Capítulo 26: Alimentando a esclava

— Espero que ya tengas mi respuesta, esclava — su voz fría llena el ambiente, haciendo que Sasha levante la cabeza lentamente.

Había encontrado su ropa arrugada junto al buró y, aceptando la situación miserable en la que se encontraba, se había puesto unos jeans y una camiseta de manga larga. Sin nada más que hacer, usó una de las sábanas para envolverse mientras dormía sentada en el duro suelo. Ahora, la presencia de Miguel la devuelve a la opresiva realidad.

Los ojos de Sasha se fijan en la bandeja que Miguel sostiene en sus manos. El aroma de la comida provoca una reacción inmediata en su cuerpo; su estómago se retuerce, y comienza a tragar grandes bocanadas de saliva, intentando desesperadamente contener el hambre.

Miguel, sin prisa, cierra la puerta detrás de él y camina lentamente hacia la cama. Cada paso es deliberado. Cuando se sienta al borde de la cama, su rodilla queda cerca de la cabeza de Sasha.

Su proximidad es como una sombra pesada, una constante presión que aumenta su
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