Tal vez fue aquel día en que él la encontró en el bosque, cuando estaba herida intentando escapar, y él la rescató del frío helado, dándole una sensación de seguridad.O tal vez fue en el momento en que la colocó en la bañera, lavándola con una gentileza inesperada, curando después las heridas de sus pies, algo que jamás habría esperado de alguien como él. Y luego, cuando la alimentó con carne en su punto perfecto, Sasha lloró al recordar a su madre.¿Fue ahí cuando una parte de ella comenzó a abrirse a él?Quizá fue cuando Miguel le prometió que nadie volvería a lastimar a su padre. O cuando le dio un cuarto más decente, lejos de las cadenas que la mantenían como una verdadera esclava, devolviéndole un mínimo de dignidad. ¿O fue cuando quitó el collar de su cuello y nunca volvió a colocarlo?Sasha piensa en su historia, en cómo se convirtió en padre, en la manera en que cuidó de Kesha, incluso sin ser biológicamente suyo. Ver ese lado paternal, tan distinto de la brutalidad que solía
La revelación cae entre ellos como una piedra en el fondo de un lago, creando ondas silenciosas que afectan profundamente a Miguel. El silencio que sigue es denso; sus ojos se oscurecen, su expresión se vuelve indescifrable para Sasha. Se aleja ligeramente, su cuerpo tenso, su rostro endureciéndose más con cada segundo. Aprieta los puños, sus dedos hundiéndose en la carne de sus palmas mientras lucha por mantener el control."Y lo último que quiero ahora es quedar embarazada de ti." La frase se repite una y otra vez en su mente. Él no desea tener un hijo con una humana. Es lógico, natural. Ni siquiera son compatibles para la procreación; es imposible que una humana lleve un hijo lycan en su vientre, ya que la gestación obliga a la madre a permanecer en su forma lycan durante el proceso y hasta seis meses después del parto. Además, el padre también debe transformarse, pues la loba no lo acepta cerca si no está en su forma animal.Miguel lo sabe. La biología es clara. No hay forma de qu
Miguel suelta una risa baja y peligrosa, su boca curvándose en una sonrisa maliciosa mientras mira a Sasha con una intensidad que hace que su cuerpo reaccione, a pesar de toda la rabia que siente. La atrae aún más cerca, con los dedos firmemente sujetos a su mentón, sin dejarle espacio para desviar la mirada. — ¿De cuál exactamente estás hablando? — Provoca él, su tono ronco y lleno de sarcasmo. — En el pasillo de abajo, todas las hembras solteras están más que dispuestas a aparearse conmigo. No es solo una, esclava. Sasha siente un nudo de ira formarse en su estómago, la indignación quemando dentro de ella, pero mantiene su rostro impasible, intentando no mostrar cuánto las palabras de Miguel la afectan. En cambio, frunce el labio superior, dejando claro el desprecio en sus ojos. — Es más asqueroso de lo que pensaba — murmura Sasha, su voz afilada como una navaja, los labios curvados en una sonrisa sarcástica. — Pobre Lovetta — continúa, con un tono cargado de ironía. — Siempre
Aunque los dedos de Miguel ya no presionan el cuello de Sasha, permitiéndole respirar libremente, la sensación de asfixia persiste. No es solo física, sino emocional. La tensión aún flota en el aire, el peso de las palabras intercambiadas entre ellos dejando un rastro de incomodidad e inquietud.Miguel observa a Sasha por un momento, sus ojos oscuros e indescifrables la estudian mientras ella se sienta en la cama, con los dedos pálidos aferrándose a la sábana con fuerza para cubrir su desnudez. Como si la tela gruesa pudiera esconder la vulnerabilidad que siente, pero la sostiene como si fuera una armadura.Los labios de Miguel se curvan apenas, tan rápido que casi no se nota, mientras observa la fuerza con la que la humana se aferra a la sábana. Decide no comentar nada, dejando que el silencio continúe entre ellos, como si la pelea de hace unos segundos no hubiera sucedido.La guarida del Genuino Alfa está sumida en una extraña calma.Miguel se levanta, su desnudez carente de cualqui
Sasha respira hondo frente a la puerta de la guarida de Luciana, su corazón latiendo más rápido de lo que le gustaría admitir. Duda por un momento antes de golpear suavemente la madera, una mezcla de ansiedad y nerviosismo creciendo dentro de ella. La puerta se abre después de unos segundos, revelando a Luciana con su expresión siempre tranquila y acogedora. Sus ojos atentos analizan a Sasha por un instante. — Entra, niña — Luciana le da espacio. — No imaginé que me buscarías tan temprano, pensé que te quedarías en la guarida de… Antes de que pueda terminar la frase, Luciana abre los ojos con sorpresa al sentir a Sasha lanzarse repentinamente en sus brazos, las lágrimas resbalando silenciosas por su hombro. El gesto inesperado la toma desprevenida, pero rápidamente levanta las manos y comienza a acariciar la espalda de la joven, ofreciéndole el consuelo silencioso que Sasha parecía necesitar. — ¿Qué ha pasado, Sasha? — pregunta Luciana, su voz suave y maternal, mientras mantie
Sasha empuja el carrito con la ropa sucia por el pasillo, el chirrido de las ruedas resonando en el suelo. La tarea repetitiva de ir de habitación en habitación para recoger las prendas amontonadas la mantiene ocupada. Sus manos se mueven de manera mecánica, doblando y apilando los tejidos, pero a cada rato tiene que reprimirse para evitar que su mente se pierda en los recuerdos recientes de su primera vez.Al llegar a la última habitación, Sasha coloca la pila final de ropa en el carrito y suspira con alivio. Mientras empuja el carrito por el pasillo, sus ojos vagan y se detiene frente a una ventana grande. La suave luz del sol entra por el cristal y sus ojos son atraídos por las figuras distorsionadas detrás de él. Abre un poco la ventana para espiar.La imagen de Lovetta de espaldas llena su visión. La lycan está de pie, con una postura imponente y confiada. Frente a ella, hay tres figuras más. Dos de ellas son desconocidas para Sasha, pero rápidamente las asocia con las compañeras
Kesha se despide con un gesto tranquilo, sus pasos ligeros resonando en el pasillo mientras se dirige hacia su propia guarida. Sasha, por su parte, respira hondo y continúa empujando el carrito hacia la lavandería de la mansión.La sensación de incomodidad, poco a poco, comienza a disiparse, y se permite relajarse, empezando a tararear suavemente. La melodía acompaña el rechinar de las ruedas del carrito sobre el suelo.Absorbida por la música en su cabeza, Sasha no nota el charco de agua frente a ella. Sus pies resbalan repentinamente y pierde el equilibrio. Por reflejo, sus brazos se extienden para sostener el carrito con más fuerza, pero el peso mal distribuido hace que este se tambalee peligrosamente. Al darse cuenta de que va a caer junto con él, lo suelta, preparándose para el impacto contra el suelo frío.Pero antes de que pueda sentir el golpe del suelo contra su cuerpo, algo la detiene. Brazos fuertes y firmes la envuelven rápidamente por la cintura, sosteniéndola con una fue
Sasha termina de colocar la última prenda de ropa lavada en la secadora. El suave sonido de las máquinas llena el ambiente de la lavandería mientras ella acomoda las prendas con movimientos meticulosos. El cansancio pesa sobre sus hombros, pero el trabajo físico siempre la ha ayudado a mantener su mente ocupada, alejando los pensamientos que prefería no enfrentar, lejos de las miradas intrusivas.Cuando estira los brazos para tomar la siguiente canasta de ropa mojada, un toque firme y repentino la sorprende. Manos fuertes agarran su cintura con una urgencia silenciosa y, antes de que pueda reaccionar o escuchar cualquier cosa, su cuerpo gira. El susto hace que contenga la respiración, y sus ojos, abiertos por la sorpresa, se encuentran con el pecho amplio del Genuino Alfa.Su grito muere en la garganta. Miguel la presiona contra su cuerpo, sus manos sujetan su cintura con firmeza, su pecho sube y baja con respiraciones profundas. Sasha nota la tensión en los músculos de sus brazos mie