Capítulo200
Al pronunciar esas palabras, un silencio sepulcral cayó sobre la habitación, al punto de que la respiración de ambos se volvió extraordinariamente ruidosa.

Julieta miró a Leandro con frialdad. Estaba apostando. Esperaba que este hombre la creyera, aunque fuera una vez, al menos parcialmente.

—¿Estuviste fuera toda la noche, en la ciudad de Waldivia, solo por Ismael?

Esta pregunta dejó perpleja a Julieta. Estaba estupefacta y respondió:

—Leandro, fui por Iván, no por Ismael. Él podía confirmar mi inocencia y testificar contra Dalila. Claro que tenía que ir.

—Julieta, ¿tanto te cuesta tolerar a Dalila? —La voz de Leandro era fría, tan fría que congeló a Julieta.

Por un momento, no supo qué decir y pensó: “¿Está insinuando que soy terca, siempre en contra de Dalila?”

Después de reflexionar durante un buen rato, ella sonrió amargamente y dijo:

—Lo entiendo.

Leandro frunció el ceño. Sus ojos cambiaron ligeramente, y preguntó con molestia:

—¿Qué estás insinuando con esa actitud sospechosa
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