Las conversaciones y risas se silenciaron en el momento en que Miguel dio el primer paso dentro de la cocina principal de la mansión. Cada lycan detuvo sus tareas para inclinar la cabeza en reverencia ante la llegada del Genuino Alfa Miguel.Los ojos de Miguel recorrieron el espacio, enfocándose inmediatamente en la figura de Mara, quien sostenía un cuchillo y hierbas verdes sobre la mesa en el centro de la cocina.Mara notó la atención de Miguel sobre ella. Levantó la mirada por un momento, para asegurarse, pero pronto la desvió hacia la imagen de Sasha a su lado...Ella está vistiendo su ropa.La visión casi la hizo abrir los ojos con sorpresa, y algo en su estómago se contrajo. Cada instinto dentro de ella gritaba alerta, endureciendo cada fibra de su ser. Cerró los ojos, intentando mantener la respiración controlada.El arrepentimiento comenzaba a consumirla mientras su mente revisaba su acto de venganza infantil por haber sido obligada a lavar la ropa de una simple humana; peor a
— Claro que no, Genuino, tal pensamiento nunca pasó por mi mente — dice Mara exasperada, con los ojos bien abiertos.Miguel no responde. Puede sentir el olor de la sinceridad en sus palabras. Ante el silencio de él, Mara continúa:— Es una esclava, señor — murmura Mara, su voz temblorosa, intentando desesperadamente aferrarse a algún tipo de defensa. — La Lunae Luciana dijo que eran sus órdenes tratarla como tal, y según recuerdo, los esclavos ni siquiera tenían ropa decente, así que ella tampoco debería tenerla, y mucho menos que alguien superior la lave para ella. Los esclavos tampoco tienen instrumentos musicales ni permiso para tocarlos en la noche, molestando el sueño de los superiores, pero esta esclava insiste en faltar al respeto y...El intento de justificar sus acciones basándose en tradiciones y órdenes pasadas solo sirve para aumentar la tensión en el ambiente. Miguel no reacciona inmediatamente, pero el silencio que sigue es más pesado que cualquier palabra que pudiera pr
Afuera, Miguel empuja a Mara fuera de los portones con un gesto firme, haciéndola caer en la nieve fría. La observa por un momento, su expresión dura, sin rastro alguno de compasión.— Vuelve a tu manada, Luna Cimex Mara — dice con voz cortante y definitiva. — Ya no perteneces aquí.El horror y la vergüenza la golpean con fuerza. Ser expulsada sería el colmo de la humillación, una mancha no solo para su nombre, sino también para la manada de sus padres al tener un miembro devuelto. Desesperada, cae de rodillas a los pies de Miguel.— Por favor, no me expulse, Genuino Alfa — suplica mientras agarra sus pies, pero Miguel aparta su mano con una patada.Mara baja la cabeza, cerrando los puños sobre la nieve.— ¡Genuino Alfa, por favor! — suplica de nuevo, su voz ahora llena de pánico. — No me mande de regreso... Ser devuelta manchará el honor de la manada de mis padres... Cometí un error, pero puedo corregirlo, por favor, deme otra oportunidad...Sus palabras fluyen con desesperación, cad
Con los ojos fijos en la pequeña ventana del jet privado, Sasha observa las nubes que se mueven perezosamente afuera mientras su mente se pierde en pensamientos inquietos.¿A dónde estamos yendo?Ha perdido la cuenta de cuántas veces se ha hecho esa pregunta y de cuántas veces ha intentado formularla a Miguel, siempre sin recibir una respuesta.¿Será que...Comienza a formular una teoría, pero se detiene de inmediato.No, eso no puede ser...Un pánico creciente comienza a apoderarse de Sasha al recordar las palabras de Miguel, esas que la hicieron helarse hasta los huesos: "En mi próxima visita a la prisión de tu padre, te llevaré conmigo. Haré que seas tú misma quien corte los dedos de ese desgraciado."Su corazón comienza a latir más rápido, como si intentara escapar de su propia mente. Las teorías de que podría ser vendida, aunque terribles, parecen ahora casi deseables en comparación con la idea de ser obligada a torturar a su propio padre.— Mi castigo... — Las palabras escapan d
— Compórtate, esclava — entona Miguel, su voz firme y cargada de autoridad. Sus ojos se clavan en los de Sasha con una intensidad que exige toda su atención. Ella siente el peso de sus palabras, y la tensión en su cuerpo aumenta.Sasha traga saliva, el sonido casi audible en el silencio que se ha instalado entre ellos. La forma en que él la mira la hace sentir como si estuviera atrapada bajo un foco, con cada movimiento y respiración monitoreados de cerca.Miguel se inclina ligeramente hacia adelante, disminuyendo la distancia entre ellos. Su presencia es abrumadora, dominando el espacio y haciendo que Sasha sea aún más consciente de su posición. No necesita alzar la voz para hacerse oír.— Cuando terminemos, podrás elegir dónde comeremos — añade, una nota inesperada de concesión en sus palabras.Ella asiente levemente, la sumisión automática en su respuesta, pero por dentro su mente trabaja frenéticamente para entender lo que realmente significa esa pequeña concesión. Miguel, al nota
— Vamos — dice Miguel, rompiendo el silencio con su voz firme, sin dejar espacio para réplica. Toma la muñeca de Sasha nuevamente, esta vez con más determinación, obligándola a seguirle con pasos rápidos y decididos.Sasha respira hondo, tratando de calmar los nervios mientras sus ojos recorren las vitrinas elegantes por las que pasan. Las prendas expuestas gritan lujo y exclusividad, tan alejadas de su realidad que le resulta casi imposible imaginarse usándolas.Miguel la conduce al interior de una tienda sofisticada y chic, un lugar donde cada detalle rezuma opulencia. Sasha apenas alcanza a leer el nombre de la tienda antes de entrar, pero eso importa poco. Lo que realmente la inquieta son las miradas. Siente el peso de las miradas curiosas y críticas de los clientes y empleados, como si midieran su evidente inadecuación.¿Por qué tanto asombro? — se pregunta. — Ya he recibido miradas peores.Su mente le recuerda cada mirada de desprecio, de malicia, y cada palabra ofensiva. Esas m
— Última oportunidad, Pedro — dice Miguel, su voz cargada de advertencia, sus ojos fijos en los de Pedro. — Muy bien, tomaré tu silencio como una aceptación de mi propuesta. Como dije, si ganas, la libertad y el dinero serán tuyos — reafirma, dándole a Pedro esperanzas de poder librarse de la deuda de más de doscientos mil dólares.— Si pierdo… ¿qué sucederá? — pregunta Pedro, su voz casi un susurro impregnado de miedo, usando su último rastro de conciencia, aunque el alcohol en su cuerpo embote su sentido del peligro.Miguel sonríe de manera depredadora, su expresión revela satisfacción ante las reacciones del humano frente a él, alimentando a su lobo con la desesperación reflejada en las facciones humanas.— Entregarás a tu hija para mí. Ella se convertirá en mi esclava — dice Miguel fríamente.Pedro traga saliva, las palabras frías resuenan en sus oídos, pero pronto son silenciadas por el rápido latir de su corazón, la adrenalina corre de nuevo por sus venas, y la emoción de poder
— ¿Por qué hiciste eso? — pregunta Sasha, las lágrimas rodando por su rostro, mezclándose con el ardor que dejó el café caliente derramado sobre ella.— ¿Por qué contrataron a una incompetente como tú? ¡Cada vez que vengo a este café y me atiendes, las bebidas y la comida son terribles! O muy saladas o demasiado dulces. ¿Quieres matarme, miserable? — acusa la mujer histérica.— Es la primera vez que la veo aquí, señora — intenta defenderse Sasha, su voz temblorosa, casi suplicante.— ¿Te atreves a llamarme mentirosa, idiota? ¡Qué atrevimiento! — replica la mujer con desprecio, lanzándole una mirada de arriba abajo.— Yo no preparo los pedidos, solo... — Sasha intenta argumentar nuevamente, la desesperanza creciendo en su pecho.— ¿Aún te atreves a responderme? ¡Oye tú, ve a llamar al gerente! ¡Uno de sus empleados no sabe cuál es su lugar! — grita la mujer a un compañero de Sasha, su voz estridente resonando por todo el café.Sasha siente que sus músculos tiemblan de rabia. Aprieta lo