Tras confirmar que la persona que tenía delante de ella era Leandro, Julieta dejó escapar un suspiro de alivio y dijo:—Mi ropa…Leandro la miró con recelo y sonrió fríamente: —Piensas que te toque, ¿verdad? Ni en tus sueños, no olvides que me desagradas por sucia. Por supuesto, a Julieta le dolió el corazón por un momento, pero al mismo tiempo se sintió aliviada. Al menos, no se había pasado de la raya con otro hombre.En su matrimonio con Leandro, ella seguía siendo la parte leal. Dejó escapar una ligera carcajada, sacudió la cabeza y le respondió: —Ay, señor Cisneros, no se preocupe, no pensé de más. Leandro se estaba poniendo la ropa, pero al escuchar esto, el fuego de la ira se encendió dentro suyo.Se dio la vuelta, agarró la mandíbula de Julieta y dijo:—Julieta, en el futuro ten, aunque sea un poco de decencia cuando yo este fuera, ¡y por nada del mundo bebas!—Señor Cisneros, ¿está preocupado por mí?—¿Qué es esto? ¿Acaso has olvidado cómo murió el último niño? ¿Planeas c
Súbitamente, Julieta dio un fuerte abrazo a Jasmine, mientras sollozaba:—Jasmine, gracias, y lo siento tanto.El cuerpo de Jasmine se quedó muy rígido, y sus claros ojos palpitaron varias veces, luego le devolvió el abrazo.—Julieta, nunca me des las gracias o me digas que lo sientes. Puedes confiar totalmente en mí en el futuro, te acompañaré siempre, tú solo sígueme en paz. —dijo Jasmine.Julieta lloró y se rio al mismo tiempo:—Ay nena, ¿de qué estás hablando?Jasmine jaló de sus hombros y dijo detenidamente palabra por palabra: —Julieta, hablo en serio.Julieta pudo ver que estaba siendo realmente sincera, pero no entendía el por qué. Ya había preguntado dos veces antes, pero Jasmine había respondido vagamente, por lo que supuso que el día que se sienta lista para hablar, lo contaría naturalmente.Así que afirmó:—Ok, entonces acompáñame al hospital. —De acuerdo, sube al coche. Cuando llegaron al hospital, el proceso no fue diferente a la última vez y los resultados tampoco est
Leandro miró a Julieta con mal humor y se giró para llevarse a Dalila, pero entonces oyó a Dalila decir:—Julieta, sé que me odias enormemente, pero no deberías haberme empujado y dejarme sin auxilio. Al escucharlo, Leandro se detuvo, dio la vuelta nuevamente, miró a Julieta de forma muy sombría, y dijo:—¡Julieta, quieres dejar a un lado de una buena vez tus horribles celos!—¡No lo hice! —¿No lo hiciste? ¿Quieres decir que Dalila te está acusando injustamente?Julieta refunfuñó y respondió: —¿Cuántas veces ella me ha acusado injustamente? ¡Son tantas que ya he perdido la cuenta!—¡Todavía quieres justificarte!Inicialmente, Julieta cayó en la trampa de Dalila, pensando en realidad que a ella le dolía su barriga de verdad, por lo que todavía tenía un poco de remordimiento por ella. Pero al escuchar esas hipócritas palabras, se dio cuenta que era otro más de los trucos de Dalila. Si fuera otra persona, se habría dado cuenta hace mucho tiempo. Sin embargo, Leandro estaba irremedia
—¡No fui yo, señor! Fui acusada injustamente.Estas fueron las únicas palabras que Julieta pudo expresar.—Señorita Rosales, en este momento, solo le pido que venga a colaborar con nuestra investigación y haga una declaración. Después de todo, ese día, usted también apareció en la escena del crimen, así que espero que coopere.Julieta giró la cabeza para mirar fijamente al policía y con los labios temblorosos preguntó: —¿Es solo para ayudar en la investigación?—Sí, sólo colabora con nosotros en la investigación. —Respondió uno de los policías.Jasmine vio que Julieta estaba distraída, se levantó apresuradamente, la acercó y la aseguró:—Julieta, yo te ayudaré. Buscaremos al señor Soto y todo estará muy bien.—Eh sí… sí. —respondió débilmente, pero se sentía muy indignada y con mucho miedo. La última vez, fue acusada por supuestamente contratar a alguien para dañar a Dalila, y definitivamente había quedado eso como antecedente.No fue ninguna coincidencia que la policía llegara tan r
—Señor Soto, ¿cómo va todo? —preguntó Jasmine con gran preocupación.—La policía puede tener en sus manos una presunta prueba de engaño, y parece que están seguros de que está relacionado con Julieta.—¿Qué? ¿Cómo es posible? ¿Está Dalila detrás de esto? — preguntó nuevamente Jasmine.Ismael frunció el ceño, y le respondió:—En este asunto, me temo que alguien ha cometido perjurio; una vez que encuentren un testigo que declare que Julieta está involucrada, tendremos un problema complicado en nuestras manos. La policía sólo puede condenar basándose en testimonios de los testigos. Dalila es tan hábil haciendo falsas acusaciones que le resulta fácil engañar incluso hasta la policía.Cuando los tres llegaron a la entrada vieron una alta figura al final de los escalones.Al verlos salir, el hombre apagó el cigarrillo que tenía en la mano, dio un paso hacia adelante y agarró de la mano de Julieta, después miró fríamente a Ismael.—Ismael, este asunto no tiene nada que ver contigo. Yo encontr
—Leandro, si ya me has juzgado, ¿entonces para qué me preguntas? —expresó Julieta en un tono desafiante.Leandro la agarró fuertemente de la mandíbula y, con los ojos enrojecidos de ira, dijo:—¿Estás confesando, Julieta?—Yo era como una hija para don Camilo, siempre me trató muy bien, ¿cuál sería acaso mi motivo para matarlo? —respondió Julieta.—¡Sí, lo tienes! ¡Me engañaste! ¿Recuerdas?Julieta le lanzó una mirada vacía a Leandro durante unos segundos y luego se rio graciosamente:—¿Te engañé?Le pareció tan gracioso, como si hubiera escuchado el mejor chiste de su vida. No importaban las innumerables veces que lo explicara, Leandro seguía sin creerle y la etiquetaba como adúltera.Pero ¿y ella? Era increíble que, tras cada ataque, siempre sintiera un dolor que la destrozara profundamente.—Leandro, ¿tienes algún problema mental?—¡Julieta! —rugió Leandro.Julieta sonrió amargamente y respondió:—Pues si no lo tienes, ¿por qué insistes en ponerte cuernos a ti mismo?Leandro entrec
Al verlo, uno de los vagabundos retrocedió, mostrando gran escepticismo:—¿De verdad?—¡Claro que sí! ¡La tasa de contagio es del cien por ciento! —respondió Julieta con firmeza.Pero el otro susurró: —Wey, tal vez es una mentira, además…Justo en ese momento, un coche bastante lujoso aparecía en la oscura carretera y se dirigía rápidamente hacia los vagabundos. Aterrorizados, intentaron huir, pero escaparse ya no era una valiosa opción, y finalmente se rindieron.—¡Ay! ¡Socorro! —gritaron desesperados.Cuando los iba a chocar, el coche se detuvo bruscamente.Los tres se habían llevado un susto de muerte, en ese momento, hasta un ciego habría afirmado que el carro se dirigía directamente hacia ellos.Acto seguido, unos brillantes zapatos de cuero negro aparecieron ante ellos.—¡Auxilio, no nos mate! —suplicó incesante uno de los tres.Sin decir una palabra, Leandro pisoteó muy fuerte la mano de uno de ellos, inclinándose para luego decir con voz ronca y grave:—¿Están buscando morir?
Julieta contempló la posibilidad de salir, pero temía ser descubierta nuevamente por Leandro.—Te lo repito. Me lo puedes decir por teléfono.—Julieta, estás enojada conmigo, ¿verdad?Inmediatamente después, Julieta oyó el sonido nítido de una taza rompiéndose. Luego, Jorge habló:—Julieta, si no vienes, me cortaré las venas para mostrar mi sinceridad—¡Espera, no hagas tonterías!—Julieta, te espero en el Club Imperial.Después de aquellas palabras, Jorge colgó. Cuando ella lo volvió a llamar, nadie respondió. Frunció el ceño, sintiéndose muy ansiosa por él. Aunque confiaba poco en Jorge, después de todo, era una vida humana, que se podía perder. Además, él era un amigo de infancia; crecieron juntos y no podía simplemente dejarlo morir.En esta situación tan urgente, no le quedaba más opción que cambiarse de ropa y dirigirse al Club Imperial. Sin embargo, Julieta estaba muy renuente en ir allí, ya que la última vez fue drogada y apenas evitó un gran peligro.Y hoy, al recordarlo,