Miguel mantiene una expresión inalterable mientras desliza el dedo por la pantalla de su teléfono. Encuentra el video y, sin vacilar, lo reproduce.La voz en la grabación es débil, ronca y llena de dolor.— Hija, perdóname...No pasa ni un segundo para que Sasha reconozca la voz de su padre. Su corazón da un vuelco en su pecho y, rápidamente, levanta el rostro, girándose hacia la fuente del sonido. Sus ojos se abren desmesuradamente y nuevas lágrimas empiezan a acumularse, desbordándose sin control.— ¡Papá! — murmura, su voz temblorosa mientras observa la imagen de Pedro, pálido y lleno de moretones. El rostro de su padre está marcado por el dolor, sus ojos desesperados miran directamente a la cámara, como si realmente pudiera verla del otro lado de la pantalla.— No quería perderte... Pensé que ganaría la apuesta y volvería a casa con dinero... Quería redimirme... Perdóname, hija, no quería esto... ¡Ah! — Pedro intenta justificarse, pero sus palabras son cortadas abruptamente por un
— Me lo das de buena gana y, si me gustan tus talentos, te compenso no matando a tu padre y te doy medicamentos para sus heridas, uno por cada vez que me sirvas. O — levanta un segundo dedo, su tono volviéndose aún más oscuro —, la opción dos: tomo lo que quiero de ti y, antes de matarlo, lo hago pasar por las peores torturas.Sasha traga saliva, su mente luchando por liberarse de la neblina de excitación manipulada que Miguel había inducido en ella. Cada segundo que pasa, la realidad de la situación se vuelve más opresiva.Un nudo se forma en su garganta, sus manos tiemblan levemente al escuchar las palabras de Miguel. La propuesta es insidiosa y cruel. Sabe que cualquier elección será terrible; él se tomará lo que quiera, solo le queda decidir si será por las buenas o por las malas.¡Por las malas!Su mente grita, negándose a ceder ante su carcelero, entregándole su cuerpo en bandeja. Pero la idea de su padre sufriendo torturas inimaginables la paraliza.Pasan largos segundos, los d
Las patas negras del Genuino Alfa se hunden en la nieve blanca, dejando huellas profundas en el suelo helado con cada paso. El aire frío de la madrugada llena sus pulmones mientras la luz del amanecer empieza a teñir el horizonte con tonos suaves de naranja y rosa. La claridad del alba añade un brillo dorado al pelaje negro de Miguel, destacando su figura imponente contra el paisaje invernal.Con un aullido, Miguel ordena a los lobos detrás de él que aceleren aún más. Se mueve con la gracia y fuerza de un depredador ágil, mientras el resto de los lycans sigue su ritmo. Sus patas golpean sincronizadas en la nieve, y cada miembro de la manada está en alerta, con los sentidos agudizados por la adrenalina y la presencia de su líder.El bosque a su alrededor comienza a iluminarse con los primeros rayos del sol, que proyectan largas sombras sobre los árboles cubiertos de nieve. Pero Miguel no se distrae, su mente está afilada y concentrada. Siente el poder y la energía pulsando a través de
— Espero que ya tengas mi respuesta, esclava — su voz fría llena el ambiente, haciendo que Sasha levante la cabeza lentamente.Había encontrado su ropa arrugada junto al buró y, aceptando la situación miserable en la que se encontraba, se había puesto unos jeans y una camiseta de manga larga. Sin nada más que hacer, usó una de las sábanas para envolverse mientras dormía sentada en el duro suelo. Ahora, la presencia de Miguel la devuelve a la opresiva realidad.Los ojos de Sasha se fijan en la bandeja que Miguel sostiene en sus manos. El aroma de la comida provoca una reacción inmediata en su cuerpo; su estómago se retuerce, y comienza a tragar grandes bocanadas de saliva, intentando desesperadamente contener el hambre.Miguel, sin prisa, cierra la puerta detrás de él y camina lentamente hacia la cama. Cada paso es deliberado. Cuando se sienta al borde de la cama, su rodilla queda cerca de la cabeza de Sasha.Su proximidad es como una sombra pesada, una constante presión que aumenta su
Ridículo.Miguel piensa, observando cómo su lobo interior se agita, deseando más. La bestia dentro de él, que siempre anheló control y dominación al igual que él, ahora quiere salir, busca más del toque de Sasha.Recuerda lo que sucedió mientras ella dormía en su cama, cuando él, en su forma lupina, cuidaba de sus heridas. Cuando, inconscientemente, ella acarició su pelaje, sus dedos finos y suaves recorriendo su lomo. El lobo gruñó con satisfacción ante las caricias de la esclava, como si eso fuera...Miguel reprime un gruñido de frustración. La idea de que su bestia, una extensión de su poder y dominio, esté buscando consuelo y afecto de una humana, le resulta intolerable. Los lobos como él son los más fuertes de su especie, destinados a liderar y someter, no a buscar consuelo o cariño. Todo lo que necesitan es sumisión, nada más.Sus ojos vuelven a enfocarse en los movimientos de la mandíbula de Sasha, observando cómo mastica con un placer casi palpable. Sus labios húmedos, cubiert
¿Cerré la maldita puerta? — Miguel se cuestiona por un breve momento mientras sus patas golpean con fuerza el suelo, pero pronto descarta la duda con desdén. ¿Realmente importa? ¿A dónde podría ir?Sasha está rodeada por su manada, y aunque lograra escapar, sería capturada y arrastrada de vuelta a su guarida o encerrada en el oscuro cuarto del sótano.Al diablo.Que se pudra ahí.¡Maldita humana!Sus pensamientos son una mezcla de ira y frustración, una ebullición que lo impulsa a correr más rápido, a saltar más alto, como si pudiera escapar del resentimiento que lo atormenta.Miguel siente la nieve fría bajo sus patas mientras su lobo se fuerza a correr cada vez más rápido. El paisaje pasa como un borrón de blanco y verde.No es suficiente.Sigue siendo lento.Miguel aterriza perfectamente sobre sus patas delanteras después de saltar un enorme tronco de árbol. Su lobo gruñe varias veces con furia, alimentado por las emociones que las palabras de la humana despertaron. El instinto de
Sasha corre tan rápido como sus piernas se lo permiten, impulsada por un terror primitivo. Cada fibra de su cuerpo clama por descanso, pero no se lo permite. Sus pulmones arden, cada respiración es una tortura, el aire helado entrando por sus fosas nasales parece congelar sus órganos por dentro.Siente el frío de la nieve bajo sus pies descalzos, la sangre resbalando de pequeños cortes y dejando un rastro rojo sobre el blanco inmaculado. Pero nada de eso importa; lo único importante es seguir adelante, huir de ese monstruo que, ella sabe, la perseguirá si no encuentra ayuda.El viento helado corta su piel, atraviesa su ropa, pero nada es más doloroso que el miedo que se ha instalado en su pecho. Es como una daga afilada, retorciéndose en su corazón con cada latido frenético.Por un momento de pura desesperación, Sasha mira hacia atrás, esperando no ver nada más que árboles y nieve. Pero lo que encuentra son los ojos penetrantes del monstruo. Está ahí, corriendo detrás de ella, sus mov
Miguel entra en la mansión con pasos firmes y rápidos, ignorando las miradas curiosas de los miembros de su manada. No le importa estar completamente desnudo frente a ellos; la desnudez es algo común para los lycans, y Miguel se enorgullece de la suya. Sasha está acurrucada contra su cuello, su respiración cálida acariciando su piel mientras su cuerpo tiembla levemente entre sus brazos.La presencia de Miguel es abrumadora, y todos los que cruzan su camino retroceden instintivamente. Al atravesar el gran vestíbulo, el sonido de las botas de Lovetta resuena mientras baja las escaleras.Los ojos fríos de Miguel se encuentran con los de la hembra, quien ahora está detenida a mitad de la escalera, con la mirada fija en él. La expresión alegre de Lovetta cambia rápidamente a algo más sombrío al ver a la humana en los brazos del macho que ella ha decidido que será suyo.Una ola de celos y furia recorre a Lovetta; sus ojos se entrecierran, y sus manos se cierran en puños apretados. La idea d