— Usted ya lo sabía.Fue la afirmación que Sasha hizo al ver a Luciana entrar en el cuarto con una bandeja de comida. La expresión de alivio que sentía por volver a verla en ese infierno se transformó en amargura al comprender que la mujer amable en realidad era parte de aquel tormento.Luciana no confirmó ni negó nada, pero el silencio dijo más de lo que las palabras podían expresar.Dos largos días habían pasado desde entonces. Sasha no había podido levantarse de la cama, sus pies seguían demasiado débiles para sostenerla, y la fiebre había comenzado a ceder apenas unas horas antes.Observa a Luciana mientras le cambia los vendajes de los pies, un ritual que la mujer realizaba dos veces al día, aplicando también un spray frío sobre su tobillo hinchado.— ¿Usted también puede convertirse en un monstruo? — preguntó Sasha, rompiendo el silencio que había mantenido los últimos dos días, donde solo respondía con monosílabos.— Mi loba no es un monstruo, niña — respondió Luciana, guardand
Miguel observa la tensión en los músculos de Sasha, la forma en que se esfuerza por permanecer inmóvil. Sin embargo, el aumento de su pulso la delata: está nerviosa.El corazón de Sasha late aún más rápido, su respiración se vuelve entrecortada al sentir que su cuerpo es nuevamente cargado, pero esta vez no hay tela alguna entre ellos, excepto la ropa interior que Miguel decidió no quitarse. Sube los escalones de la bañera con ella en brazos y, al entrar, la posiciona entre sus piernas, con la espalda apoyada contra su pecho desnudo.— No te muevas — ordena, sujetándola por la cadera y evitando que intente crear distancia entre ellos.Sasha traga saliva, su respiración se vuelve superficial, y el ritmo acelerado de su pulso es un faro para el predador dentro de Miguel, quien se deleita con el efecto que causa en ella.— No voy a hacerte daño — murmura, su voz baja y cargada de una promesa ambigua. — Todavía no.La amenaza velada queda flotando en el aire mientras Miguel derrama jabón
Sin separar su boca de la de la hembra, Miguel la gira para que quede frente a él, ajustando las piernas de Sasha alrededor de su cintura, acercando aún más sus cuerpos. Sus sexos están separados únicamente por la fina tela de su ropa interior. El calor que irradia entre ellos es casi tangible, una corriente eléctrica que los envuelve y alimenta el deseo ardiente que se intensifica con la calidez del agua.Miguel la besa con dureza y dominio, exigiendo su sumisión con lengua y dientes. Sus dedos se entrelazan en la nuca de Sasha mientras su otra mano aprieta su trasero. El sonido de lo que podría haber sido un protesto se convierte en un gemido que deleita a la bestia interior de Miguel.Eso es, esclavita, sométete, acepta a tu dueño, hembra. — piensa Miguel, sus pensamientos impregnados de un placer oscuro.Siente la lengua de Sasha tocar la suya con una timidez irritante, pero al mismo tiempo fascinante, evidenciando su inexperiencia con los besos.Me gusta esto — piensa, sintiendo
— ¿Crees que unas caricias y unos besos son suficientes? — dispara Sasha, con la ira y la determinación regresando con fuerza. Sus ojos, antes nublados por el deseo, ahora arden con una furia contenida.Miguel arquea una ceja, una sonrisa maliciosa curvando sus labios.— Si no estuviéramos en esta bañera, sino en mi cama, las sábanas estarían empapadas con tu excitación, hembra — responde con una voz cargada de confianza provocadora.Sasha siente su rostro arder, invadido por una mezcla de rabia y vergüenza. Quiere replicar, negarlo, pero sabe que su cuerpo la ha traicionado, reaccionando a sus caricias de una manera que no puede admitir. Las palabras de Miguel la golpean como un mazazo, revolviendo su estómago.— Estás equivocado — responde, esforzándose por mantener su voz firme, aunque sus labios tiemblan ligeramente. — Mi cuerpo puede haber reaccionado, pero eso no significa nada. Aún te odio, y nada cambiará eso.Miguel deja escapar una risa baja, inclinándose hacia ella, sus ojo
El pensamiento de que Miguel iba a devorarla, al verlo transformarse nuevamente en un lobo negro gigante frente a sus ojos, desapareció cuando sintió la lengua áspera y húmeda de la bestia pasar por sus pies.Las heridas en sus pies ya habían comenzado a cicatrizar, y Sasha había sufrido para no rascárselas y reabrirlas. Pero ahora, mientras Miguel lamía las plantas de sus pies, sintió un cosquilleo intenso. Las cicatrices terminaron de cerrarse completamente, la saliva de Miguel acelerando todo el proceso, haciendo que los dolores, las molestias y las marcas desaparecieran en cuestión de segundos.Ahora, está aquí, dando vueltas de un lado a otro en su cama, incapaz de dormir. Cierra los ojos, pero su mente vuelve una y otra vez a su captor.— Por eso es que te voy a quebrar. Porque aún no entiendes que no tienes elección, humana. — Esas palabras de Miguel resuenan en su cabeza una y otra vez, dichas con una voz fría que la hizo estremecer mientras la llevaba de regreso a su nuevo cu
— Genuino, ¿qué es lo que... — Lovetta comienza a hablar, pero los movimientos de Miguel la hacen callar. Siente su corazón acelerarse mientras él cruza la puerta, la expectativa llenándola por completo.Miguel entra en el cuarto de la hembra sin paciencia para responder lo que sea que ella tuviera en mente preguntar. Se sienta en el borde de la cama.— De rodillas — ordena, con una voz baja y autoritaria.El comando resuena en su interior, avivando sus instintos ante la masculinidad del macho más poderoso. Al instante, las rodillas de Lovetta tocan el suelo con un sonido apagado.— En cuatro — Miguel da una nueva orden.Un segundo después, Lovetta apoya las manos sobre la alfombra mullida, sus ojos caramelo fijos en los de Miguel mientras se arrastra hacia él como una cachorra obediente.La cachorra de él — piensa, complacida de asumir ese papel en su refugio.Tan fácil y simple — Miguel piensa, sin entender por qué se siente insatisfecho. Siempre ha disfrutado la sensación de contro
Sentada en su cama, Sasha observa a través de la ventana el horizonte iluminándose en tonos de azul profundo, púrpura y naranja. La suave paleta de colores se refleja en los paisajes nevados, creando una belleza fría y distante que la hace sentir aún más aislada. Se abraza a sí misma, buscando consuelo en el mínimo calor de sus ropas, que ya necesitan ser lavadas.¿Por qué Miguel eligió vivir en este lugar? — se pregunta. Siendo tan rico y poderoso, podría estar en cualquier lugar del mundo. Murmansk es hermosa, sin duda, pero para Sasha, esa belleza es opresiva. La sensación de tiempo distorsionado la confunde: parece que ya ha pasado un mes, pero en realidad solo han sido dos semanas. Dos largas semanas. Extraña el calor, poder usar shorts y camisetas de tirantes, andar con el cabello mojado sin riesgo de enfermarse.Sasha mira su celular, que solo consiguió que Luciana le entregara tras explicar que no tenía señal y que solo quería ver las fotos de su familia. Observa nuevamente la
Gracias a la presencia de Luciana detrás de Sasha, ningún miembro de la manada se atrevió a meterse con ella. Sin embargo, lo único que Sasha notó fueron las miradas de superioridad que todos le dirigían. A pesar de esto, mantuvo la cabeza erguida a cada paso que daba, limpiando cada pasillo, incluso cuando algunas personas ensuciaron intencionalmente con sus zapatos. Sasha tragó su orgullo y rehizo el trabajo.Ahora, está cumpliendo la segunda de las tres tareas asignadas.— Señora Luciana — llama Sasha mientras frota uno de los escalones de la escalera. Luciana, de pie al pie de la escalera, la observa con calma.— Sí, Sasha — responde Luciana, con voz suave y atenta.Sasha duda por un momento, buscando las palabras adecuadas. Quiere entender más sobre el mundo al que ahora está atada como prisionera.— ¿Puede contarme más sobre los lob... — comienza a decir, pero se corrige rápidamente. — Los lycans.— ¿Qué sabes ya? — indaga Luciana, intentando medir cuánto conocimiento tiene Sash