— Para, por favor, para — implora ella, sintiendo los dedos de Miguel descender por su abdomen. Su cuerpo se tensa y comienza a temblar aún más de miedo y humillación. Las lágrimas caen libremente por su rostro, intensificando la sensación de desesperación a medida que los dedos de Miguel se acercan al borde de su ropa interior. — Por favor — suplica de nuevo, su voz quebrada por el llanto, el terror de sentirse tan vulnerable y miserable frente a ese hombre, quien pensó que sería su salvador pero que ahora se revela como el villano de esta historia.Miguel se detiene, apartando la cabeza lo suficiente para que sus ojos se encuentren con los de ella. La intensidad de su mirada hace que Sasha sienta que puede ver su alma, dejándola aún más expuesta e impotente.“Eso, llora, suplica, rómpete” — piensa Miguel, admirando su rostro bañado en lágrimas de miedo. “Tu raza no tuvo piedad de la mía, manteniéndonos cautivos, torturados, violados. Usados en sus laboratorios sucios, convertidos en
— Esto debe ser un sueño, solo un sueño. Al amanecer, despertaré y encontraré a mi padre dormido en el sofá rodeado de botellas. Me arreglaré y me iré a mi trabajo — Sasha repite estas palabras como un mantra, su voz quebrada y sin vida. Ha llorado tanto que las lágrimas en sus ojos se han secado, quedando solo un vacío aplastante.Lleva tanto tiempo en la oscuridad que su percepción entre la realidad y los sueños se ha distorsionado. En sus sueños, vivió un día normal, yendo al trabajo y regresando a casa con una bolsa de pan. Pero en la confusión de su mente, piensa que eso es la realidad y que estar encadenada en un oscuro sótano bajo una lujosa mansión es el sueño.El sonido de la puerta de madera al abrirse resuena fuerte en el sótano, pero Sasha no se mueve. Permanece acostada sobre la manta, abrazando su cuerpo como si fuera una bola. La tenue luz de una vela arroja sombras sobre su figura, pero ella sigue inmóvil. Sus ojos están abiertos, pero es como si no vieran nada."¿Cuán
En la actualidad, para los humanos, hombres lobo, vampiros, brujas y dioses no son más que cuentos de hadas. Historias escritas por otros humanos para entretenerse, una forma de pasar el tiempo creyendo que la fantasía y las leyendas son solo producto de la imaginación. Sin embargo, hace muchos años, la realidad era muy diferente. Los humanos no eran los depredadores, sino la presa. Servían de alimento para una raza, de reproducción para otra, de material para rituales, entre otras utilidades. Pero eso quedó en el pasado, un pasado tan remoto que, al escuchar esas historias, las consideran inventos para asustar a los niños antes de dormir. De niña, Helena, la madre de Sasha, una vez le contó una historia sobre una diosa llamada Selene y su hermano gemelo Máni. Ambos competían por el título de Soberano de la Luna. Sasha no recuerda todos los detalles, solo que, al final, la hermana mató al hermano y recibió de su padre Zeus los poderes de la luna, y así creó al primer licántropo. S
Un escalofrío recorre la columna de Sasha; es la gota que colma el vaso. La frustración acumulada durante años de humillación, obediencia y sometimiento para sobrevivir está llegando a su límite. Ya no puede soportarlo más. Desde la muerte de su madre, Sasha aprendió a inclinar la cabeza y a obedecer para salir adelante. Trabajó en empleos donde la pisoteaban, la humillaban y la despreciaban por no tener dinero ni usar ropa de marca. Abandonó la escuela para trabajar más y pagar las deudas de su padre, todo para garantizar que tuvieran un techo, comida en la mesa y que su padre no fuera asesinado por los criminales a quienes debía dinero. Cada cliente grosero en el café era un recordatorio de su posición en el mundo: siempre abajo. Siempre creyó que, si aguantaba lo suficiente, algo mejor llegaría. Hasta que su padre le dijo que había encontrado un trabajo para ella. “Seguramente fue engañado por la señora Luciana” — pensó Sasha en las primeras horas encerrada en el sótano.
Sasha no se mueve, sosteniendo la única prenda de ropa que Miguel aceptó del montón que Luciana llevó el segundo día que Sasha permaneció en la cama de su maestro, recuperándose en su sueño de curación. Era un camisón blanco, casi infantil. — Te mostraré lo que le pasa a una esclava que desobedece a su maestro. Sasha tiembla de miedo, juntando las rodillas contra su pecho y presionándose contra el cabecero de la cama. — Sasha — dice ella entre dientes, con la voz baja pero firme — no es esclava, es Sasha. — Sasha — Miguel pronuncia su nombre. Por extraño que parezca, sus oídos se complacen al escuchar cómo su nombre suena en la boca de ese hombre, en el barítono de su voz. Miguel también lo disfruta, más de lo que jamás admitiría. — Eres mía. Mía para castigar, para follar, para romper. Mía para todo. Los ojos de Sasha permanecen abiertos como platos, bajando inevitablemente hasta el miembro erecto de Miguel. Traga saliva, fijando la mirada en la carne rígida que apunta haci
— ¡Estás mintiendo! — dice Sasha, intentando sonar confiada, pero su voz traiciona el pánico que siente.Sasha no puede sostener la mirada de Miguel por mucho tiempo; la combinación de la oscuridad de la noche y la frialdad en sus ojos negros lo hace aún más aterrador. Traga saliva, buscando dentro de sí misma cualquier resquicio de valentía para mantener la cabeza erguida, para no parecer una cobarde, aunque todo su cuerpo tiemble de miedo.Antes de que pueda encontrar esa fuerza, la palma de Miguel presiona su mandíbula con fuerza, obligándola a echar la cabeza hacia atrás en un ángulo que le permite encontrar su mirada nuevamente, esta vez más cerca, más amenazador.— ¿Crees que tengo tiempo para mentir, esclava? — susurra Miguel, su voz fría y cargada de desprecio, mientras su aliento caliente roza el rostro de Sasha.El cuello de Sasha duele por la posición incómoda, y la presión en su mandíbula aumenta. Intenta responder, pero las palabras se quedan atrapadas en su garganta cuan
Miguel mantiene una expresión inalterable mientras desliza el dedo por la pantalla de su teléfono. Encuentra el video y, sin vacilar, lo reproduce.La voz en la grabación es débil, ronca y llena de dolor.— Hija, perdóname...No pasa ni un segundo para que Sasha reconozca la voz de su padre. Su corazón da un vuelco en su pecho y, rápidamente, levanta el rostro, girándose hacia la fuente del sonido. Sus ojos se abren desmesuradamente y nuevas lágrimas empiezan a acumularse, desbordándose sin control.— ¡Papá! — murmura, su voz temblorosa mientras observa la imagen de Pedro, pálido y lleno de moretones. El rostro de su padre está marcado por el dolor, sus ojos desesperados miran directamente a la cámara, como si realmente pudiera verla del otro lado de la pantalla.— No quería perderte... Pensé que ganaría la apuesta y volvería a casa con dinero... Quería redimirme... Perdóname, hija, no quería esto... ¡Ah! — Pedro intenta justificarse, pero sus palabras son cortadas abruptamente por un
— Me lo das de buena gana y, si me gustan tus talentos, te compenso no matando a tu padre y te doy medicamentos para sus heridas, uno por cada vez que me sirvas. O — levanta un segundo dedo, su tono volviéndose aún más oscuro —, la opción dos: tomo lo que quiero de ti y, antes de matarlo, lo hago pasar por las peores torturas.Sasha traga saliva, su mente luchando por liberarse de la neblina de excitación manipulada que Miguel había inducido en ella. Cada segundo que pasa, la realidad de la situación se vuelve más opresiva.Un nudo se forma en su garganta, sus manos tiemblan levemente al escuchar las palabras de Miguel. La propuesta es insidiosa y cruel. Sabe que cualquier elección será terrible; él se tomará lo que quiera, solo le queda decidir si será por las buenas o por las malas.¡Por las malas!Su mente grita, negándose a ceder ante su carcelero, entregándole su cuerpo en bandeja. Pero la idea de su padre sufriendo torturas inimaginables la paraliza.Pasan largos segundos, los d