque ya lo sospechaban desde el principio, ver a los padres de Cel
DIA DE LA BODA DE ERIK Y CELESTETal como había prometido el Rey Theodor, no se había escatimado en gastos para la boda de su nieto, conocido entre todos como el joven duque del reino de los lobos. Nadie cuestionó la fastuosa celebración que ahora se desarrollaba en la ciudad capital de Vientalia, donde las calles empedradas rebosaban de actividad desde temprano. Sirvientes y ciudadanos por igual se apresuraban para ultimar los preparativos de la celebración, pues todos habían sido invitados. La ciudad del Rey estaba alborotada de emoción: los nobles, intrigados por la pompa de ese matrimonio ducal, y los plebeyos, contentos ante la oportunidad sin precedentes de asistir a una boda real.Mientras tanto, en sus aposentos dentro del castillo, Erik se encontraba frente a un espejo de cuerpo entero, ajustando nerviosamente los puños de su camisa. Su atuendo, elegido con esmero para la ocasión por el rey Theodor y su madre Aelina, constaba de una finísima camisa de seda blanca con intrincad
Concluida la ceremonia nupcial, los jóvenes recién casados se encaminaron al centro del salón de baile, siguiendo la ancestral tradición de Vientalia que dictaba que los novios debían compartir un vals. Cuando llegó el momento, la orquesta comenzó a interpretar una melodía exquisita. Erik, poniendo en práctica las lecciones de su padre, inhaló profundamente y posó con delicadeza su mano en la cintura de Celeste, quien lo miró con una sonrisa radiante.—¿Preparada? —susurró el muchacho, sus ojos color ámbar chispeando de emoción.Celeste asintió, con una sonrisa deslumbrante dibujada en sus labios y un suave rubor tiñendo sus mejillas.—Sí, estoy lista —respondió con una mezcla de nerviosismo y algo de ansiedad, pues ella también había practicado para este baile con sus padres.Al cobrar fuerza la música, Erik guio a Celeste en la danza mientras todos los presentes admiraban a la hermosa pareja. Los invitados sentían como si estuvieran presenciando la boda de un príncipe heredero en lug