Sentada en su cama, Sasha observa a través de la ventana el horizonte iluminándose en tonos de azul profundo, púrpura y naranja. La suave paleta de colores se refleja en los paisajes nevados, creando una belleza fría y distante que la hace sentir aún más aislada. Se abraza a sí misma, buscando consuelo en el mínimo calor de sus ropas, que ya necesitan ser lavadas.¿Por qué Miguel eligió vivir en este lugar? — se pregunta. Siendo tan rico y poderoso, podría estar en cualquier lugar del mundo. Murmansk es hermosa, sin duda, pero para Sasha, esa belleza es opresiva. La sensación de tiempo distorsionado la confunde: parece que ya ha pasado un mes, pero en realidad solo han sido dos semanas. Dos largas semanas. Extraña el calor, poder usar shorts y camisetas de tirantes, andar con el cabello mojado sin riesgo de enfermarse.Sasha mira su celular, que solo consiguió que Luciana le entregara tras explicar que no tenía señal y que solo quería ver las fotos de su familia. Observa nuevamente la
Gracias a la presencia de Luciana detrás de Sasha, ningún miembro de la manada se atrevió a meterse con ella. Sin embargo, lo único que Sasha notó fueron las miradas de superioridad que todos le dirigían. A pesar de esto, mantuvo la cabeza erguida a cada paso que daba, limpiando cada pasillo, incluso cuando algunas personas ensuciaron intencionalmente con sus zapatos. Sasha tragó su orgullo y rehizo el trabajo.Ahora, está cumpliendo la segunda de las tres tareas asignadas.— Señora Luciana — llama Sasha mientras frota uno de los escalones de la escalera. Luciana, de pie al pie de la escalera, la observa con calma.— Sí, Sasha — responde Luciana, con voz suave y atenta.Sasha duda por un momento, buscando las palabras adecuadas. Quiere entender más sobre el mundo al que ahora está atada como prisionera.— ¿Puede contarme más sobre los lob... — comienza a decir, pero se corrige rápidamente. — Los lycans.— ¿Qué sabes ya? — indaga Luciana, intentando medir cuánto conocimiento tiene Sash
— Ponte en tu lugar, esclava — dice Lovetta, con una voz fría y cargada de desprecio, cada palabra pronunciada con la intención de humillar a la humana.Sasha encara a Lovetta con una mezcla de desafío y desagrado. Nota la postura rígida de Lovetta, sus ojos brillando con una posesividad cruda, como si cualquier mención al nombre de Miguel fuera una ofensa personal para ella.— La esclava aún se está acostumbrando — interviene Luciana. — Explicarle nuestra historia...— No tiene por qué saber nada sobre nuestra historia — interrumpe Lovetta. — Esa basura no es digna. Su único lugar es obedecer a los superiores sin hacer preguntas.— ¿Mi lugar? — replica Sasha, su voz cargada de sarcasmo.Lovetta da un paso adelante, invadiendo el espacio personal de Sasha, con los ojos llenos de furia y placer al mismo tiempo.— Tu lugar está donde Miguel decida que esté — responde Lovetta en voz baja, la amenaza clara en su tono. — Como la esclava que eres, apostada por tu propio padre — añade con un
El gruñido parece vibrar a través del suelo, subiendo por las piernas de todos hasta sus pechos, haciendo que los corazones latan desbocados. Lovetta, que momentos antes irradiaba una arrogancia confiada, ahora parece encogerse ante la presencia que emana de Miguel. Su aura de dominancia llena el pasillo como una tormenta a punto de estallar.Miguel avanza, cada paso suyo pesado y cargado de amenaza, con los ojos fijos en Lovetta, que no se atreve a moverse. El aire en el corredor se vuelve más denso, casi asfixiante, mientras la tensión se eleva.Sasha observa los ojos de Lovetta ensancharse, el terror reemplazando la furia. Miguel no es alguien que tolere la insubordinación, y Lovetta acaba de desafiar su autoridad.Sin previo aviso, Miguel agarra el cabello de Lovetta con una fuerza que la hace soltar un gemido ahogado. La obliga a arrodillarse ante él, su dominancia fluyendo como una ola aplastante, presionándola hasta que no puede hacer otra cosa que someterse. Un quejido de dolo
El gruñido parece vibrar desde el suelo, subiendo por las piernas de todos hasta el pecho, haciendo que los corazones latan desbocados. Lovetta, quien momentos antes irradiaba una arrogancia segura, ahora parece encogerse bajo la presencia que emana de Miguel. Su aura de dominancia llena el pasillo como una tormenta a punto de estallar.Miguel avanza, cada paso suyo pesado y cargado de amenaza, con los ojos fijos en Lovetta, quien no se atreve a moverse. El pasillo parece cerrarse a su alrededor, el aire se vuelve más denso, casi asfixiante, mientras la tensión aumenta.Sasha observa los ojos de Lovetta ensancharse, el terror reemplazando la furia. Miguel no es alguien que tolere la insubordinación, y Lovetta acaba de desafiar su autoridad.— Acompaña a Lovetta a su guarida, Lunae Luciana — ordena Miguel, su mirada fija en Sasha. Su voz es firme y autoritaria.Luciana asiente con un breve movimiento de cabeza y se acerca a Lovetta. Sin decir una palabra, coloca una mano en el brazo de
Sasha termina de fregar los escalones de la escalera, con las manos y las rodillas doloridas por el trabajo repetitivo. Suelta un suspiro cansado mientras se pone de pie y estira la espalda. La sensación de impotencia y el desconcierto la acompañan desde su último encuentro con Miguel, y la tensión en el aire de la mansión no hace más que intensificar sus temores y dudas.Con otro suspiro, seca sus manos en el delantal, recoge el balde y el trapo sucio, y comienza a caminar por el pasillo. Sus pasos son amortiguados por la alfombra, y aunque es de día, la escasa luz natural obliga a mantener las lámparas encendidas.Intentando distraerse de las terribles imágenes de lo que su padre podría estar enfrentando, una puerta entreabierta llama su atención. La tenue luz que emana desde el interior apenas ilumina el marco, pero es suficiente para despertar su curiosidad. Vacila, consciente de que debería seguir su camino y no entrometerse en lo que no le incumbe, pero la curiosidad actúa como
— Sasha Thompson — la voz familiar provoca un alivio inmediato. No estaba equivocada; es realmente el investigador Dante Campbell, el hombre que, hace dos años, salvó su vida y la de su padre.El investigador está parado justo frente a ella. Una chispa de esperanza comienza a brillar en su pecho, pero, al observarlo más de cerca, Sasha nota algo diferente. La amabilidad que recordaba en sus ojos ya no está allí. Ahora parece inexpresivo, distante.— ¿Vino para arrestar criminales? Usted sabe que no son huma... — comienza a decir, pero es interrumpida.— Alfa Dante, no sabía que ya había llegado — la voz de Luciana resuena en el pasillo mientras se acerca rápidamente.Sasha siente un escalofrío recorrer su espina al escuchar esa palabra.— ¿A-alfa? — repite, confundida. Mira de Dante a Luciana, intentando procesar lo que acaba de escuchar.Alfa Dante.Las palabras retumban en su mente mientras el peso de la verdad cae sobre ella. Dante no es humano, como ella siempre pensó.Él es uno d
Sasha siente cómo la sangre abandona su rostro, la sensación de que el suelo desaparece bajo sus pies. El aire en el pasillo parece congelarse a su alrededor; su respiración se vuelve dificultosa mientras la mirada helada de Miguel la atraviesa. Cada segundo que pasa es una tortura silenciosa, mientras procesa el peso de sus palabras y la presencia abrumadora del Genuino Alfa frente a ella.Miguel avanza un paso, sus ojos fijos en los de ella, una mezcla de furia contenida y diversión perversa brillando en sus pupilas.— Continúa, esclava — repite Miguel, su tono suave pero cargado de un peligro latente. — Disfrutaré mostrándole a tu padre cuán "valiente" es su hija.El corazón de Sasha late con tanta fuerza que está segura de que todos a su alrededor pueden escucharlo. Su mente le grita que se disculpe, que retroceda, pero el orgullo y la ira aún arden en su pecho.— Yo... — su voz falla, y traga saliva, intentando recuperar el control. — Solo dije la verdad.Miguel arquea una ceja,