Sandro se mantuvo en silencio por un par de minutos y luego prefirió marcharse. —Te dejaré para que descanses, seguro todo lo que te está sucediendo es secuela de lo que pasó con ese hombre, y es que hasta gritaste su nombre en sueño —dicho eso se retiró dejándola sola. Por su parte, Carlotta inte
Carlotta llegó al apartamento que compartía con Sandro, sintiendo que solo caminaba por inercia, fue a su habitación, se paró frente al espejo y observó el reflejo de una mujer triste, con ojos rojos y ojeras, extendió su mano y acarició con suavidad el reflejo del espejo. —¡Nunca más Carlotta Ferr
—¿Dónde está esa maravilla de mujer? ¿Cuándo nos la vas a presentar? —interrogó otro.—A ella poco le gusta trasnocharse, así que se quedó en nuestro apartamento descansando —respondió el hombre con una sonrisa.—¿Sabes qué Hamilton? Nunca hemos sido amigos, tu regreso, puede que me quite las posibi
Ornella le miró a los ojos y se dio cuenta de que el hombre estaba empezando a ver extraño, su mirada era como perdida, en ese momento, toda la rabia que había estado conteniendo, se hizo presente, era evidente que estaba celosa de él y de la mujer con la que ahora estaba. No podía soportar la idea
Sandro despertó a las pocas horas y llamó a Rob, quien venía en compañía del guardaespaldas. —Rob ¿Qué pasó? Me siento mareado con la boca seca… lo último que recuerdo es haber bajado a Ornella de la tarima… traerla aquí, discutir con ella —se tomó la cabeza con las dos manos—. Bebí un trago comple
—¿Dónde estás Carlotta? —interrogó a la nada. Mandó a sus hombres a investigar, a buscarla, en ese momento se dio cuenta de que no sabía nada de la familia de Carlotta, no conocía como se llamaban sus padres, donde vivían… al único de sus familiares que conocía era Ren… sin embargo, le marcaba con
Conocer esa noticia lo dejó por completo impactado, por unos segundos no reaccionó, tuvo la sensación de que le habían dado un duro golpe en el estómago. Un sentimiento de incredulidad lo embargó, mientras miraba las cinco pruebas de embarazo positivas, sintió que su mundo se derrumbaba a su alreded
—No llores mi pequeña libélula, tú nunca podrías decepcionarme… solo quiero saber del hombre que le rompió el corazón a mi hija… nunca he sido un hombre violento, pero por partirle la cara a ese desgraciado, puedo convertirme —expresó Taddeo con una mezcla de angustia y molestia. —No vale la pena q