— Claro que no, Genuino, tal pensamiento nunca pasó por mi mente — dice Mara exasperada, con los ojos bien abiertos.Miguel no responde. Puede sentir el olor de la sinceridad en sus palabras. Ante el silencio de él, Mara continúa:— Es una esclava, señor — murmura Mara, su voz temblorosa, intentando desesperadamente aferrarse a algún tipo de defensa. — La Lunae Luciana dijo que eran sus órdenes tratarla como tal, y según recuerdo, los esclavos ni siquiera tenían ropa decente, así que ella tampoco debería tenerla, y mucho menos que alguien superior la lave para ella. Los esclavos tampoco tienen instrumentos musicales ni permiso para tocarlos en la noche, molestando el sueño de los superiores, pero esta esclava insiste en faltar al respeto y...El intento de justificar sus acciones basándose en tradiciones y órdenes pasadas solo sirve para aumentar la tensión en el ambiente. Miguel no reacciona inmediatamente, pero el silencio que sigue es más pesado que cualquier palabra que pudiera pr
Afuera, Miguel empuja a Mara fuera de los portones con un gesto firme, haciéndola caer en la nieve fría. La observa por un momento, su expresión dura, sin rastro alguno de compasión.— Vuelve a tu manada, Luna Cimex Mara — dice con voz cortante y definitiva. — Ya no perteneces aquí.El horror y la vergüenza la golpean con fuerza. Ser expulsada sería el colmo de la humillación, una mancha no solo para su nombre, sino también para la manada de sus padres al tener un miembro devuelto. Desesperada, cae de rodillas a los pies de Miguel.— Por favor, no me expulse, Genuino Alfa — suplica mientras agarra sus pies, pero Miguel aparta su mano con una patada.Mara baja la cabeza, cerrando los puños sobre la nieve.— ¡Genuino Alfa, por favor! — suplica de nuevo, su voz ahora llena de pánico. — No me mande de regreso... Ser devuelta manchará el honor de la manada de mis padres... Cometí un error, pero puedo corregirlo, por favor, deme otra oportunidad...Sus palabras fluyen con desesperación, cad
Con los ojos fijos en la pequeña ventana del jet privado, Sasha observa las nubes que se mueven perezosamente afuera mientras su mente se pierde en pensamientos inquietos.¿A dónde estamos yendo?Ha perdido la cuenta de cuántas veces se ha hecho esa pregunta y de cuántas veces ha intentado formularla a Miguel, siempre sin recibir una respuesta.¿Será que...Comienza a formular una teoría, pero se detiene de inmediato.No, eso no puede ser...Un pánico creciente comienza a apoderarse de Sasha al recordar las palabras de Miguel, esas que la hicieron helarse hasta los huesos: "En mi próxima visita a la prisión de tu padre, te llevaré conmigo. Haré que seas tú misma quien corte los dedos de ese desgraciado."Su corazón comienza a latir más rápido, como si intentara escapar de su propia mente. Las teorías de que podría ser vendida, aunque terribles, parecen ahora casi deseables en comparación con la idea de ser obligada a torturar a su propio padre.— Mi castigo... — Las palabras escapan d
— Compórtate, esclava — entona Miguel, su voz firme y cargada de autoridad. Sus ojos se clavan en los de Sasha con una intensidad que exige toda su atención. Ella siente el peso de sus palabras, y la tensión en su cuerpo aumenta.Sasha traga saliva, el sonido casi audible en el silencio que se ha instalado entre ellos. La forma en que él la mira la hace sentir como si estuviera atrapada bajo un foco, con cada movimiento y respiración monitoreados de cerca.Miguel se inclina ligeramente hacia adelante, disminuyendo la distancia entre ellos. Su presencia es abrumadora, dominando el espacio y haciendo que Sasha sea aún más consciente de su posición. No necesita alzar la voz para hacerse oír.— Cuando terminemos, podrás elegir dónde comeremos — añade, una nota inesperada de concesión en sus palabras.Ella asiente levemente, la sumisión automática en su respuesta, pero por dentro su mente trabaja frenéticamente para entender lo que realmente significa esa pequeña concesión. Miguel, al nota
— Vamos — dice Miguel, rompiendo el silencio con su voz firme, sin dejar espacio para réplica. Toma la muñeca de Sasha nuevamente, esta vez con más determinación, obligándola a seguirle con pasos rápidos y decididos.Sasha respira hondo, tratando de calmar los nervios mientras sus ojos recorren las vitrinas elegantes por las que pasan. Las prendas expuestas gritan lujo y exclusividad, tan alejadas de su realidad que le resulta casi imposible imaginarse usándolas.Miguel la conduce al interior de una tienda sofisticada y chic, un lugar donde cada detalle rezuma opulencia. Sasha apenas alcanza a leer el nombre de la tienda antes de entrar, pero eso importa poco. Lo que realmente la inquieta son las miradas. Siente el peso de las miradas curiosas y críticas de los clientes y empleados, como si midieran su evidente inadecuación.¿Por qué tanto asombro? — se pregunta. — Ya he recibido miradas peores.Su mente le recuerda cada mirada de desprecio, de malicia, y cada palabra ofensiva. Esas m
El suave tintineo de la campanilla anuncia la entrada de un nuevo cliente. Ese sonido familiar, que Sasha escuchaba todos los días mientras trabajaba allí, sirviendo a los clientes con una sonrisa forzada y ocultando el cansancio y la frustración tras una impecable máscara de cortesía, ahora tiene un significado completamente diferente.Hoy es distinto.Sasha entra al café con pasos decididos, espalda recta y el mentón ligeramente levantado. La puerta se cierra con gracia detrás de ella mientras los aromas familiares la envuelven. Pero esta vez, esos olores no le recuerdan el cansancio ni las interminables horas de trabajo. Hoy, eligió este lugar porque se prometió a sí misma que algún día regresaría como cliente, después de haber llorado de humillación en su último día allí.Cada golpe de sus tacones resuena en el suelo, un sonido firme que atrae la atención de todos. Las cabezas se giran hacia ella, los ojos masculinos la siguen con admiración, mientras que los femeninos son una mez
— ¿Cómo se siente estar con un hombre que te hace pagar la cuenta? — Sasha provoca, con una voz suave pero cargada de veneno. Sabe dónde atacar, y sus palabras golpean a la mujer como un golpe inesperado. — Ya lo sé, él es tu zorra, ¿no? Y tú, la vieja que paga a la prostituta.El rostro de la mujer se contrae de ira, su máscara de superioridad se resquebraja mientras las palabras de Sasha la hieren profundamente. No esperaba una respuesta así, mucho menos de Sasha, a quien consideraba inferior. La humillación brilla en sus ojos por un momento antes de ser reemplazada por una furia incontrolable.— Si yo fuera tú, me iría de aquí antes de que algo pase — amenaza la mujer, con una voz baja y cargada de advertencia.Sasha levanta una ceja, observándola con una calma que solo la enfurece aún más.— No tengo intención de irme a ningún lado — responde Sasha, cada palabra medida y firme.La mujer da un paso adelante, su cuerpo temblando de indignación. Su mano se alza, impulsada por el dese
Miguel no se molesta en llamar a la puerta del baño; simplemente la abre y entra sin ceremonias. La visión que lo recibe lo hace detenerse por un instante. Sasha, frente al gran espejo, perdida en su propio reflejo, acaricia el vestido de gala que él escogió meticulosamente para ella la noche anterior.El tejido rojo satinado abraza las curvas de Sasha de una manera que hace que Miguel desee no tener que salir de esa habitación esa noche. Cada centímetro de la tela realza la figura de la humana de una forma casi hipnótica. Miguel siente el deseo encenderse en su interior, el calor recorrer sus venas y concentrarse en su entrepierna.Los ojos de Sasha se encuentran con los de Miguel a través del espejo, y ella se gira lentamente, quedando frente a él. Con un gesto nervioso, coloca un mechón de cabello detrás de su oreja y muerde su labio, sintiéndose tímida bajo la mirada intensa de Miguel.Los ojos de Miguel recorren su figura, deteniéndose en el escote en forma de V del vestido, que