Al pronunciar esas palabras, un silencio sepulcral cayó sobre la habitación, al punto de que la respiración de ambos se volvió extraordinariamente ruidosa.Julieta miró a Leandro con frialdad. Estaba apostando. Esperaba que este hombre la creyera, aunque fuera una vez, al menos parcialmente.—¿Estuviste fuera toda la noche, en la ciudad de Waldivia, solo por Ismael?Esta pregunta dejó perpleja a Julieta. Estaba estupefacta y respondió: —Leandro, fui por Iván, no por Ismael. Él podía confirmar mi inocencia y testificar contra Dalila. Claro que tenía que ir.—Julieta, ¿tanto te cuesta tolerar a Dalila? —La voz de Leandro era fría, tan fría que congeló a Julieta.Por un momento, no supo qué decir y pensó: “¿Está insinuando que soy terca, siempre en contra de Dalila?”Después de reflexionar durante un buen rato, ella sonrió amargamente y dijo:—Lo entiendo. Leandro frunció el ceño. Sus ojos cambiaron ligeramente, y preguntó con molestia:—¿Qué estás insinuando con esa actitud sospechosa
Cuando Jasmine terminó de recoger los pedazos de vidrio, observó a Julieta en la cama.Al notar que sus delgados hombros temblaban, se percató de que estaba llorando nuevamente. Impotente, Jasmine suspiró y se encaminó hacia la salida, queriendo dejar sola a Julieta.Justo cuando alcanzaba la puerta, Julieta habló de repente:—Jazmín.Los escalofríos dominaron a Jasmine y se quedó inmóvil. Era la primera vez que la llamaba de una forma tan cariñosa desde que se conocían.Esto emocionó a Jasmine, quien se dio la vuelta cuidadosamente para mirarla.En ese momento, Julieta ya se había levantado de la cama, con los ojos enrojecidos por el llanto. Frunciendo los labios, pidió disculpas:—Jazmín, lo siento.—Ju... Julieta... —Jasmine estaba nerviosa, incluso sus palmas sudadan y no supo cómo responder.Con las palmas cubiertas de sudor, Jasmine miró a Julieta estupefacta, y pensó: “¿Tal vez Julieta ya me reconoció?”Julieta se secó las lágrimas, forzó una sonrisa y le preguntó:—Jazmín... ¿p
Cuando Ismael vio entrar a Julieta al cuarto, colgó el teléfono de inmediato, cambió rápidamente su estado de ánimo y dijo suavemente:—Julieta, ¿qué haces aquí? ¿Por qué no estás descansando?Julieta se quedó atónita por un momento y rio suavemente:—No soy tan seria como tú. Eres tú quien debería estar descansando adecuadamente.Ismael siempre había sido tan gentil; Julieta se sorprendió al verlo por primera vez tan enojado.Jasmine la ayudó a sentarse en la silla y dejó el caldo. Luego se dio la vuelta y salió del cuarto.—Voy a comprar frutas para ti. —dijo Jasmine.—Bien, pero no te tardes. —respondió Julieta.Sonriendo, Jasmine le dijo:—No te preocupes. —y cerró la puerta. Sólo quedaban ellos dos en el cuarto, y el ambiente se enfrió al instante. Después de mucho tiempo, Julieta dijo:—Ismael, me has salvado nuevamente, y por ello te estoy muy agradecida. —Me estás agradeciendo de nuevo.—Pero esta vez... Si no fuera porque me protegiste con tu propio cuerpo, aunque no tuvier
Julieta sabía que no tenía el poder que necesitaba, pero también tenía gente a la que quería proteger. Por eso, había cosas en las cuales no permitiría que Dalila se saliera con la suya.Después de que Ismael terminara el caldo, charlaron casualmente durante unos momentos.Luego, Julieta regresó a su habitación.La verdad, no tenía muchas garantías de que Santiago confesara el crimen, y mucho menos que pudiera identificar a Dalila. Así que esta pista no le hacía sentir ninguna esperanza.Si quería recuperar el cuerpo de don Camilo, sólo podría seguir el plan original.Justo entonces, recibió un mensaje de texto en su celular.[Julieta, no creo que el cuerpo de ese anciano pueda esperar tanto. No te atrevas a intentar nada más o haré lo que te dije que haría].El mensaje venía con una foto.Era una imagen de Samuel en el patio, y tenía dibujada una línea roja en la parte de su cuello; implicando que Samuel moriría, si Julieta no obedecía.Julieta frunció el ceño y sus dedos temblaban m
"¿Ayudarme con Dalila?", pensó Julieta.La oferta era bastante atractiva.Sin embargo, Julieta creía que, si una persona traicionaba una vez, lo haría muchas veces más. Hizo una mueca y respondió:—Jorge, no te creo.Al principio, confiaba plenamente en él; después de todo, era un amigo de la infancia. Pensaba que él la ayudaría a regresar al mundo del diseño y estaría a su lado en los momentos difíciles, pero al final la traicionó una y otra vez.Su menosprecio y su traición durante aquella noche en el hotel aún estaban frescos en su mente. Julieta no era ninguna santa y no perdonaba fácilmente.—Julieta. —Jorge colocó las flores al final de la cama y la miró con los ojos llenos de desolación. Continuó—: Sé que ya no me crees. No me atrevo a pedirte más perdón. Pero en el futuro, ten cuidado. Dalila es mucho más perversa y complicada de lo que piensas.Luego de decir aquello, se dio la vuelta y salió, pero al llegar a la puerta se detuvo un momento. Giró la cabeza, queriendo añadir a
¿Se lo merecía?Julieta estaba tan enfadada que pateó a Santiago desde la cama, y gritó:—¡Tú eres el que merecía morir! Acusándome falsamente, inclusome inculpaste y, sobre todo, ¡mataste a don Camilo!Aunque su justa indignación lo demandaba, la razón le recordaba que Santiago no podía morir aún. De lo contrario, ¿quién testificaría contra Dalila?—Julieta, ¿qué vas a hacer al respecto? Pongo la vida de estehombre en tus manos —le dijo Ismael.Apretando los dientes, Julieta miró a Santiago con ojosenrojecidos por la ira.Estaba impaciente por matarlo de inmediato para vengar a donCamilo, pero...No podía, aún no. Entonces tomó una decisión:—Ismael, por favor enciérralo e iremos a la comisaría mañana.—Bien. Así será.Ismael no pudo evitar sentirse desconsolado por Julieta. Trasordenarle a Francisco que se llevara a Santiago, preguntó conconsternación:—Julieta, ¿estás segura de lo que quieres hacer?Él conocía bien los estados de ánimo de Julieta, incluido el de la autorepresi
¿Prometida?Julieta se quedó sorprendida al enterarse de que Ismael tenía una prometida. Por un momento, no dijo nada.—¿Eres la prometida del señor Soto?—Sí. ¿Ismael no te lo ha contado?Julieta negó con la cabeza: —Lo siento, no pregunté por los asuntos personales del señor Soto.Estas palabras eran sinceras.Ismael y ella se habían cruzado por causa de Leandro, y hasta ahora lo único que hacían era investigar casos.Sin embargo, Julieta notó cierta hostilidad en la mirada de Natalia, ese tipo de hostilidad que una mujer sentiría hacia una posible rival amorosa.Así que soltó una carcajada nerviosa:—Señorita Jiménez, no hay nada entre el señor Soto y yo. No tome nota de chismes.Al oír esto, Natalia se rio ligeramente, la tomó de la mano y le dijo:—Señora Cisneros, nunca he sospechado de ustedes. No hay necesidad de ponerse tan nerviosa. Además, ya estás casada, y por supuesto que no hay nada entre Ismael y tú.Después de decir eso, Natalia suspiró y continuó: —Sin embargo, real
De repente, la puerta de la habitación se abrió de un empujón, y entró Ismael levantando el brazo enyesado.—¿Qué quieres decir con el mensaje que me acabas de enviar? —cuestionó Ismael.Aunque Ismael reprimía sus emociones, Julieta podía sentir claramente que él estaba enfadado.Ella también quería explicarlo, pero recordando a Natalia, se contuvo y respondió:—Literalmente eso.—¿Literalmente? —Ismael frunció el ceño y preguntó nuevamente—. Tú y yo somos amigos de verdad, y ya hemos pasado muchas cosas juntos, ¿es así como tratas a tus amigos?Julieta se quedó ligeramente atónita, e inexplicablemente se sintió triste.Amigos...Esa palabra la impactó. Acababa de caer en la cuenta de que hacía mucho que no contaba con un amigo real, y apreciaba de verdad a Ismael. Sin embargo, no quería ponerlo en una situación difícil, así que le dijo:—Señor Soto, creo que tengo derecho a elegir a mi abogado, ¿no es así?Ismael resopló frustrado, se acercó y le dijo:—Julieta, mírame.Ella le miró