Mariana cae de rodillas junto a él, su respiración agitada. Extiende sus manos temblorosas hacia Sasha, cerrando los ojos para canalizar su magia curativa. La energía cálida comienza a fluir desde sus dedos, pero inmediatamente siente el bloqueo. Su magia no responde como debería.— No, no, no — murmura Mariana, intentando nuevamente usar su magia, sus manos ahora vacilantes.Miguel observa, el terror aumentando al darse cuenta de que ni siquiera la magia puede ayudarla.— ¡Mierda! — Mariana niega con la cabeza, su rostro palideciendo aún más. — Usé todo lo que tenía... para curarte a ti, a Alys, a Liana y a Pedro... Ya no puedo usar más magia...Pedro cae de rodillas al otro lado, sosteniendo la mano fría de Sasha. Siente las lágrimas correr por su rostro mientras murmura:— Sasha... mi niña... Despierta, por favor...Miguel se gira hacia Melody, sin importarle si la bruxa está viendo o no sus lágrimas, presenciando su debilidad. La mira con una expresión desesperada.— ¡Tienes que h
La enfermería está envuelta en un silencio pesado después de que los licántropos abandonan el lugar, sus pasos resonando por los pasillos del exterior. El aire está saturado con el olor de hierbas medicinales y el aroma de limpieza antiséptica que recuerda a los hospitales humanos. Las hermanas yacen en sus camas, exhaustas y cubiertas de vendajes, cada una sumergida en sus propios pensamientos.Melody, sin embargo, no encuentra descanso. Se sienta al borde de la camilla, la mirada fija en el suelo, las manos temblando levemente, sus ojos hinchados por lágrimas no derramadas. La culpa y el arrepentimiento pesan como un ancla en su corazón. Finalmente, se levanta, su cuerpo aún cansado por la batalla, por el uso constante de magia negra, y su mente agotada por las decisiones que la llevaron a este momento. Sus rodillas flaquean levemente bajo el peso de lo que está a punto de hacer.Cada paso hacia el centro de la sala parece un esfuerzo monumental. La luz tenue de las lámparas ilumina
Miguel está al lado de la cama, las manos temblorosas mientras sus ojos observan a Luciana presionar otro paño con hierbas contra la herida abierta en el pecho de Sasha. La habitación está impregnada con el olor a sangre y magia negra, un aroma denso y sofocante que parece adherirse a la piel. La expresión de Luciana es de desesperación controlada, sus ojos brillan con lágrimas no derramadas.Luciana cambia los paños ensangrentados con rapidez, sus manos expertas pero temblorosas. Observa la herida en el pecho de Sasha, aún abierta y palpitante, sangrando sin cesar.— No puedo detener el sangrado... — murmura Luciana, su voz frágil como si cada palabra fuera una confesión de derrota. Retira otro paño empapado de sangre y lo arroja a una pila creciente en el suelo. — Ya hice todo lo que pude... no importa lo que intente, sigue sangrando. Ya ha perdido demasiada sangre... incluso para una licántropa...Miguel mira a Sasha, inmóvil sobre la cama. Su piel está tan pálida que parece transl
— Por favor, diosa de la luna, escucha mis súplicas... Sé que no he hablado mucho contigo, ni he aullado en las lunas azules ni en otras... Sé que no he sido el líder digno que debería ser... Pero, por favor, te lo suplico, tráela de vuelta. Ella es la compañera perfecta que elegiste para mí, es la luz en mi oscuridad, mi pequeña lux lunaris... No me dejes aquí sin ella, por favor... Aún no he tenido la oportunidad de hacerla feliz como se merece, por favor...La voz de Miguel resuena llena de dolor y desesperación, rompiendo el silencio como un lamento agonizante, sus sollozos entre frases claramente audibles.— Vaya, sobrina, su fervor logró llegar hasta aquí. Estoy impresionado — la voz del emperador resuena entre las sombrías paredes de su trono en el inframundo.Selene se materializa en el centro del salón, su presencia radiante en marcado contraste con el ambiente opresivo y llameante del castillo. Se mantiene erguida, la barbilla alta, los ojos azulados fijos en el emperador co
Zeus emerge, su presencia magnánima llenando el ambiente. Su aura es electrizante, literalmente, con pequeños relámpagos centelleando a su alrededor. Con una sonrisa despreocupada, camina hacia Hades como si entrara a la sala de estar de un viejo amigo y, sin ceremonias, le pasa un brazo por los hombros.— ¡Eh, hermano! ¡Cuánto tiempo! — dice Zeus, su voz retumbante llenando el salón.Hades pone los ojos en blanco, apartándose del contacto con un movimiento brusco.— ¿Qué haces aquí, Zeus? — gruñe, la irritación evidente en su voz—. Vuelve al Olimpo. No quiero visitas, ya basta con tu hija aquí.Zeus ríe fuerte, como si la reacción de Hades fuera exactamente lo que esperaba.— Ah, hermano, siempre tan gruñón — Zeus se reclina casualmente contra un pilar cercano, cruzando los brazos. — Entrega el alma de Sasha y del cachorro, Hades, y la de todos los demás que Baalberith se llevó — dice con firmeza, su tono dejando claro que no está allí para negociar.Hades mira a Zeus con una mirada
Un leve movimiento en sus pestañas hace que él contenga la respiración. Sasha despierta lentamente, parpadeando con dificultad. Miguel está a su lado, sus brazos fuertes sosteniéndola con cuidado. Cuando ve sus ojos abrirse, las lágrimas vuelven a caer por su rostro marcado por el agotamiento y la desesperación.— Compañera — susurra, su lobo aullando dentro de él, la alegría consumiéndolo. La conexión con su compañera ha vuelto.Ella está débil, pero viva. Miguel siente un nudo en la garganta, sus lágrimas fluyendo sin control mientras sostiene su rostro con delicadeza.Ella intenta hablar, pero su garganta está seca y su voz no sale. Aun así, intenta sonreírle, una sonrisa frágil pero llena de significado. Miguel apoya su cabeza con suavidad sobre su pecho, abrazándola como si fuera lo más preciado del mundo.Porque lo es.Siente un alivio tan abrumador que apenas puede respirar. Su corazón late desordenado, los músculos tensos finalmente cediendo mientras las lágrimas recorren su r
— Todo es culpa mía... — se lamenta Pedro, la voz quebrada por el dolor, mientras se derrumba en llanto en los brazos de Mariana. Sus sollozos vienen en oleadas, sacudiendo su cuerpo como si la culpa fuera una tormenta implacable. — ¡Si no hubiera pisado ese maldito casino, mi hija... mi niña... estaría viva! — Aprieta los puños contra su pecho, como si quisiera arrancar el dolor que lo consume.Mariana lo sostiene con firmeza, pero sus propias lágrimas silenciosas traicionan la fortaleza que intenta mostrar. Caen por su rostro, calientes e incesantes, mientras el vacío dejado por Sasha se hace aún más presente.La mente de Mariana se niega a aceptar que su preciosa ahijada, esa chica llena de vida y sueños, haya partido tan pronto.Siente como si estuviera en medio de una broma de mal gusto y que en cualquier momento Sasha aparecerá por detrás para asustarla, como solía hacer cuando era pequeña.— ¡Y ese maldito ni siquiera me deja acercarme! — grita Pedro, la indignación mezclada co
Dos días después:— Hija, estás tan hermosa... — dice Pedro, con la voz entrecortada y los ojos llenos de lágrimas.La observa con admiración y orgullo, aunque en el fondo piensa que es demasiado joven para casarse. Ver a su hija vestida de novia es un sueño hecho realidad, y se siente inmensamente agradecido por no haber perdido esa oportunidad con ella.Sasha, frente al espejo, acomoda nerviosamente la tela del vestido, intentando disimular la emoción que desborda en su pecho. Sonríe al mirar a su padre, conmovida.— Aún estás a tiempo de arrepentirte — suelta Pedro de repente, rompiendo el silencio cargado de significado. — Puedo pedirle a la hermana de Mariana que nos mande bien lejos de aquí.— ¡Papá! — exclama Sasha, poniendo los ojos en blanco, aunque no puede evitar una pequeña sonrisa en los labios que revela cuánto sabe que él solo lo dice por un tonto celo paternal.— No pierdo nada intentándolo — Pedro se encoge de hombros con aire despreocupado, aunque su mirada preocupad