Para Malcolm ver ese fuego en ella fue todo lo que necesitaba para saber una cosa.

“Haría cualquier cosa que ella le ordenara, solo se tomaría su tiempo en ello” pensó con una sonrisa traviesa, al mismo tiempo que insertaba otro dedo dentro de la húmeda cavidad.

Los ojos de Oleika se abrieron al igual que sus labios. Sentía hasta el fondo como sus paredes se iban acoplando y acostumbrando a la nueva invasión y eso le encantaba.

El aire parecía haber desaparecido, todo el lugar estaba cálido como una sauna, el calor de ambos cuerpos era un horno y no estaba dispuesta a renunciar a ello.

— ¡ah! ¡ ah! — Gritaba sin poder contenerse, había comenzado a ver borroso, estaba solo a un diminuto paso de llegar a...

En ese instante el masaje interno desapareció repentinamente, Oleika abrió los ojos y busco el rostro de Malcolm.

— ¿Por qué… — Pero se quedó completamente impactada al verlo lamer los mismos dedos que había metido en su interior, los saboreaba de tal manera que los colmillos de Ma