El momento de paz que nos rodea es lo mejor que ha sucedido en mucho tiempo.Mañana es navidad y me divierto viendo a Cillian junto a Ares armando una monstruosa casa de muñecas.El sueño de cualquier niña.El hombre no pudo ocultarle la sorpresa a Helena y, ahora, mientras tomamos un chocolate en el jardín de la casa de estos, vemos a los hombres pelear con las piezas.El hombre había puesto una especie de techo para protegerlo de las nevadas y así, Caroline pueda salir y jugar con su regalo.Helena mira el regalo como si fuera el mejor de los diamantes, mientras que Caroline toma su siesta de las tardes.—Me estás aplastando el dedo —gruñe Cillian antes de soltar mil maldiciones.Miro a Helena que niega.—Ares, ¡joder!— ¡¿Qué?!— ¡Levanta la puta pieza! —grita.Está rojo, del esfuerzo que hace al tiempo que Ares farfulla y levanta lo que su hermano le dice.El alivio en Cillian en evidente.—Vamos, solo es un dedo mallugado.—Magullada te voy a dejar a ti la cabeza cuando te agarre
Mientras Ares está arriba tomando una ducha luego de terminar de armar la casa de Caroline. La misma ya está cubierta para que mañana la pequeña la vea en el patio trasero de sus padres. Ambos hombres terminaron con algunos golpes, pero al final la cara de satisfacción de ambos no tenía precio. Enciendo la chimenea, me echo en el sofá y me pongo una manta antes de tomar una copa de vino. Es mi primera víspera de navidad sin mi madre. Se siente extraño, la nostalgia me embarga. Pero, al mismo tiempo, me siento feliz de tener Ares. Este, baja llevando solo vaqueros y camiseta mientras su cabello húmedo, está peinado hacia atrás. —¿Mejor? —inquiero divertida. Asiente. Levanta la manta y se mete debajo conmigo. Toma mis pies, los pone sobre su regazo y comienza a masajear. Casi me deshago en el sofá. Suspiro. —¿Estás segura de que no quieres ir a ningún lado? —espeta mientras hace presión en la plata de mis pies. Niego. —Solo quiero estar aquí, contigo y poder disfrutar de
La mañana siguiente me levanto antes de Ares. Abro el armario donde escondí algunos obsequios y los pongo debajo del árbol. De hecho, no solo hay para él, también le he comprado varias cosas a Caroline, Jared, Helena y el propio Cillian. Anoche fue divertido y luego de retozar en el sofá unas horas, comimos la cena que no nos defraudó. Eso antes de volver a la cama. Estoy dejando los últimos obsequios cuando siento que me tomas desde atrás. —Feliz navidad —murmuro con una tonta sonrisa. —Feliz navidad, doc. Abre la mano y desde atrás me muestra una cajita azul de una reconocida tienda. Me doy la vuelta y lo tomo. Dentro hay un colgante de oro rosa y pequeños diamantes redondos. Con los extremos entrelazados. —Es hermoso, Ares. —¿Te gusta? Parece inseguro. —No sabía qué regalarte. —Lo que me regales me va a gustar, eso tenlo presente —le guiño —porque vine de ti. Su sonrisa aparece. —¿Me lo pones? Este lo toma y lo hace. —En cuanto la dependienta lo describió, supe q
Las horas pasan lento y la espera se hace eterna.Se supone que esto no pasaría.Se supone que él estaría conmigo por mucho tiempo.Pero, no. Ares se ha ido.Mis lágrimas ruedan por mis mejillas mientras el silencio sepulcral del salón en la mansión de Cillian amenaza con ahogarme.El mismo es irrumpido por una voz muy casi histérica.—¡Los quiero a todos muertos! —me estremezco cuando escucho el grito de Cillian.—No es el momento.—¡No me importa! Quiero a cada uno de los suyos muertos.—Eso es muy arriesgado.Jared intenta tranquilizarle.Pero es inútil.—León ha asesinado a mi hermano, ¡tú crees que me importa lo que eso no arriesgado!Ares, muerto.Esa simple verdad me desgarra el alma.Quería tener la oportunidad de demostrarle que merecía ser amado, que me tenía a mí para quererle, reñir, pero siempre hacerle saber que le amaba.Niego y me pongo de pie.—No creo que sea lo más prudente.—Acaso te estoy preguntando —replica Cillian con los ojos abiertos llenos de rabia.—No, per
Me mantengo en silencio observado como todos se mueven y buscan posibles soluciones.Hemos regresado a la mansión de Cillian, mientras sus hombres peinan el perímetro.Jared no me pierde de vista.Se siente avergonzado por lo que está sucediendo, mientras que Theo a su lado pone un poco de hielo en su rostro y el desconcierto baña sus facciones.Necesita salir de aquí. Pero todos están atentos.No puedo decirles lo del mensaje de Lía o podrían herir a Caroline.Lía me ha enviado el lugar donde me esperan.Así que debo actuar.Sé que, si Ares estuviera aquí, haría lo posible por salvar a su sobrina.Avanzo por el salón y Jared mantiene sus ojos en mí, hay hombres apostados en las puertas principales.Necesito salir de aquí sin ser vista.Me miro al espejo que está sobre la chimenea y el reflejo de mi rostro pálido y ojeras me devuelve la mirada.Me llevo la mano al colgante que ros me regalo en navidad y cierro los ojos.Respiro profundo e intento pensar en una solución.—La enviaré po
Una serie de emociones me embarga en este momento.Felicidad.Asombro.Enfado.Pero definitivamente, la decepción es la que gana la batalla.Sus ojos se encuentran con los míos y parpadeo alejando las lágrimas que quieren salir.He llorado días a alguien que no lo merece.Una persona que, como dijo Cillian, no confía en mí.La presión de Lía sobre mí me hace regresar al presente.—Tú estás muerto —espeta Lía con nerviosismo.—Digamos que soy el espectro que acabara contigo hoy.—No lo creo —ríe casi con histeria.Ares le da una mirada petulante.—Bien, entonces espero que disfrutes cuando le rebane el cuello —sisea.Empuja la hoja y hace un corte.Hago una mueca.—Yo creo que no se va a poder.Desde atrás escucho la voz de Theo.—Déjala ir.—Esposito adorado —se ríe dime algo —tendrías las bolas de enfrentarme a sabiendas de que conozco tu secreto.—Cállate —sisea este.Pero, puedo notar su nerviosismo.—Tu primo no te ha contado que nunca ha sido un esposo. Eso me facilito la estanci
POV ARES.—¡Hijo de perra!Hago una mueca ante el grito de Helena.Sus lágrimas ruedan mientras me golpea.—Lo siento.—No, ¡lo sientas porque te voy a arrancar la cabeza y mandarla a la tumba!Resoplo.—Idiota, te he llorado como una desgraciada.—Helena.Cillian interviene.—¡Cállate! —señala a mi hermano —esto no se hace.—Cillian no sabía nada hasta hace un par de días —murmuro.—Además, te expusiste ante esa demente.Secunda Cillian.—Esa demente tena a mi hija.—Debiste decirnos.—No había tiempo.Niego.Si no fuera por el rastreador en el colgante de Emma no sé qué habría sucedió.—Bien. Ahora está muerta y se arrepintió mil veces por lo que hizo —sonrió —Rick la hizo ver al diablo.—No sé de qué te ríes. No me tienes feliz.Resoplo.—De hecho, no solo a mí me tienes decepcionada tu decisión.Arquea la ceja, señala a un lado y veo la maleta.—No es cierto —murmuro.—O si, vaquero. Te han tumbado del caballo y tu rodeo ha terminado.La miro mal y ella sonríe con suficiencia.—Me
—¿Cuánto tiempo tendrás a Ares alejado? Miro a Jared desde detrás del escritorio. El mismo me ha dejado este lugar. Al parecer no le importa y, en cambio, parece satisfecho con esos. —No se dé que hablas, soy viuda, ¿recuerdas? Este resopla. —Estás siendo obstinada. —Lo sé, es una cualidad que creo herede de ti. Ríe un poco. —No cariño, eres obstinada y gruñona como lo era tu madre. Lo miro. —Crees que una dócil mujer iba a poder estar a mi lado —niega —no. Ella sabía plantarme cara —sus palabras tienen un tono de melancolía. —¿Nunca pensaste en volver a casarte? —Jamás. Mi Violeta fue y será la única mujer para mí. Entrecierro los ojos. —¿Nunca hubo nadie más? —Mujeres sin importancia —replica —mujeres que solo estaban para satisfacer una necesidad a cambio de una buena retribución. —No quiero saber más, gracias —lanza una carcajada. Se aclara la garganta. —Tú preguntaste. —Pero no quería tantos detalles. Asiente. —Entonces, si es así que has dado por terminado t